Capítulo 8

146 8 0
                                    

Once quince, Yurim trataba de encontrar la posición perfecta para dormir, pero por más que se esforzaba no lograba conciliar el sueño, era por demás insostenible, le hacía falta sentir que Jimin estaba a su lado.

Frustrada miró la hora desde su móvil, pasó ya un rato desde que supo de Jimin, mismo que prometió verla en casa, pero cuando llegó, se llevó con la sorpresa de que no estaba.

—¿Y si le sucedió algo?—murmuró con angustia, por lo que no dudó en buscar entre sus registros de llamadas el de Jimin, pero fue en vano porque la puerta de la habitación se abrió y como por arte de magia su preciado chico apareciendo sin verse para nada animado.—¿Estás bien? Estuve preocupada.

Jimin de mala gana dejó su saco sobre uno de los taburetes con la intención de ir a tomarse una ducha, no sin antes responder la pregunta de Yurim con otra interrogante.—¿Eso importa?

Yurim notó cierta hostilidad en Jimin, regularmente cuando se veían por las noches lo hacían con buena actitud mientras se profesaban lo mucho que se extrañaron durante el día.

—¡Oye! Estás así por no haber podido cenar contigo, pero sólo debes entender que mi madre—inmediatamente Jimin la interrumpió de forma precipitada.

—Si ya lo sabes no hacía falta que me lo preguntaras. Y sobre tu madre...no es ninguna novedad. A veces me pregunto hasta cuándo dejará atrás su desprecio por mi, por más que me esfuerzo nunca logro agradarle.

—Y eso qué importa, a la que le debes de agradar es a mi, tú sabes perfectamente que te elegí por encima de todo.

—Pero no de tu carrera.

Yurim recibió esa declaración de forma estoica, sabía que tarde o temprano esa clase de reproches llegarían a su matrimonio, por ser una de las razones por las que en ese momento no podía complacer a su marido con el tan ansiado hijo.

—Te habías tardado. Si crees que soy un impedimento para que seas padre, entonces, sabes muy bien lo que tienes que hacer. Buenas noches.—fue lo último que Yurim externó para cubrirse con la sábana de pies a cabeza.

—Yurim...yo.—Jimin revolvió sus cabellos frustrado por el resultado de esa discusión. No tenía que terminar así, en realidad ni siquiera tenía ánimos de pelear esa noche.

Y si algo le aterraba a Jimin era la idea de renunciar a Yurim, ella lo era todo para él, y no luchó en vano durante tantos años para finalmente estar a su lado. Incluso si iban en contra de la familia Jeon.

Podría vivir sin techo o los elementos básicos para la subsistencia, pero jamás sin Yurim.

Jimin ahora estaba más que determinado a salvar el barco antes de que se hundiera con todas las promesas que hicieron desde jóvenes. Entre esas respeto y amor eterno.

Algo que en cierta manera mancilló esa noche por dos cosas: había cuestionado la carrera que tanto amaba su esposa y dos, sus labios tocaron los de Hanbyul en el peor momento de su vida.

Era imperdonable, y ni siquiera existían excusas para remediar su comportamiento, ni Yurim, ni Hanbyul merecían esto. 

Pero no habían explicaciones para lo que Hanbyul le hizo experimentar con sólo un roce, se sintió por segunda vez como un adolescente, uno que no era pero actuaba conforme a uno y muy imbécil. Ya estaba algo mayor para hacer esas cosas y mucho más si era con una alumna, pareciendo incluso estarse aprovechando de ella.

Pero que Hanbyul le haya correspondido, fue totalmente inesperado. Ni siquiera podía imaginar con qué cara la vería mañana. Y como lo haría con su esposa que no merecía esto.

—Perdóname.—dijo cabizbajo antes de salir a dormir en el sillón de la sala.
Estaba tan avergonzado hasta de compartir la misma cama con Yurim.

[••••]

El olor a comida impregnó las fosas nasales de Jimin, quien yacía dormido incómodamente en el sillón, y tan pronto abrió los ojos se encontró a Yurim a punto de abandonar el departamento con su ropa deportiva, porque todo indicaba que las rutinas con su madre persistían aún en días fríos.

—Te dejé el desayuno listo.—Yurim afirmó mientras se colocaba las zapatillas deportivas y por cómo tenía las expresiones muy rígidas, todo indicaba que seguía molesta.

Jimin al escuchar, paró de golpe mirando en dirección a la mesa donde sobresalían platos con diferentes guarniciones y un gran omelette.

Aquel gesto lo tomó por sorpresa, mucho más cuando Yurim odiaba la cocina pero su chica se estaba esforzando por remediar el desastre de la noche anterior.

Mientras Jimin se creía el peor de los hombres por haberle pagado tan mal.

—N-No vas a desayunar conmigo.—preguntó Jimin nervioso.

Yurim se giró fingiendo indiferencia, cuando por dentro quería correr a los brazos de su esposo y llenar su rostro de besos, pero admitía que aún tenía presente la última conversación que sostuvieron.

—¿No sigues enojado creyendo que soy la peor esposa por no darte un hijo?

Jimin negó frenéticamente removiendo la manta con la que se cubrió durante la noche y se puso de pie, lo siguiente que hizo fue abrir sus brazos esperando a que Yurim aceptara el abrazo de disculpas que humildemente le ofrecía.

Esperó poco para sentir los brazos de Yurim rodear su cintura al mismo tiempo en que reposaba su cabeza en el duro pecho del masculino.

Sentir el pequeño cuerpo de su esposa buscar refugio en él, le hizo entender por qué estaban juntos; era muy sencillo, ambos se necesitaban más de lo que eran capaces de dimensionar.

Entonces, si a lado de Yurim tenía todo, por qué buscó los labios de otra mujer.

¿Acaso era tan egoísta que su matrimonio no le era suficiente?

Love AffairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora