Capítulo 40

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Si no hubiera ido a esa casa y pensado en la oficina de mi padre no habría recordado nunca sobre aquel dinero del que me había hablado; cuando era niña no le di importancia y por eso es que lo olvidé, pero ahora que es mi necesidad... Aunque no sepa que hacer, hablé con el abogado y me dijo que para acceder a ese dinero tengo que tener mi mayoría de edad, y para eso aún faltaban dos meses.

-Supongo que no iré a la escuela por dos meses... ¿podré graduarme? -cuestioné.

-Tendrías que hacer muchos trabajos recuperatorios y sacar puntaje en los exámenes... -dice Adler pensativo.

-Pero eres una excelente alumna, Keira. Podrás hacerlo -Chris me alienta sonriendo.

-Gracias... supongo que es verdad. Pero me quedaré atrás...

-Puede que no... -Chris y yo miramos a Adler-. Si te enseñamos lo que aprendimos nosotros, estarás bien.

-¿Harían eso?

Ambos asienten con sonrisas sinceras, les agradecí abrazándolos por turnos y dándoles un beso en la mejilla a ambos.

-Bueno... se me acabaron las siestas en clase, pero no importa -Adler me sonríe-. Lo valdrá.

A Chris le llega un mensaje y luego de leerlo avisa que tiene que irse a su casa. Como estábamos saliendo de la oficina del abogado él tuvo que llamar a un taxi e irse; Adler y yo nos subimos a su auto con intenciones de irnos.

-No me agrada la idea de que la semana se esté acabando y tú tengas que ir con Quasimodo a su casa.

-¿Hasta cuando lo llamarás así? -me reí con culpa porque siempre me da gracia cuando lo apoda de alguna manera.

-No tengo pensado llamarlo de otra forma.

Enciende el auto y empieza a manejar. Escuché un trueno y pronto empezó a llover.

-Pues... la otra vez lo llamaste por su nombre -lo tenté.

-Yo no lo recuerdo.

-Yo sí, lo llamaste por su nombre y además no te habías burlado de él.

-Estás pensando en cosas raras; será mejor que no sigas, princesa, porque tengo un par de ideas para hacer castigarte por las falacias que dices.

Me mira de reojo y sonríe de lado, me sentía protegida de aquel castigo ya que estábamos algo lejos de su casa y estaba manejando con una lluvia bastante fuerte y que aumentaba más, no creía que fuera a hacer algo en este momento. Pero pensar en ese tipo de castigo me hizo sentir extraña, ¿me había excitado? ¿Por qué? Respiré profundo y crucé mis piernas, las imágenes de Adler haciéndolo conmigo y dejándome temblando me hicieron querer experimentarlo de nuevo, y más porque la última vez solo fueron roces y sus dedos...

Trague grueso, volteé a verlo y noté lo sexy que se veía conduciendo. Miré de reojo su cuerpo, bajando cada vez más hasta su entrepierna, apreté mis piernas y sentí mis pezones endurecerse. Que mal momento.

Levanté la mirada de nuevo cuando Adler estaciona el auto, ¿cuánto tiempo había pasado? Creí que habíamos llegado pero no, aunque tampoco estábamos en una zona transcurrida o iluminada. Miré a Adler buscando explicaciones pero él me sonríe.

-No eres muy disimulada, princesa...

Me avergoncé al instante y sonrojé, pero él me indica con la cabeza que pase a los asientos de atrás. Lo pensé por un corto periodo de tiempo, pero hacerlo en el auto, bajo la lluvia, con el aire acondicionado prendido y solos... era tentador. Me pasé atrás, él aprovechó para darme una nalgada cuando lo hacía y luego se pasó junto a mí. Empieza a besarme los labios y luego el cuello, sus manos se pasean por mi cuerpo hasta quitarme la remera y hacer que me acostara.

Agarra mi muñeca con una mano, mientras que con la otra la mete bajo mis shorts y presiona allí. Jadeé entre los besos, extendí mi mano a él e igual que Adler metí mi mano en su ropa para alcanzar su miembro y frotarlo.

-Ah... princesa.

Sus gemidos me erizaron e hicieron estremecer. Sus besos bajaron y me hizo soltar su miembro, pasó sus labios y lengua por mis senos y bajó más hasta mis shorts. Los quitó con facilidad, y se puso entre mis piernas, hundió su rostro en mí haciéndome gemir.

-¡Ah! A..Adler... Mhm.

Embistió mi zona con su lengua hasta que estuve por correrme. Entonces se endereza y se abre los pantalones, saca su erección pero antes se estira hasta el frente, abre la guantera y saca un condón. Se lo coloca y se preparara para entrar en mí.

-¡Mhg! ¡Oh, cielos! -gemí cuando lo hizo- ¡C..Cielos, Adler! ¡Ah...!

Se movió rápido y duro, golpeando mi interior hasta lo profundo; sus labios alcanzaron mis pezones y lo mordió, me arqueé por la punzada de dolor pero a la vez gemí por el placer. Succionó con fuerza y empujó más profundo en mí. Se detuvo un segundo, respiré en ese momento. Adler nos cambia de posición.

Me coloca sobre mis rodillas en el asiento y sujetándome por el cabecero de este, se coloca atrás y entra en mi ano haciendo que la fricción sea mejor por lo apretado que era allí.

-Ah... extrañaba hacerlo por aquí, siempre me aprietas tan bien -habla en mi oreja sonriendo.

Empuja dentro de mí hasta hacerme clavar mis uñas en el asiento. Agarra mi cabello y lo jala para que mi cabeza quedara inclinada hacia atrás, su rudeza era más placentera, me excitaba, y hacia que lo apretara.

-Mhm... sí, princesa. Me recibes muy bien.

Su mano libre agarra mis senos y los aprieta mientras me embiste, mis gemidos se vuelven más fuertes hasta que exploté con mi orgasmo. Mi cuerpo tiembla por las sensaciones y no tuve fuerzas para moverme, así que Adler me acomoda sin haber terminado y entra en mí de nuevo. Todo era más fuerte por el hecho de haberme corrido hace un segundo, las sensaciones eran aún más placenteras.

Adler besa y muerde mi cuello y mi hombro, sus manos en mi cintura empujan mi cuerpo contra el suyo para que no dejara de moverme, entonces una de sus manos se desliza hasta mi intimidad y mete sus dedos allí; la otra le sigue y encuentra mi clítoris. Quería matarme.

-¡N..No puedo más! ¡A..Adler! ¡Por favor! ¡Oh, cielos...! ¡Mhmg!

Aprieta mi clítoris haciéndome gritar de placer y dolor, el squirt sale de mí y él había llegado. Respiramos agitadamente y me contraje cuando lo sentí salir.

-Me encantas, princesa.

Mi cuerpo tiembla aparte por su voz y sus besos. Me deja con cuidado en los asientos de atrás, aunque seguía temblando. Se acomoda de nuevo en frente y me mira por el espejo retrovisor. Sonreía con orgullo, puso en marcha el auto de nuevo y me llevó a su casa.

SER EGOÍSTA SUELE ESTAR BIENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora