Cuarenta

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                        Hyeri;

Una semana, sin saber de Jungkook desde la última vez que nos vimos.

Estuve llamándole, enviando mensajes pero nada. Y en el club no me encontré ninguno de sus amigos. Y el hombre que siempre me seguía en la camioneta se negaba a responder todas mis preguntas. Y todo eso, me estaba afectando terriblemente. Porque quería noticias de él, quería saber donde estaba, que pasaba, porque no aparecía. ¿Que es lo que lo tiene tan ocupado, que ni siquiera puede responderme o hacerme llegar algo que me indicara que está todo bien con él?. Estaba consciente de que tenía cosas que hacer, de que ocuparse. Y me podía incluso imaginar que tan díficil debían ser los asuntos que manejaba, pero ¿tan díficil era una llamada?, ¿un simple mensaje de texto?.

—Ya deja de mirar ese teléfono —es Yirem quién me lo quita y suspiro pasando mi mano sobre mi pelo algo frustrada y agobiada con el tema.

—¿Y si pasó algo malo? —pregunté preocupada y sin poderlo evitar.

—No pienses esas cosas —respondió Aisha—. Si hubiese pasado algo tú de seguro hubieras sido la primera en enterarte.

—Entonces ¿por qué no llama?, ¿por qué no responde? —cuestiono exhasperada—. Me siento hasta tonta por estar de esta forma. Pero es que..no dejo de pensar en él. En lo que hace. En cuan peligroso es todo a su alrededor.

—Hyeri —Yirem pone una de sus manos sobre uno de mis hombros a modo de apoyo—. Jungkook es el líder de la mafia coreana. Es su trabajo. Creeme que tiene todo lo necesario y sabe lo suficiente como para estar bien. A lo mejor solo está muy ocupado.

—Lo sé —suspiré presionando mis labios—. Pero es que simplemente...no puedo evitarlo.

—¿Quieres que vayamos a su casa? —dice Aisha, captando mi atención.

—No sé. No...quiero parecer un tipo de novia acosadora —negué.

—Pero su casa es el único lugar en el que posiblemente sepas algo de él —dijo Yirem, mirándome.

—No importa yo...solo esperaré que el aparezca —dije—. Además, supongo que no será la primera vez que pasará algo así y debería acostumbrarme ¿no?.

Ellas solo me miraron, pero no dijeron nada al respecto y yo suspiré cogiendo el vaso con malteada y tomando un poco de esta.

Por la noche, asistí como siempre a mi trabajo en el club. No es como si dejara de pensar en Jungkook durante ese tiempo, pero debía admitir que al menos me distraía bastante de ese tema.

Recogi las botellas de las mesas y luego limpié estas con un paño. Me dirigía nuevamente a la barra entregandole a Daisy todo lo utilizado y lo que debía llevarse al fregadero.

—¿Sigue sin dar señales? —me pregunta Daisy, cuando me detengo solo unos minutos tomandome un pequeño descanso.

—Mhm —murmuré—. Supongo que debe de estar ocupado. Solo dejaré de pensar en eso.

—Bueno...—me mira ella no tan convencida.

—Por cierto —hablo nuevamente cambiando de tema—. ¿Y Minah?. Hace varios días que no la he visto.

—Minah dejó de trabajar aquí —dijo ella.

—¿En serio? —pregunté sorprendida.

—Según sé, dijo que se iría a China. A hacer algo mejor —respondió Daisy—. Solo sabe Dios, que está haciendo ahora.

—Pero...¿se fue así de la nada? —pregunté sin entender y comprender bien del todo.

—Parece que su misión de conseguir a Jeon Jungkook no le funcionó y se aventuró en nuevos objetivos —dijo bromeando y sonreí un poco divertida.

Never Be The Same #𝟏 |𝐉𝐮𝐧𝐠𝐤𝐨𝐨𝐤 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora