Capítulo 23

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Hanbyul quedó impresionada por el lujoso restaurante donde Jimin había decidido llevarla, parecía uno de esos lugares sacados de un cuento de hadas, sin olvidarse de la cantidad absurda de aperitivos orientales que el hombre le encomendaba al camarero.

—Puedes pedir lo que quieras.—Park le entregó la carta a la menor con un gesto demasiado sereno, como si el dinero no fuese un problema en ese momento, aunque, en realidad no lo era. Jimin había ganado suficiente dinero como abogado antes de dedicarse a la docencia, dinero y bienes que le darían una vejez tranquila.

Ante la generosidad del masculino, un sentimiento de anhelo la invadió; Los últimos días vio en él cierta amabilidad y todo tipo de atenciones. Quizá ese niño en camino había llenado de bendición aquella solitaria vida que la tenía atrapada.

¿Podría ser esta una cena de compromiso? O tal vez la noticia ese inminente divorcio.

Pero todas esas expectativas se acabaron cuando esa resplandeciente sonrisa que acompañó todos esos días a Jimin se borró.

—Hanbyul ¿Qué opinas de terminar tus estudios en el extranjero? Tal vez, Harvard, Oxford. Podrías intentarlo, yo me aseguraría de cubrir la matricula y gastos de manutención.

La chiquilla dejó caer los cubiertos e inquisitivamente trató de saber a través de los nobles ojos de Jimin la razón. Porque ella sinceramente no encontraba una, iban a tener un hijo, lo más sano era comenzar a vivir juntos, y quizá más adelante pensar en matrimonio.

Pero algo había cambiado en Jimin, aquella noche cuando vio a su esposa compartiendo un poco de su felicidad con otro hombre lo llenó de miedo, y simplemente mandaría a la mierda la promesa que le hizo a Jungkook, ni en sus peores pesadillas dejaría a Yurim, tal vez si le contaba la verdad e imploraba por su perdón, ambos podrían escribir nuevas líneas en su historia, una donde Hanbyul no tenía cabida.

—Tendré un hijo tuyo ¿Acaso me estás ordenando que me retire pacíficamente? ¿Qué hay de ese bebé, te volviste loco y decidiste tirarnos a la basura?

—Hanbyul, allá fuera existe un futuro brillante que te espera, tienes grandes cualidades para encontrar el éxito, que es lo que siempre has querido, y yo estoy dispuesto a colaborar para que lo cumplas, y por el niño descuida, yo me encargaré de él.

—Tener éxito ya ni siquiera me interesa, no cuando existe una posibilidad de tenerte.—Hanbyul buscó las manos de Jimin, sin embargo, éste sutilmente se apartó.

—Tengo una esposa, no puedo dejarla, y por más que lo haya intentado termino aferrado a ella. Si quieres maldicirme o golpearme, hazlo. No merezco más que tu rencor, pero aún así estoy dispuesto a responder por mi acciones, porque sé que esto de alguna u otra forma terminó por frustrar el futuro que tanto has soñado, entonces, por qué te retendría a mi lado.

Por primera vez Hanbyul encontró culpa en los ojos de Jimin, y ahora todo era claro, el abatido hombre se encontraba acorralado y la respuesta era muy sencilla, él amaba a Yurim.

Pero ¿Tan fácil era para él desechar a  Hanbyul como un trapo viejo?

—Tendré un hijo tuyo ¿Acaso no es la razón más sensata para pensar en el divorcio? Ese niño necesitará de sus padres, porque yo me niego que a experimente la misma desdicha que tanto ha lacerado mi vida.

—Me encargaré de que eso no suceda, jamás privaría a mi hijo de crecer en una familia. Sólo necesitas entregármelo.

A Hanbyul no le tomó mucho entender el significado de las palabras de Jimin. Por supuesto que él desesperadamente quería un hijo, uno que Yurim no podía darle, pero ella fue capaz de hacerlo. Y ahora ellos descaradamente querían arrebatárselo. Finalmente, entendió de dónde venía aquella amabilidad de ese matrimonio por acogerla en casa, pero no eran más que conjeturas, porque Yurim ni siquiera tenía la menor idea de lo que su esposo estaba tratando de hacer.

Pero ya era demasiado tarde para llenarla de explicaciones, porque Jimin sembró resentimiento en una persona que depositó todas sus expectativas en él.

—Ustedes son despreciables.

—¿Ustedes?—había duda en su pregunta, pero ni siquiera le tomó la noche para conciliarlo con la almohada y comprender.

—No es una cuestión que involucre a mi esposa. Si esto te hice creer con lo que he dicho.

—Evidenciaron sus verdaderas intenciones desde el inicio, sólo fui un poco lenta por no decir que una imbécil.—Hanbyul se frotó la frente en medio del estrés, pero era demasiado obstinada que no les dejaría el camino libre para usarla como si de un producto se tratara, sin embargo, tenía mucho por lo que pensar, empezando por cobrarse la humillación que le hizo pasar todo este tiempo.

Sin decir más se levantó con violencia de la mesa con la necesidad de escupir maldiciones en la cara de ese hombre que lastimosamente amaba, pero ahora ni siquiera tenía voluntad de enfrentarlo como se debía, para Hanbyul, Jimin era alguien muy fuerte a quien ni por error debías tratar de persuadir, porque no tan fácil se daba por vencido. Y eso la llenaba aún más de miedo, por ese terror de conocer la verdadera cara de la moneda que Jimin escondía.

—Está bien, me iré.

[••••]

—Kwon Doyeon, tienes visitas.

Por primera vez en meses escuchaba algo así de los guardias, así que Doyeon caminó expectante por descubrir a la buena alma que se acordó de su existencia luego de que su esposa e hija lo condenaran a la misera tras las rejas.

Pero se llevó una sorpresa cuando se encontró con la chica de melena negra que no era más que su propia réplica.

—Casi me olvido de que tengo una hija.

—Déjate de los dramas, necesito que hagas algo por mi, y a cambio prometo sacarte de aquí.

Doyeon mostró interés por esa hija que en el pasado lo veía como una amenaza, ni siquiera la voz le tembló para hacerle saber que su destino ahora estaba en sus manos, mostrándose tan arrogante que ni parecía esa temerosa Hanbyul de meses atrás.

—Te escucho, qué necesita esta hija de su padre.

Love AffairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora