Capítulo 15

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Yurim

Esto era terrible, mi cabeza iba a explotar en cualquier momento mientras me arrastraba por los pasillos de la escuela de artes ganándome las miradas compasivas de la población estudiantil.

Parecía una viuda con estas gafas oscuras y el sombrero, pero me negaba a mostrarme así de deplorable frente a mi madre, así que la mejor forma era esconderme con un par de accesorios, pero ciertamente llamaba más la atención y los alumnos me tenían perfectamente identificada. Por suerte sólo daré una clase.

Pero a medida que seguía caminando sentí que la vista comenzaba a fallarme viendo como todo se distorcionaba a mi alrededor.

—Yurim noona.—a lo lejos divisé a Taehyung acercarse mientras agitaba su mano como una forma de saludo. Este chico de verdad todo el tiempo sonreía como su carismático hermano Hoseok.

—Taehyung, qué tal.—me detuve de uno de los barandales del pasillo por el repentino malestar acompañado de mareos, que podía sentir como el sudor aperlaba todo mi rostro.

¿Qué diablos me pasaba?

—¿Se siente bien?—Taehyung miró el agarre que tenía sobre el barandal luchando por permanecer de pie, pero ciertamente todas mis extremidades fallaban de repente.

—No en realidad. Tengo mucha sed y siento...siento que.—ni siquiera pude decir algo más cuando mi cuerpo cayó en cámara lenta frente a Taehyung.

[••••]

Desconocía aproximadamente cuántas horas había pasado durmiendo en la enfermería de la escuela de artes, hasta que volví a mis sentidos gracias al tic tac del gran reloj que adornaba la sala de camillas.

—Noona despertaste.—el jovial rostro de Taehyung brillaba con intensidad observando mi despertar, al parecer los rayos del sol entrando por la ventana hicieron más notoria la belleza de chico que era Kim Taehyung, una que ciertamente noté por primera vez hoy, cómo es que pasé tanto tiempo por alto lo ridículamente guapo que es.

—¿Se siente mejor?

Parece que tenía ya un rato preguntando lo mismo con angustia, pero yo estaba tan absorta mirando su rostro que me perdí en él, y me di una cachetada mental. Cómo es que estaba pensando si un tipo era guapo que no fuese mi esposo. Yo debía ser la peor.

—Ah, si si claro.

—La doctora Geum dijo que estaba muy deshidratada por los efectos secundarios de la resaca.

Que vergüenza me di, seguro debe pensar lo irresponsable que soy por venir en estas condiciones a dar clases cuando bien pude quedarme en casa sin tantos problemas, pero de imaginar a mi madre gritando sus reproches, tuve que levantar el trasero de la cama.

—¿Está avergonzada?—el chico preguntó curvando más de sus risitas que me parecían lindas hasta cierto punto.

—¿Nadie me vio?

—Por suerte todos ya estaban en sus aulas. No tenga cuidado.

Me volví a echar para atrás apenada por los inconvenientes que le causé al chico, mismo que asegura haberse quedado conmigo las dos horas que estuve inconsciente haciendo absolutamente nada.

—Oye, te parece si vamos a comer algo, muero de hambre y tambien es una forma de agradecerte por lo que hiciste.

Taehyung comenzó a toser con insistencia, entonces le ofrecí la botella de agua que tenía a mi lado pero la rechazó—¿Qué dijo? ¿Comer con usted?

—Si eso dije.

Literalmente arrastré a Taehyung a uno de mis locales de parrillada favoritos a pesar de que opuso resistencia al inicio, pero al final logré convencerlo.

Después recordé que el restaurante estaba a casi dos cuadras de la universidad donde trabajaba Jimin, entonces, se me ocurrió que tal vez podría pasar por él terminando de comer con Taehyung.

Así que antes de conducir crucé un par de mensajes instantáneos, sólo que Jimin se disculpó al negarse.

"Lo siento nena, espera en la casa, estoy en medio de algunas clases, un compañero me pidió cubrirlo, te amo". 

Pero no fue lo mismo que la dama de las reservas nos dijo cuando pusimos un pie en el local.

—¿Vino para reunirse con el señor Park?

—¿Eh?

—El profesor Park se encuentra adentro con una chica, supongo que se van a reunir ¿Cierto?—muy sonriente la dama anunció que mi esposo estaba en este lugar cuando se supone estaría cubriendo a un compañero ¿Esto debería tener un poco de sentido?

No lo tenía.

—Noona...¿Entraremos?—Taehyung me estaba hablando, pero yo estaba más entretenida viendo entre los comensales a Jimin comer y charlar animadamente a lado de Hanbyul.

¿Desde cuándo Jimin ponía en duda su palabra conmigo?

Ciertamente aquello no me agradó, y no por quién lo acompañaba, sino por mentir. Quizá si hubiera sido sincero conmigo desde el inicio, no tendría que estar lidando con esta vergüenza por la que estoy pasando por segunda vez en mi vida.

Sin decir algo más, me di la vuelta para salir del local e ir en marcha a cualquier sitio muy lejos de aquí y de casa.

Quizá podía pasar el resto de la tarde en la escuela de artes para aplicar una evaluación sorpresa a los chicos con tal de escuchar otras voces que no fueran las de mi mente que ciertamente me estaban jugando un crudo momento.

—Noona espere.

O quizá un rato a lado de Taehyung, que me parecía más agradable que todos los que me rodeaban en casa.

—Conozco un buen lugar para comer.

Por un instante creí que iba a cuestionarme como alguien normal lo haría bajo una circunstancia así, pero no hizo más que evitar relacionar cualquier tema con lo sucedido hace unos minutos.

Y si, el chico parecía tener un as bajo la manga luego de conducirme a un lugar que jamás había pisado en mi vida.

—Pollo TaeHo.—repetí con interés luego de ver el nombre plasmado en un letrero algo modesto, así como el local en sí mismo.

—-Es el negocio de mi papá.

Taehyung lo dijo con tanto orgullo que le daba un toque único a esa escencia que irradiaba todos los días, lo hacía auténtico, como su voz.

[••••]

Jimin salía del local acompañado de Hanbyul, cuando la señorita que recibía a los comensales abordó al hombre con una afirmación que lo dejó helado.

—Unos minutos más y alcanza a su esposa.

—¿Mis esposa estuvo aquí?

—Sí, venía acompañada de un chico muy guapo, pero al final cambiaron de parecer.

Lo único que Jimin y Hanbyul hicieron fue intercambiar un par de miradas, y a decir por su reacción estaban tan desconcertados como la señorita del recibidor.

Yurim estuvo ahí, y descubrió la primera de tantas mentiras que envolvían al hombre en quien más creía confiar.

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