Capítulo 26

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A la mañana siguiente los titulares nacionales e internacionales eran un caos ante la penosa noticia del accidente que la soprano más importante del momento sufrió en el escenario.

Sin embargo, poco se sabía de su estado de salud, lo único cierto es que su familia y algunos amigos pasaron en vela en uno de los hospitales privados de Seúl en espera de noticias que levantaran los ánimos de los Jeon y el país entero, quienes ante la consternación de las imágenes reveladas por los medios de comunicación manifestaron su gratitud y solidaridad por la soprano acudiendo a las afueras del hospital para mantenerse al tanto.

El miedo crecía a medida que las especulaciones sobre un posible atentado cobraran fuerza, por lo que orilló a las autoridades realizar las investigaciones correspondientes, encontrando de primera mano ciertas anomalías que eran de cuestionarse.

Por otro lado, la noche fue una completa pesadilla para la señora Jeon, Jungkook y Jimin, luego de escuchar los primeros diagnósticos del médico quien recomendaba mantenerse preparados para futuras eventualidades pues la condición de la soprano era de cuidado, debido a la severidad de las lesiones que sufrió.

—Logramos detener algunas hemorragias y suturar la mayoría de las lesiones, en especial la más sensible que se encontraba en la zona baja del cuello y que perforó algunas áreas delicadas de la garganta, aún así es un milagro que esté con vida.

—Entonces mi hermana estará bien.—Jungkook sin soltar a su madre que en ese momento no tenía los ánimos para prestarle atención al médico, preguntó alterado.

Jimin se encontraba al final del pasillo hecho bolita, sin embargo, se levantó de golpe luego de escuchar al médico dando detalles sobre estado de su esposa, por lo que, en medio de su torpeza caminó hacía ellos completamente desesperado por saber al menos que tendría oportunidad de ver una vez más el rostro de Yurim con vida.

—La señorita salió del peligro, por lo que ahora se encuentra estable, pero la tuvimos que sedar debido a los malestares provocados por las lesiones. Sin embargo, necesito ser sincero con ustedes.—advirtió.—La lesión que sufrió en la garganta tendrá repercusiones a largo plazo y necesita ser sometida a varias cirugías si tiene intenciones de volver a los escenarios.

Los tres interesados suspiraron con alivio, pues al menos tenían la certeza de que Yurim vivía, pero todo en esta vida parecía tener un alto precio, en especial para esta persona que lo único que le quedaba le fue arrebatado cruelmente.

Jimin no pudo evitar sentir culpa y al mismo tiempo ansiedad por como la chica lo terminaría de digerir, serían tantas situaciones por asimilar que si fuese él terminaría enloqueciendo, porque de repente lo que más amaba hacer estaba en peligro.

—Doctor, tienen que hacer hasta lo imposible porque ella vuelva a ser la misma.—la señora Jeon no se congraciaba regularmente con las personas por ser demasiado orgullosa para su propio gusto, sin embargo, tuvo que desprenderse de esa negativa versión suya para suplicar por el bien de su hija menor, si era necesario.

—Pueden pasar a verla, en estos momentos necesitará de su familia.

Jimin dio dos pasos al frente con la urgencia de ver a Yurim, pero el fornido cuerpo de Jungkook interpuso una barrera entre el rubio y la puerta.

—Tú de verdad crees que mi hermana tenga el humor de verte.

—Es mi esposa, también soy su familia, y así como tú y su madre tienen derecho de estar con ella, lo mismo pasa conmigo.

—Eres un sinvergüenza.

Jungkook estaba a punto de estamparle un golpe en la cara a Jimin, cuando la señora Jeon se interpuso entre los dos cansada de su tan mala relación, incluso en un momento así.

—Ustedes jamás van a entender. Así que los dos se quedan afuera, entro yo.

—¿Yo debo entender qué? Mamá, este hombre es una basura ¡Embarazó a su alumna!—Jungkook terminó por explotar en medio del pasillo ganándose la mirada de las pocas personas que transitaban.

La señora Jeon miró inquisitivamente a su yerno para escuchar de sus propios labios lo que su hijo mayor afirmaba con tanta seguridad.

—Jimin, es eso cierto.

Jimin esquivó rápidamente la mirada de la señora Jeon, quien en ese momento esperaba de todo corazón que fuesen sólo berrinches de Jungkook, y por más que pudiera ser el mejor motivo para echar a ese hombre de la vida de su hija, no era el momento idóneo para semejante aberración. No cuando su pobre Yurim estaba a punto de perder lo que más atesoraba, no cuando las probabilidades de volver a pisar el escenario eran nulas.

Jeon Soojin estaba consciente de lo que Jimin y el canto significaban para Yurim, y sin ninguno de ellos era como la muerte misma.

—Sí.

El silencio fue tan profundo que hasta el más ausente atestiguó las manifestaciones vertidas por Jimin.

—Mi pobre hija.—la señora Jeon se cubrió los labios tratando de ahogar el llanto y terminó por desplomarse en el suelo, mientras era auxiliada por su hijo mayor.—Vete.—demandó.—Desaparece antes de que termines por dañarla más.

—Yo se lo he dicho.

La mujer alzó la vista consternada para encontrarse con el motivo de su ira, y tan pronto como pudo levantarse no dudó en propiciarle una serie de cachetadas hasta dejar marcas en el fino rostro del masculino.

Jimin por otro lado, no trató de defenderse en ningún momento, dejó que la señora Jeon se desquitara tanto como quisiera de su persona, por el simple hecho de creerse acreedor de eso y más, porque una cosa estaba clara, y es que el perdón de su esposa estaba muy lejos de ser suyo.

Por primera vez en su vida tenía miedo de perder algo tan valioso, lo sintió desde que vio el cuerpo mancillado de Yurim horas atrás, lo sintió cuando por última vez le regaló una gélida mirada donde no había marcha atrás.

La iba a perder sin siquiera mirarla por última vez a los ojos mientras le decía cuánto la amaba, sin sostener esas cálidas y pequeñas manos que se aferraron a él durante diez años, la iba a perder por su arrogancia misma.

—¿Es usted el señor Park Jimin?

Una tercera voz apareció en medio de los disturbios, provenían de un hombre de cabellos azabache y algunos mechones blancos como un signo de la edad, quien decía ser parte de la policía de investigaciones ministeriales.

Jimin al escuchar el llamado se giró curioso con la intención de encarar al oficial que requería de su persona con mucha insistencia. La señora Jeon y Jungkook también prestaron atención al masculino extrañados por la repentina interrupción, mientras se preguntaban qué querían de Jimin cuando literalmente el hombre estaba en su peor momento.

Pero el oficial enseguida se los hizo saber con total arrogancia.

—Recibimos una denuncia anónima en el que lo señalan como el autor intelectual del atentado que sufrió la noche de ayer la señora Jeon Yurim en el Teatro Nacional de Seúl.

Que pasaría si las intrigas de terceros terminan por condenar a dos personas que se amaron fielmente, en el que esa devoción que sintieron durante tantos años se marchite y se reduzca al más puro odio y resentimiento, orillándolos a caminar sobre espinas.

Love AffairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora