☆•𝐄𝐏Í𝐋𝐎𝐆𝐎 (𝑺𝒆𝒈𝒖𝒏𝒅𝒂 𝒑𝒂𝒓𝒕𝒆)•✩

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—Dios, por favor apiádate de mí, ya no puedo m-más

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—Dios, por favor apiádate de mí, ya no puedo m-más... ¡Buaaaaaaarrrggh! — Otra arcada más lo obligó a guardar silencio.

—Pobre... —Siseó el más bajo, observando con un empático dolor a su amigo, o bueno, a los pies que se asomaban por debajo de la puerta del cubículo del baño —¿qué vez es esta?

—La cuarta en los últimos cuarenta minutos —respondió Jin. Jimin gesticuló una expresión de dolor y un tanto de comprensión.

—¿Y sí habrá ido al doctor? Gulf dijo la ocasión anterior que sí lo había llevado y que incluso le habían recetado las medicinas correspondientes, ¿por qué su enfermedad aún persiste? —Cruzó sus brazos, sosteniendo la botella de agua que había comprado para su amigo.

—Mm. —respondió Jin, con su mano en su mentón, pensativo él. —Es extraño. Mew siempre ha sido alguien saludable, o bueno, al menos lo fue durante los dos años que vivió en el reclusorio. —Jimin asintió.

—¿Ya estás bien, Mew? —preguntó de inmediato, al notar como su amigo de un color casi amarillento y con ojos divagando, salía del baño a pasos lentos mientras frotaba su estómago.

—Dentro de lo que cabe creo que ya salió todo lo que debía de salir —musitó, su voz sonada débil, cansada, en un hilo casi inaudible. De hecho, de no ser por la cercanía que habían mantenido los chicos junto al cubículo, probablemente ni siquiera lo habrían escuchado.

—¿Quieres que te llevemos al médico? —cuestionó Jin, realmente preocupado por el peliazul. Llevaba alrededor de tres semanas con esos síntomas que parecían reacios a marcharse, atacandole en cualquier momento. Mew incluso había tenido que salir corriendo en horas de clase para no verse obligado a vomitar frente a todos. —O podemos llamarle a Gulf para que te acompañe.

—N-no... —Mew terminó de enjuagar su boca con el agua que le dió Jimin —no nos vemos desde el lunes, él dijo que su trabajo lo mantendría muy ocupado y a mí la universidad, bueno... — Jin y Jimin compartieron una consternada mirada al percatarse de lo cristalinos que se habían vuelto los ojos de Mew en tan solo cuestión de segundos. El peliazul levantó su rostro con lentitud y se encaró así mismo en el espejo —y si... ¿y si Gulf ya no me quiere? —Sollozó audiblemente. —Sé que me está ocultando algo... pero no le recriminé nada porque no quiero asfixiarlo. Mi padre dice que no debo atocigarlo, pero yo no lo atocigo, yo... ¡solo lo extraño mucho! — El volumen de su llanto incrementó dejando a ambos amigos con la boca abierta y sin saber qué decir.

Jimin fue el primero en acercarse a él y rodearle con su brazo, dándole tranquilizadoras palmaditas en la espalda.

—No pienses eso, Mew, Gulf te ama. —Consoló, por supuesto que aquello no era mentira.

☆•𝑴𝑨𝑹𝑮𝑰𝑵𝑨𝑫𝑶•✩ - [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora