☆•𝐂𝐔𝐀𝐑𝐄𝐍𝐓𝐀 𝐘 𝐍𝐔𝐄𝐕𝐄•✩

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Horas más tarde, ni San y mucho menos Chai, se habían movido del lugar en el cual se quedaron

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Horas más tarde, ni San y mucho menos Chai, se habían movido del lugar en el cual se quedaron. El Suppasit mayor permaneció al lado de las escaleras hasta el amanecer, con su cabeza recostada en la pared y sus piernas extendidas hacia el frente, mirada que divagaba a cualquier punto de la habitación. No entendía en qué momento todo llegó hasta este punto, no entendía porqué su padre tuvo que enterarse de esto, un secreto no dura para siempre, le había dicho First, ahora comprendía que este tenía razón.

Apretó sus manos en puños, y limpió las lágrimas que a duras penas continuaban saliendo sin su consentimiento.

Él había empezado esto... así que tenía que llevarlo hasta el final.

Asintió para convencerse de su decisión, no podía volver atrás, no podía arrepentirse o pedir perdón, no podía intentar hacer como si nada pasó y pedir que iniciaran de cero, él no podía hacer eso, no tenía permitido hacerlo. Así mismo como lo inició hace quince años, así mismo lo terminaría, aunque Mew nunca inició la guerra, San estaba seguro de que su hermano sabía que de esta, solamente uno podía salir ileso.

—Yo acabaré contigo... —susurra, sonriendo ladinamente y convenciéndose a sí mismo, de ello —la única forma en que esto termine, es acabando de raíz contigo, Mew. Sí, —Guarda un suspensivo silencio —haré lo que tuve que haber hecho desde hace mucho tiempo... voy a matarte.

Se pone de pie y sin cambiar su ropa, sale de su casa, tomando el dinero que Chai había dejado sobre la mesa. Antes de retirarse, voltea a ver hacia atrás, arriba en el área de los cuartos. Exhala profundamente y vuelve su vista hacia el frente, retomando su caminar para alejarse de ahí.

Ya perdió a su padre... no le queda nada más que perder.





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Mew va llegando a su casa al cabo de las cuatro de la tarde. El alcaide se había ofrecido a traerlos hasta Bangkok, pues de paso aprovecharía para pasar a darle un vistazo a la nueva casa que había comprado ahí mismo, cerca de la universidad. Por lo cual, al dejar a Mew en casa de Chai, partió rumbo a la que sería su nueva casa, a la cual por supuesto se mudaría Mew.

Al entrar a su casa, inmediatamente se percató del silencio que reinaba en ella, notó la ausencia de San, pues este siempre gritaba desde su cuarto mientras cantaba sus canciones de Rock favoritas. Frunció el ceño y se dio la vuelta para cerrar la puerta, esta, haciendo el característico sonido de su chapa al cerrar.

Es entonces cuando Chai que va saliendo de su cuarto, se percata de la presencia de su hijo. El peliazul clava su mirada con la suya, a diferencia de la del menor muestra confusión, mientras que la de Chai muestra culpa y dolor, camina poquito a poco hacia él, provocando que Mew retroceda por inercia y le observe extraño.

☆•𝑴𝑨𝑹𝑮𝑰𝑵𝑨𝑫𝑶•✩ - [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora