EXTRA

455 39 7
                                    

Me detuve de golpe al sentir que no podía más, que mis pasos no avanzaban como si una fuerza mayor me sostuviera y encadenara en el suelo, en la entrada de aquel lugar. Tragué grueso, mi corazón se aceleró y mi primer instinto fue salir corriendo pero nada más dar media vuelta me topé con el brazo de Adler frente a mí y que me impidió la huida.

—Tranquila... —murmura mirándome de reojo.

—No puedo hacerlo... —mi voz salió como un hilo mientras apretaba el brazo de Adler y mis piernas temblaban.

—Keira, ya han pasado años... debes intentar... —Chris me sujeta y abraza cálidamente—. Te sentirás mucho mejor cuando lo hagas.

—Princesa, tiene razón. Debes superar esto, yo sé lo que te digo...

Miré a Adler, en su mirada igual podía ver el mismo sentimiento que yo sentía... pero el doble. Suspiré profundo cerrando los ojos y mentalizándome. Asentí y volví a darme la vuelta hacia el lugar. Ambos chicos me toman las manos y me jalan hacia el frente con delicadeza para incitarme a seguir adelante. Caminamos por el lugar, veía algunas pocas familias, otras personas solitarias o acompañadas... algunos llorando y otros serios.

Mi respiración volvió a acelerarse y mis piernas temblaban de nuevo; todo lo que pasó esa noche revive en mi cabeza como si estuviera pasando de nuevo. Tan vivamente...

—¡Huh! —me sobresalté cuando ellos se detuvieron y al mirar al frente, noté que había llegado.

Me cubrí la boca con mi mano temblorosa, los sentimientos habían vuelto y son más fuertes que nunca. Las lágrimas comenzaron a nublar mi vista, di un paso más adelante y caí de rodillas frente a la tumba de mi padre.

—Papá...

Era la primera vez que venía, ni siquiera había estado en su funeral... ni siquiera me había acercado a este lugar luego de lo que pasó, siempre evité cualquier camino que estuviera cerca de aquí, aunque no pudiera ver el cementerio. Las terapias me habían ayudado a no culparme por lo que había sucedido pero seguía sintiéndome mal, lo quería de vuelta, aunque no estuviera tanto tiempo conmigo. Quería verlo de nuevo. Fue el único que me ayudó al darme una esperanza, a sobrevivir...

Escuché que Adler le decía algo a Chris, seguramente algo sobre darme espacio. Sus pisadas se alejaron de mí hasta ya no escucharlos, y yo me descargué con papá.

—Lamento no haber venido antes, estaba avergonzada... —apoyé mi mano más cerca de la lápida—. Te extraño, ¿lo sabías? ¿Por qué tuviste que irte tú? Nada fue igual, todo había empeorado, incluso todo en mí... estaba en mi peor momento...

Sentía como las lágrimas rodaban y caían por mis mejillas hasta el dorso de mis manos y el suelo, bajé la cabeza apretando los dientes, por tratar en vano de retener los sollozos.

—Pero ahora estoy bien... ¿Recuerdas al chico con el que me fugué? Sí, "esa" noche... Bueno, él fue de mucha ayuda, y Chris también, ¿lo recuerdas? No lo sabes pero antes de ser novio de Jena fue el mío. Marie y ella lo amenazaron para que me dejara. ¿Puedes creerlo? Porque yo sí.

Miré al cielo para evitar que más lágrimas sigan cayendo y me limpié las que pude, aspiré profundo para sorber mi nariz y me quedé en silencio un momento.

—Ahora ellos están conmigo, quiero decir... los tres estamos en una relación. Nunca creí que pasaría, ¿no te molesta? Creo que tampoco te lo esperarías de mí... pero es lo mejor, ellos me acompañaron en todo momento. Cuando seguía en casa, luego de irme, en la escuela, en la universidad... incluso cuando me había recibido, ¿lo sabes? Terminé la universidad hace dos años. Ahora soy una arquitecta y diseñadora conocida localmente.

Volví a cubrir mi boca con una mano y a temblar por el llanto acumulado. Me limpié antes de volver a hablar.

—Gracias por lo que me dejaste, me fue de mucha ayuda. Incluso tus contactos, por eso estoy donde estoy. Voy a terapias, y por fin he dejado las pastillas; Adler cocina muy bien así que la alimentación no es un problema, tiene su propio restaurante que también tiene un bar, le va increíble. Chris es un muy buen y conocido empresario, heredó la compañía de su padre y le encanta trabajar allí.

Recordé todo lo que habíamos logrado estos años y aquello me hizo sonreír. Miré mi mano, específicamente la izquierda, veía atentamente el anillo en el dedo anular.

—Yo... voy a casarme... —sonreí—. No sabía que existían bodas de más de dos, pero las hay. Tengo veintisiete así que creo que está bien, y no creo que existan otros hombres con los que quisiera pasar el resto de mi vida... El padre de Adler me llevará al altar, eso está bien, le tomé mucho cariño.

Dejé de mirar el anillo y solté un resoplido para dejar escapar todo lo que me retenía en el interior, todo el aire acumulado y trancado que por fin daba paso a uno nuevo.

—Quisiera que fueras... Me hubiera gustado, pero bueno... supongo que no era tu parte llevarme al altar.

Mi otra mano choca con el ramo de flores que había traído, lo tomé y se lo dejé en frente.

—Te traje esto, sé que eran tus favoritas.

Volví a temblar, apoyé una mano en la lápida y luego mi frente. Volví a derramar lágrimas.

—Gracias por cuidarme aunque no fuera tu hija, por darme todo hasta después de irte.

Calmé mi llanto y la respiración, entonces me levanté y limpié mi rostro.

—Nos vemos...

Me alejé sintiéndome mucho mejor como había dicho Chris, el nudo en mi corazón había desaparecido, al igual que el peso sobre mis hombros. Caminé un poco hasta que encontré a Chris, sentado en una banca. Estaba solo.

—¿Cómo te sientes? —pregunta al verme.

—Mejor...

Él me sonríe antes de levantarse y besar mi frente. Miré a todos lados en busca de Adler y lo encontré un poco lejos, Chris me jala para ir con él y nos acercamos lentamente. Estaba frente a dos lápidas juntas, rápidamente me di cuenta de que eran las de su madre y su hermano. Adler estaba de pie frente a ellas con las manos en los bolsillos, hasta que se dio la vuelta hacia nosotros.

—¿Lista? —me pregunta sonriendo levemente.

—Sí... ¿y tú?

Asiente una vez, levanté mi mano libre: la izquierda. Él saca su mano de su bolsillo y sujeta la mía; nuestros anillos de chocan pero él besa el mío antes de colocarse a mi lado y cambiar de mano.

—Vámos.

Chris y yo asentimos sonriendo y entré los tres abandonamos aquel lugar. Abracé a ambos chicos con gratitud y por turnos me dieron un beso cada uno, algunas personas nos miraban pero no les dábamos importancia. Solo éramos nosotros, y nadie más.

SER EGOÍSTA SUELE ESTAR BIENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora