Capítulo 27

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Si había un ser más odiado sobre la tierra que no fuese el mismísimo diablo, ese sería Park Jimin.

Luego de ser llevado por el cuerpo policial y judicializar el incidente de Yurim, la noticia de Jimin tratando de deshacerse de su esposa recorrió por cada rincón del país, y de la mano aquellas especulaciones del masculino teniendo una aventura con una de sus alumnas. Sencillamente a una sociedad tan conservadora les resultaba repugnante, sobre todo si de por medio estaba la mujer más querida del país.

—Por un momento desearía verdaderamente que Yurim no despierte. Cuando lo haga y pida explicaciones ¿Qué pasará?

La señora Jeon le contaba con pesar a su hijo mayor mientras ambos velaban el sueño de la menor de la familia, quien después del accidente pasó la mayor parte del tiempo sedada a petición de su madre para contrarrestar las secuelas que lastimosamente llegaron a marcar cada ámbito de su vida, por ejemplo, el de que existían pocas probabilidades de que ella volviese a pisar un escenario, o el hecho de que su amado esposo no era ese maravilloso hombre que amó por tanto tiempo.

—Es inhumano someterla al aislamiento sólo para no lastimarla más. Yo sé que Yurim es capaz de soportarlo.

—Hijo, es todavía más inhumano creer que las personas somos de madera. El canto lo es todo para ella.

—Tampoco es como si toda la vida la condenemos a esa cama.

Madre e hijo continuaron a lado de Yurim durante toda la noche, ambos preocupados aún más por el destino de la pareja que había llegado a su punto más álgido, que ni siquiera había retorno.

Y aunque la chica parecía ajena a su alrededor, estaba demasiado consciente, lo hacía cuando las enfermeras llegaban a cotillear sobre su vida mientras le suministraban medicamentos, mientras su madre y hermano se lamentaban, mientras todos buscaban desesperadamente ocultar la realidad.

En cuanto su familia dejó la habitación, abrió los ojos dejando escapar un profundo suspiro. Al mismo tiempo que lagrimas recorrían por sus mejillas maltratadas a causa de los estragos del accidente, y llevó una de sus manos a la parte más afectada, su garganta, por lo que, irremediablemente reprimió sus llantos porque finalmente la realidad superó a la ficción, justo como meses atrás se lo hizo saber a su esposo.

[••••]

—Yo a esa mujer la amo.—era ya la quinta vez que Jimin repetía lo mismo, a tal grado de impacientar al detective sin poder sacarle algo más al ahora sospechoso.

—¿Usted cree que es suficiente? Todas las pruebas lo acusan.

Y aunque todas las pruebas según el detective lo incriminaran, a Jimin le resultaba inaudito, jamás sería capaz de atacar a la persona con lo que compartió techo por casi diez años, no cuando estaba más que decidido hacer las cosas de la mejor manera posible para salvar ese matrimonio.

—Tiene visitas.—otro de los detectives entró interrumpiendo a los dos hombres que ya se encontraban más que alterados.

Para Jimin fue un rayo de esperanza, mientras rogaba porque una de esas visitas fuesen alguno de los Jeon, sin embargo, toda esperanza desapareció cuando la pequeña figura de Hanbyul entró a ese gélido cuarto en donde había estado recluido los últimos dos días.

Hanbyul le sonrió ligeramente a Jimin como si verlo en esa situación fuese tan satisfactorio, que no pudo contenerse para hacerle saber sus pensamientos.

—Le sientan bien los problemas profesor Park.

Había enloquecido, fue lo primero que pensó en pelirubio. Aunque, en realidad él perfectamente creía que todos estaban al borde de la locura y él era el único cuerdo, pues tenía cientos de reporteros y medios de comunicación acorralándolo, la familia Jeon en cualquier momento le declaraba la guerra y parecía que Hanbyul también llegó hasta él para lo mismo.

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