Capítulo 35

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Adler abre la puerta de su casa y me deja el paso, dudé, seguía sin creer que esto era una buena idea porque no me gustaba vivir por la lástima de Adler. Aunque me había aclarado que no lo hacía por lástima, sino porque quería hacerlo.

-Hay varias habitaciones, puedes elegir cualquiera.

Se acerca a mí tomándome por la cintura y sentí su respiración en mi oreja.

-O puedes dormir conmigo, no me molesta.

Me sonrojé muy levemente pero él sonríe y se aparta para cerrar la puerta y acompañarme a las habitaciones.

-¿Ha..Hay una... qué esté al lado de la tuya? -me atreví a preguntar, aunque ni siquiera podía verlo a los ojos al preguntar.

-Por supuesto, esperaba que eligieras esa en realidad.

Lo miré notando su sonrisa. Me señala la puerta antes de caminar hasta esta y abrirla.

-Gracias... -murmuré.

No quería quedarme mucho tiempo aquí, para no molestar. Pero Adler parecía muy empeñado en hacer que me quede.

-Descansa si quieres, o puedes tomar una ducha, agarra lo que quieras. Yo estaré en la cocina, cuando tengas hambre te serviré un poco.

-Estás haciendo demasiado por mí, ¿no crees? -me abracé a mí misma.

Él suspira y pasa sus manos por mis brazos, me acerca a su cuerpo y besa mi frente con tanta ternura que hasta me paralizaba.

-Jamás sería demasiado, te lo debo todo... así que esto no es nada.

-No me debes nada... -murmuré.

-Claro que sí... Ahora ve, haz lo que quieras mientras yo preparo algo para comer.

Suspiré profundo pero asentí. Él se aleja, se despide una vez más y cierra la puerta. Escuché sus pasos alejarse, yo miré a mi alrededor en la habitación y decidí ir al baño, tenía todo lo necesario y algunas toallas. No tenía ropa por la que cambiarme en realidad. ¿A Adler le molestará si agarro un poco de su ropa? Sería abusar de su amabilidad...

Él me había dicho que agarrara lo que quiera, sé que solo se refiere a lo de aquí. Resoplé y salí de la habitación para entrar en la de Adler, no estaba aquí. Bueno, dijo que estaría en la cocina... Me acerqué a su armario y rebusqué en la parte de atrás, saqué una remera y decidí que usaría estos shorts que traía, no estaban tan sucios.

Me alejé y regresé a la otra habitación, entré al baño y preparé todo. Me ayudó a relajarme, aunque no por mucho porque estando en medio del baño recordé todo lo que malá me había dicho y volví a llorar, pensaba en ahogarme con el agua de la bañera pero preferí no hacerlo. Salí de la bañera luego de limpiar mi rostro y me puse la ropa.

Salí de la habitación y fui a la cocina, en realidad no tenía ganas de comer nada... pero quería estar con Adler. Él parece escucharme llegar, a pesar de tener su mudica sonando, porque me mira por encima del hombro y sonríe pero se queda a mirarme de pies a cabeza.

-Creo que... verte con mi ropa es mejor que usarla yo.

Se da vuelta sacudiendose las manos hasta tomarme por la cintura y besar mis labios; pude sonreír, aunque sea un poco.

-Y antes de que te disculpes, porque sé que lo harás... Puedes agarrar mis cosas, usarlas, hasta romperlas y te lo permito.

Lo miré a los ojos antes de abrazarlo pegando mi cabeza a su pecho y con mi labio temblando. Era tan amable que no sabía cómo agradecérselo. Adler me rodea con ambos brazos y apoya su barbilla en mi cabeza. Mi cuerpo temblaba nuevamente y mi respiración se volvía agitada y fuerte.

-Todo estará bien, princesa. Estás mejor aquí que en ese lugar.

-No quiero aprovecharme...

-No lo haces, yo soy el que te obliga -besa mi cabeza.

-Adler...

Escuché pasos acercarse, miré a la entrada de la cocina donde allí estaba parado un hombre, bien vestido y arreglado, tenía mucho parecido a Adler pero a la vez no se parecían tanto si prestabas atención. Pero era apuesto, igual que Adler.

-¿Adler? -cuestiona el hombre con la mirada.

Recordé como estaba en estos momentos y quise que la tierra se abriera bajo mis pies y me tragase por completo. Pero como eso no era posible, me escondí tras Adler y limpié mis lágrimas.

-Padre, ella es Keira...

-¿Es ella? -su tono de voz parecía de sorpresa, ¿sabe quien soy?

Lo miré desde atrás de Adler y asentí apenada, él me mira atento pero entonces noté como sus ojos se cristalizaban, ¿iba a llorar? Me salí de detrás de Adler haciendo notar mi confusión.

-Fue por ti que mi hijo sigue conmigo. Gracias a ti él está aquí... -miré a Adler pero el metió sus manos en los bolsillos de su pantalón y bajó la mirada sonriendo con un poco de lástima.

-Te lo dije... te debo todo, princesa.

No comprendía porqué ambos hombres aquí me miraban como si fuera alguna clase de ángel que los había salvado del fin del mundo. Pero eso solo me hizo preguntarme: ¿qué había hecho Adler para tener a su padre así?

-Lamento todo esto... -el hombre se disculpa pasando una mano por sus ojos-. Pero ¿puedo preguntar qué sucedió?

Sabía que se trataba por el estado en el que me había encontrado, no podía mentirle con decir que solo vine como compañía de su hijo porque era obvio que no era así.

-Se quedará con nosotros... -habla Adler antes que yo-. Su casa no es un lugar agradable y preferiría que no vuelva allí.

-Entiendo hijo, y Keira... estás más que bienvenida a esta casa. Espero que lo que ocurra en tu vida tenga solución.

Yo también lo espero, señor... Suspiré y asentí a la vez. Sonreí un poco pero el padre de Adler inhala bastante aire.

-Iré a recostarme, buenas noches a ambos.

-Buenas noches, señor...

-Por favor, Keira, llámame Hans.

Asentí, él sonríe antes de dar media vuelta y alejarse hasta desaparecer en los pasillos. Volteé a ver a Adler pero él se había girado a mirar la comida que hacía.

-¿Tienes hambre? -pregunta tratando de evitar el tema que yo quería tocar.

-En realidad no... lo siento.

-Está bien, no tienes porqué disculparte. Si no tienes hambre pues no necesitas forzarte.

Le sonreí, él se sirve para sí mismo y guarda el resto. Decidí acompañarlo a pesar de haberme dicho que podía irme y dormir. No lo hice, nos quedamos hablando mientras él cenaba; me hizo sentir mejor, reímos, conversamos mucho, y conseguí relajarme. Gracias a Adler.

SER EGOÍSTA SUELE ESTAR BIENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora