Capítulo 43

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Bajé las escaleras pero entonces me recibieron con una lluvia de pétalos y la gente sonriendo. Haciéndome sentir como una verdadera princesa.

-¡Sorpresa!

Estaban los padres de ambos chicos, Lizbeth con las demás chicas del servicio y Naya. Por primera vez me sentía muy bien en este día y sentía que fuese especial... que yo era especial...

-¡Ow, amiga...!

Naya corre a abrazarme y consolarme mientras yo intentaba no derramar lágrimas. Más por el maquillaje que por otra cosa.

-Lo siento... es que...

-Calla, burra -me reprende en broma-. No necesitas disculparte, todos entendemos sin que lo menciones.

Ambos chicos se me acercan igual, Naya les da espacio y ellos me abrazan por turnos, se los agradecí, más por sus susurros a la hora de abrazarme. Entonces miré a todos lados y los pétalos en el suelo.

-Lo siento Liz, chicas... tendrán que limpiar esto -dije haciendo reír a los demás.

-No se preocupe, señorita, para eso estamos -ella le hace señas a a alguien y entonces aparecen dos chicas empujando una carretilla donde estaba un enorme pastel de cumpleaños.

-¡Dios! ¡Es enorme!

Y al instante de decir esas palabras me arrepentí. Adler se acerca a mi oreja para susurrar.

-¿Eso fue lo que pensaste cuando me viste desnudo por primera vez?

-¡Adler! -intenté darle un golpe sin fuerza pero aún así se aparta riendo y los demás le siguen al imaginarse lo que habrá dicho.

Mi rostro estaba enrojecido por completo, quería volver arriba y ocultarme, pero entonces todos se me acercan y empiezan a felicitarme.

-Feliz cumpleaños, Keira.

-Felicidades.

Sonreí enternecida, me colocaron el pastel en frente y pidieron que pidiera un deseo al soplar las velas. Pero ¿qué podría pedir? Ahora lo tengo todo... antes hubiera pedido que mi pesadilla con mamá y Jena terminara, pero ya lo ha hecho... Y estoy tan feliz por eso. Apagué las velas y todos aplauden. No estaba nada acostumbrada a ser el centro de atención, me sentía avergonzada, como una niña pequeña y tímida que conoce a unos extraños.

Me oculté entre los brazos de Chris y Adler haciéndolos acercarse, todos parecen enternecido y conmovidos conmigo. Ambos apoyan sus manos sobre mí y sentí que cada uno me dejaba un tierno y casto beso en mi cabeza.

-Vengan, que la cena ya está servida -anuncia el padre de Adler haciéndonos ir a todos al comedor.

Tomamos nuestros lugares, aunque ambos chicos a mis lados. La cena fue tranquila, o bueno... no tanto, porque el padre de Adler y los de Chris se llevaron muy bien, e incluso con Naya. La distrajeron tanto que parecía ser que se había olvidado de mí. No me molestaba, en realidad me gustaba que se sintiera en confianza con todos nosotros. Aunque eso no era tan difícil de conseguir.

-¡Hm! -solté mi cubierto de golpe haciendo que todos me mirasen.

-¿Sucede algo, cariño? -pregunta la mamá de Chris.

-N..No, nada... Solo se me resbaló, lo siento.

Sonreí con una disculpa y miré fulminante al hijo de aquella señora. Él no me mira, sino que sigue comiendo con una mano, ya que la otra estaba yendo debajo de mi vestido. Resoplé e intenté calmarme y volver a tomar el cubierto pero nuevamente me sobresalté cuando la mano, ahora de Adler, también se metía por debajo de la falda del vestido.

-¿Qué hacen? -hablé en susurros mirando a ambos.

Fingieron no escucharme, en realidad se metieron en la conversación de los demás. Traté nuevamente de disimular pero era tan complicado con ambos chicos cómplices actuando juntos por primera vez para mover mi ropa interior y frotar sus dedos en mí. Traté de cerrar mis piernas para detenerlos pero las abren y rápidamente Adler mete dos dedos en mí.

-¡Nhg...! -cubrí mi boca rápidamente.

Por suerte se me había escapado cuando todos rieron con fuerza por algo que alguien había dicho y ni se dieron cuenta. Bajé una mano y enterré mis uñas en la piel de Adler mirándolo mal. Él sonríe y se me acerca.

-¿Quieres que me detenga?

-¡S..Sí! -susurré.

-¿Segura?

Baja la intensidad de sus embestidas y sentía que no iba a llegar de ese modo, hace el amago de quitar su mano pero la apreté y la apegué a mí. Adler ríe por lo bajo y mueve sus dedos de nuevo, sabía que estaba mal... y que podían descubrirnos, pero eso solo lo hacía más emocionante. Miré a Chris que seguía atajando mi pierna, agarré su mano e igual la acerqué a mí, la puse más arriba que Adler hasta que pudo encontrar mi clítoris y lo estimuló.

Me retorcí un poco en mi lugar fingiendo acomodarme, entonces quería gemir, mis piernas se contraían y solté un suspiro profundo tratando de disimularlo. Hasta que apreté sus manos con mis piernas, me recosté en el hombro de Chris fingiendo estar adormilada y él me ayudó a ocultar mi rostro con mi cabello y su mano acariciando mi mejilla. Comencé a temblar por el reciente orgasmo que tuve que contener.

Adler saca sus dedos y acomoda mi ropa, sonriendo orgulloso, Chris aguantaba la risa de travesura mientras que yo trataba de tranquilizar mi respiración.

-Parece que ya se está haciendo muy tarde y la cumpleañera tiene una sorpresa más aún... -habla Chris acariciando mi cabeza.

-Es verdad, sirvamos el postre -le sigue Adler limpiando su manos con una servilleta de tela.

Aunque estaba segura que si no había público los iba a chupar sin pudor como lo hizo todas las veces.

-Tienen razón, está bien.

Me enderecé sonriendo de nuevo, pero entonces apoyé mis manos en las piernas de ambos chicos, las deslice hacia arriba haciéndolos suspirar pero entonces agarré con fuerza sus miembros, ambos tuvieron que contener su quejido de dolor.

-Comamos el postre.

Ellos me miran fulminante y yo les di una sonrisa angelical que los hizo bufar. El pastel fue repartido a todos y nuevamente iniciamos una conversación mientras lo comíamos tranquilos, ahora sí... sin que ninguno de los dos estuviera metiendo sus dedos en alguna parte. Pero entonces Adler se levanta cuando terminamos.

-Lo siento mucho, pero creo que llegó la hora de llevar a la cumpleañera a su penúltima sorpresa.

-¿"Penultima"? -murmuré.

Adler me mira sonriendo y me hace levantarme. Nos despedimos de los demás, pero lo extraño fue que Chris no se levantó ni nos siguió esta vez. Adler me saca de la casa y me lleva a su moto.

-¿A dónde vamos? -insistí en saber.

-Ya sabes que conmigo son sorpresas, lo sabrás cuando lleguemos.

Me coloca el casco sobre la cabeza sonriendo y nos subimos a la moto, él me hace sujetarme por su cintura antes de arrancar y acelerar.

SER EGOÍSTA SUELE ESTAR BIENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora