Capítulo 10

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Cerré la puerta de la casa luego de cambiarme y por fin pude dejar de escuchar el griterío de mi madre. Suspiré profundo antes de ponerme los audífonos pero recordé que no tuve tiempo de cargar mi teléfono luego de usarlo toda la noche para no escuchar los gemidos de las demás personas. Bufé guardando todo y fui a la escuela sin música. Tuve que escuchar los molestos sonidos de la ciudad, los autos bocinando como si sus dueños se dejaran la vida en ello, todas las personas que hablaban por sus teléfonos juntas. Y demás.

Ninguna de mis mañanas son las mejores, pero esta estaba peor. Llegué a la escuela después de lo que para mí fueron años, luego de casi ser atropellada dos veces y señalada por algunos hombre. Normalmente ignoro todo esto cuando camino con mis audífonos y mi música ocupando mi mente, pero al no poder, me estaba poniendo de malas. Nada más llegar a la clase encontré un lugar donde conectar mi teléfono y dejarlo allí, cargando, mientras las clases comenzaban.

-Te ves algo... mal, ¿sucede algo? -Naya se sienta a mi lado.

-Nada, solo... no dormí muy bien.

-Ow, pobre. ¿Por qué fue?

-Am... seguro estaba incómoda o algo, no lo sé en realidad. Creo que dormiré un poco ahora...

-Está bien, si pasa algo te despierto.

Le sonreí agradecida mientras me acomodaba en mi lugar, me puse la capucha y me dormí mirando hacia la pared.

-Disculpe la tardanza...

Se escucharon muchos murmullos, sentí algo familiar pero como estaba por quedarme dormida no le presté atención a nada. Pronto no pude ni escuchar a los demás o a aquel extraño que había llegado recién. No me importó, en realidad me importaba más quedarme dormida ahora. Suspiré profundo y terminé por dormirme profundamente, solo esperaba no empezar a roncar porque moriría de vergüenza. Ni siquiera sé si ronco o no, pero espero que no sea así.

***

***

-Keira... Keira, despierta -Naya me remueve y yo respondí con un gruñido-. No sabía que eras mitad animal, como en libros.

-¿Qué pasa...? -murmuré mientras ella ríe.

-Tenemos deportes, tienes que cambiarte.

Gruñí de nuevo por la molestia de tener que despertar. Me levanté de mi lugar aún adormilada, pero pude notar que ya no había nadie aquí. Naya me guía, porque si fuera por mí me golpeaba con todo, y llegamos a los vestuarios de las chicas. Nos cambiamos rápido y fuimos a la zona en donde las chicas tenían la clase, que era distinto a donde iban los hombres. Y lejos para evitar encuentros.

No fue nada fuera de lo normal. Yo me quejaba por tener que correr o hacer actividad física, mientras que Naya se burlaba de mí e intentaba que siguiera su ritmo. Quería partirle el tobillo para poder descansar, pero claramente no lo hice. Jena en cambio estaba con otro grupo practicando lanzamientos con la pelota de vóley, por ser este su juego favorito. Nos detuvimos y yo dramaticé tirándome al suelo, Naya se ríe de mí hasta que la profesora nos regaña y me hace levantar.

-Vamos a tomar agua, ¿te parece?

Asentí cansada, ella me tiende la mano y yo la agarré para levantarme. Naya y yo fuimos a por el agua y luego traté de esconderme pero la entrenadora no me lo permitió y me llevó de regreso para que continuaramos. Fui tan feliz cuando había llegado la hora de irnos, con las demás nos fuimos a las duchas y luego a nuestras siguientes clases. Naya se adelanta y va a nuestros lugares pero yo me quedé en mi casillero para sacar mis cosas, noté entonces el lobo de peluche de aquella vez... Lo alcancé y observé por un corto periodo de tiempo.

SER EGOÍSTA SUELE ESTAR BIENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora