Capítulo 48

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Jane

50 horas de secuestro

Jairo me tiende un trozo de tela para que limpie el semen que ha caído por mi cuello y pechos. No recuerdo la última vez que me echaron agua por encima, estoy hecha un asco.

En mi espalda tengo sangre seca, también en mi entrepierna a causa de los dedos de Jairo, aún no ha metido su dichosa polla en mí, pero que lo haga con sus dedos resulta igual de tortuoso.

Le he hecho tres mamadas en total, en todas se ha corrido en mi boca, en una de ellas casi me quedo sin respiración. No por el tamaño de su pene, sino por las veces que eyaculó en tan solo unos minutos, que para mí fueron eternos.

Los latigazos no han parado, son su nueva forma de despertarme cuando caigo rendida ante el dolor o el hambre.

Paso el trapo por mi piel, pero la roña no sale. Ni siquiera tengo ropa con la que cubrirme, estoy completamente desnuda, expuesta ante estos hombres. Violadores.

⸺ ¿Cómo te encuentras muñeca? ⸺ cuestiona Lucca con una sonrisa.

⸺ Perfectamente, ¿No me ves? ⸺ digo en un hilo de voz. No lo voy a dejar ganar.

⸺ Veo que Jairo y mis hombres no han sido lo suficientemente buenos como para hacer que mantengas la boca callada. Quizás tengamos que tomar otras medidas.

⸺ Ya habéis hecho de todo, no hay nada que pueda hacerme más daño.

⸺ ¿Estás segura? ⸺ suelta una risa y ordena a uno de los hombres que me cargue hasta una sala llamada “La zona negra”.

Me cuesta recordar de qué conozco ese nombre, finalmente doy con ello. Es donde están los enfermos.

Bajamos unas escaleras y pasamos bajo el umbral de varias puertas hasta llegar a una gruesa puerta metálica que pone “Zona Negra” en italiano. El hombre ejerce más fuerza de la necesaria haciendo que las heridas de mi espalda me abrasen. Paso por alto que sus manos están sobando mis pechos.

⸺ No me toques cabrón⸺ digo sin fuerzas.

Lucca se da la vuelta y dirige su mirada a las manos del hombre.

⸺ No seas maleducado, deja los atributos de la muñeca en paz.

⸺ No-soy-una-puta-muñeca⸺ digo remarcando cada sílaba.

⸺ Silencio.

Lucca abre la puerta y camina a paso firme por un pasillo estrecho. A cada lado del pasillo hay vidrieras separadas con personas dentro. Algunas desmayadas, otras muertas, otras ruegan por salir, otras gritan, mientras que otras lloran, saltan, ríen. Parecen locos. Son personas, pero no en sus cinco sentidos.

⸺ ¿Qué les ha pasado? ⸺ pregunto.

⸺ Les inyectamos la misma enfermedad que tiene mi mujer, queríamos comprobar si eran inmunes a ella. No lo fueron, así que ahora solo son experimentos fallidos. Otros esperan su turno para encontrar la cura a su enfermedad.

⸺ ¿Hacéis esto con los niños del orfanato?

⸺ Lo intentamos, nunca hasta este año habíamos experimentado con niños. Son más fáciles de domar.

⸺ Eres un miserable, Lucca.

Veo a Evelyn salir de una de las jaulas de cristal. Tiene el pintalabios corrido y el pelo desordenado. La mujer, dentro de la jaula, está inconsciente. Trago con fuerza, aterrorizada. Son cientos y cientos de personas en nulas condiciones de vida.

Me adentran en una sala donde se encuentran tres niños. Mis niños.

Kai.

Livvy.

Rojo Puro Infierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora