Un nuevo comienzo. Una nueva ciudad. Un día de lluvia y... ¡un maldito se robó mi taxi!
Recién llegada a Cartagena, una serie de eventos llevan a Valentina a pedirle un favor a su enigmático vecino, quién no tarda en aceptar, pero con algunas condi...
Toda la semana, Rafael Guzmán, estuvo asechándome en los laboratorios, así lo sentí. Sólo esperaba la oportunidad de que estuviera sola para atrapar a su presa, yo. Por lo mismo trataba de no estar sola, ni en el comedor, ni en los pasillos y cuando estaba sola en mi área, cerraba la puerta con seguro.
No me sentía a salvo, en un lugar en el que antes quería pasar todas las horas de mi día, ahora no quería ni ir. Me costaba levantarme todas las mañanas. Era increíble como los comportamientos de una persona, tenían efectos en nuestra energía y decisiones.
Alguna vez mi madre me dijo que había personas conocidas como vampiros energéticos, eran aquellas que te quitan las ganas de hacer todo lo que te gusta. Nunca le creí, pero en ese momento, dudaba y comencé a entender lo que me dijo, aunque fuera en contra de todo lo que creía. Era una chica de ciencia y nunca fanaticé en esas cosas espirituales en las que mi mamá profesaba, pero ahora que no tenía ganas de nada, no dejaba de pensar en ello.
Estaba en una de las maquinas expendedoras de café. Sentía mucho sueño, porque tenía varias noches sin dormir bien. Esperaba a que la maquina terminara de servirme mi café cuando lo vi parado a un lado de mí. No sentí, ni vi, cuando se acercó.
—Hasta que la veo, Doctora.
Fingí mi mejor sonrisa, pero el resultado fue una incómoda y a él no le agradó lo que vio.
—He estado ocupada—eso era verdad. Toda la semana estuve dentro de mi laboratorio, porque tenía mucho trabajo, estábamos en una fase, que era relajada, pero de las más duras. Se aproximaban las primeras pruebas y eso siempre me ponía nerviosa, porque no sabía cómo serían las reacciones, a pesar de tener una lista previa de ellas, pero siempre existían riesgos.
—La he visto, siempre que pasó está haciendo algo, por eso no me detengo a saludarla.
Menos mal, porque de haber sido así, no le abro la puerta de todos modos.
—Dicen los rumores que se aproxima su primera etapa de prueba. Es una lástima que termine pronto y ya no la tengamos por aquí.
—Mi tiempo aquí está contado, lo supe desde que vivía en México.
—Pero si usted quisiera se podría quedar más tiempo. Su trabajo aquí ha sido magnifico—se acercó y me tomó del brazo—Yo podría dar excelentes referencias de usted, con los superiores—hizo un toque inapropiado y de inmediato me quité.
—Eso no es necesario—tomé mi café de la maquina—Y espero que este comportamiento de su parte no se vuelva a dar.
Él me miró con odio. No me importó yo seguí caminando, de camino me tomé mi café, casi de un sorbo y tiré el vaso en un bote que estaba de paso. Al llegar, cerré la puerta del laboratorio con seguro. Mis pasantes estaban comiendo, así que estaba yo sola ahí.
Me puse la mano en la boca y ahogué un grito.
¿Qué le pasaba?, ¿Ahora sus insinuaciones eran más directas? Pensé de nuevo en mi conversación con él. "Dar referencias a los superiores" ¿Tendrá contactos con los jefes? ¿Será hijo de alguno, por eso se cree que puede hacer este tipo de cosas? Necesitaba investigar quien era Rafael Guzmán en la empresa. Necesitaba saber todo sobre él, para saber cómo actuar, pero tenía que ser discreta, porque él no podía enterarse, porque si llegaba a sus oídos, lo tomaría como que si estuviera interesada en él y no era así.
Estaba revisando unas muestras en el microscopio cuando recibí un mensaje de texto de parte de Liam.
"Doctora bacterias sería tan amable de mandarme su ubicación. El servicio de novio falso incluye transporte".
Le respondí casi de inmediato.
"Creo que no haré uso de ese servicio".
"¿Ya se arrepintió o el cabrón la dejó de molestar?
"Me refiero al transporte".
"La farsa comienza desde hoy, para que crean que lo que dijo es verdad, el novio de vez en cuando debe de pasar por su novia".
El piloto engreído tenía un punto. Y estaba en lo correcto. Solté una respiración sostenida. Brinqué cuando escuché que tocaron la puerta de cristal, eran los chicos. Me acerqué a abrirles y le mandé la ubicación a Liam.
— ¿Está todo bien? ¿Le pasó algo doctora? —preguntó Abigail.
Negué con la cabeza.
— ¿Por qué preguntas?
—Porque está algo pálida, tiene el celular en la mano y nunca lo usa en horas de trabajo.
Sonreí.
—Es solo que me sorprendió recibir un mensaje de Liam, es todo—mentí.
— ¿Liam es su cita?
Asentí.
—Vendrá por mí. Eso fue lo que me sorprendió.
—Hay interés, eso suma puntos—rió.
—Dejemos de platicar y sigamos con lo nuestro.
Cuando salimos él ya estaba afuera estacionado, pude reconocer su coche. Un nissan versa de modelo reciente de color azul, como olvidarlo, si con él me bañó con agua sucia en la calle. Además él estaba recargado en la puerta del copiloto. Vestía jeans y una camisa color negra. Tenía el celular en la mano. Sonrió al verme, cuando nuestras miradas se cruzaron. Guardó en el bolsillo de su pantalón el teléfono y se acercó a mí. Me abrazó y me dio un beso en la mejilla muy cerca de la comisura de mis labios. Sólo sentí las miradas de mis pasantes sobre nosotros. Sorprendidos por lo que estaban viendo. Por un momento, yo también me sentí así, porque no esperé está actuación de su parte.
— ¿Qué tal su día? —me preguntó.
—Cansado—respondí— ¿Qué haces aquí? Creí que tendrías un vuelo hoy.
Negó con la cabeza.
—Es mañana—tomó mi mano y miré lo que estaba haciendo. Él sonrió y me susurró al oído—sígame el juego.
—Nos vemos mañana—le dije a los muchachos y caminé tomando a Liam hasta llegar a su coche.
Le quitó la alarma y abrió la puerta del copiloto, para que yo pasara. Estando adentro, no pude evitar comentar lo que acababa de pasar.
— ¿Qué fue todo eso?
—Es parte del espectáculo, ya te dije, que esto tiene que ser creíble, no solo es ir al dichoso bar ese día. Tenemos que ser constantes. Que él nos vea y crea que esto es verdad. ¿Estaba entre esas personas?
Miré por la ventana, pero no lo vi.
—No, creo que no estaba ahí.
—Es una lástima. Mañana no podré venir por ti, pero los días que no tenga vuelo, aquí me verás. ¿Está bien?
Asentí.
—Gracias—sonreí de manera sincera.
—Ya le dije, la ayudaré en todo lo que pueda. Créalo doctora bacterias, porque lo digo de verdad.
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