-No necesitabas acompañarme... no quiero entretenerte mucho.
-Pues me agrada que lo hagas porque no tendría algo más para hacer ahora -Adler sonríe.
Subí los peldaños de mi casa hasta la puerta principal, él mira la estructura y sonríe.
-Sabía que eras una princesa.
-Si eso crees...
Abrí la puerta y lo miré un segundo, sonreí poco.
-Gracias... ¿Nos vemos mañana?
-Claro, mañana... pasado... Ahora será seguido los días que nos veamos.
En ese instante recordé que seguía conservando su chaqueta de aquella vez.
-Espera aquí, te devolveré tu chaqueta y...
-Ya te había dicho que no necesitabas hacerlo, te dejé conservarla... ¿Está bien?
-Pero...
-Nada, princesa. Buenas noches -hace una reverencia antes de volver a mirarme-. Si necesitas cualquier cosa, tienes mi número.
Asentí. Él se despide al igual que yo y se aleja de la casa. Entré a esta cerrando la puerta tras de mí y fui directo a mi habitación teniendo aún la sonrisa pegada a mi rostro. No creía que nada podría quitármela, puse música e hice mi tarea sin interrupciones, al menos por un rato.
-Eh, idiota -Jena entra a mi habitación, acabando con mi tranquilidad.
-¿Qué pasa?
-Saldré esta noche -pone una montaña de libros sobre mi escritorio-. Esta es mi tarea, te la dejo.
Fruncí los labios, quería gritarle que no, que ella tiene que hacer su propia tarea, pero preferí calmarme.
-Ahora estoy ocupada con la mía, no creo que pueda...
-No te estoy preguntando si puedes o no, te estoy diciendo que la hagas. ¿O quieres que le hable a mi mamá?
-¿Y qué le vas a decir? -me atreví a responder.
-¿Quieres saber?
Su sonrisa me indicó que nada bueno iba a salir de esto. Antes de que pueda decir algo ella tira sus cosas al suelo y grita por mamá, ella entra corriendo.
-¡¿Pero qué pasa?!
-¡Esa maldita tiró mis cosas y me quiso golpear!
-¡¿Qué?! -me levanté de un salto-. ¡Eso no es verdad!
-¿Llamas mentirosa a mi hija? ¡¿Qué es eso de que la quisiste golpear?! ¡Además de arruinarle sus libros! Claro, como tú no eres la que los compra. ¡Solo te gusta desperdiciar el dinero de los demás!
-¡Pero yo...!
No importaba cuánto intentase, era en vano, ¿por qué seguía discutiendo con alguien que jamás estará de mi lado?
-¡Silencio!
Me golpea el rostro haciéndome sentar de nuevo y apoyar mi mano en mi mejilla, sentía ardor, y era porque como traía sus uñas largas, me había cortado. Un poco de sangre queda en mis dedos cuando miré mi mano.
-Recoge esto ahora mismo -apunta el desorden de los cuadernos de Jena.
-Que haga mis tareas como castigo, mamá...
-Eso, haz las tareas de tu hermana. Las quiero completas para mañana. Y si no la están, créeme que no me dolerá echarte de esta casa.
-¡No puedes hacer eso! -me levanté.
-No me hables en ese tono -apreté los puños y bajé la cabeza-. Puedo hacerlo, mi esposo ya no está aquí para evitarlo. Así que si quieres seguir viviendo aquí, entonces vivirás bajo nuestras normas.
Como si no estuviera haciendo desde antes... Apreté los dientes y quise llorar de la rabia pero me contuve. Ellas salen de mi habitación dando un portazo a la puerta, me senté de golpe en mi silla y masajeé mis sienes para tratar de calmar el dolor de cabeza que me ocasionaba todo esto. Miré mi teléfono y recordé las palabras de Adler antes de irse. Pero a la vez miré la hora, no quería molestarlo, así que olvidé eso. Solo fui a mi mesita de noche para abrir el último cajón de estos y sacar la chaqueta que había guardado allí para no olvidar donde estaba.
La extendí y observé por un buen tiempo antes de ponérmela, me quedaba grande. Volví a sentarme frente a mi escritorio y me acomodé la chaqueta antes de abrir el primer libro de Jena y empezar a hacer su tarea con desgano. Por un momento pensé en hacerla terriblemente mal... otra vez... pero recordé la golpiza que me había dado mi madre por eso y preferí no repetirlo. Pasaba el bolígrafo trazando las palabras en el papel, pero en un momento me detuve de golpe.
-Es injusto...
La primera lágrima cae sobre el papel, luego le siguieron las próxima hasta que me separé para dejar de mojar el papel y que Jena se quejara por eso también. Cubrí mi rostro con ambas manos y evité soltar sollozos para no hacer mucho ruido. Me estiré del cabello con frustración pero me sobresalté por unos toques en la puerta del balcón. Vi una sombra tras las cortinas y mi primera opción fue gritar, pero no lo hice.
-Keira, abre...
No respondí, tampoco moví ni una parte de mi cuerpo.
-Por favor... abre.
Resoplé profundo antes de levantarme, caminé hasta la puerta del balcón, limpié mi rostro y abrí la puerta, lo miré con severidad.
-Chris, vete de aquí antes de que grite y llame a mi madre.
-Ambos sabemos que te culparán a ti primero...
Fruncí los labios con molestia porque sabía que tenía razón. Él inspecciona mi rostro y frunce el ceño.
-¿Estuviste llorando...?
-¿Qué quieres? Dilo antes de que te tire del balcón.
-Por favor, Keira, déjame hablar contigo. Necesito hacerlo...
-¿Por qué? ¿Qué necesita de mí el novio de mi hermana?
-Ex... novio...
Sí, me sorprendí, y no pude disimularlo a tiempo, pero parpadeé varias veces.
-No me importa, ¿qué quieres?
-Quiero contarte lo que pasó... ya no me importan las amenazas de nadie. No puedo estar un minuto más sin decirte que... aún me gustas.
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SER EGOÍSTA SUELE ESTAR BIEN
Teen FictionDesde siempre tuvo que saber lo que era darle todo lo que tenía a alguien más, a pesar de no querer hacerlo. Quería ganarse el amor de mamá, pero tuvo que aprender por las malas que eso era algo imposible. Ella siempre elegiría a su hermana mayor. K...