| Capítulo 42 |

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Advertencia: Este capítulo contiene escenas +18


Me encontraba en la cocina preparando mi cena, escuchaba algunas canciones de mi lista de reproducción de Adele. Estaba tan concentrada que ni siquiera escuché cuando Liam entró por la puerta principal. Cuando aterrizó me dio un aproximado de la hora que llegaría, así que le dije que la puerta estaría sin seguro para que entrara sin tocar. Di un pequeño brinco y ahogué un grito cuando sentí unas manos en mi cintura y un susurró en mi oído.

— ¿Qué está cocinado, doctora bacterias?

Sonreí y me giré hacia él. Venía con su uniforme del trabajo, se miraba tan sexy con él y con su barba recién afeitada. Noté unas tenues ojeras debajo de sus ojos. Olía a su perfume, el cual quedó impregnado en mi ropa.

—Me has asustado—apagué la estufa.

—Usted tiene la culpa, ha dejado la puerta sin seguro y me ha dicho que entre sin tocar primero. Huele bien, ¿Qué ha cocinado?

—Es solo una pasta con una salsa de tomate y especias.

Tomó una cuchara y dio un pequeño bocado.

—Huele bien y sabe bien.

—Gracias. ¿Quieres cenar?

Sonrió

—Pero que modales los míos, no la he saludado novia mía.

Me tomó de la cintura y me acercó a él. Estábamos a escasos tres centímetros de nuestras bocas. No paraba de mirarme los labios. Odiaba con todo mi ser, que siempre creara esa tensión entre nosotros, me hacia desearlo y querer gritarle: ¡Maldita sea, solo bésame! Se lamió el labio inferior, con su mano derecha tomó mi mejilla y me acercó más a él para besarme. Sabía con exactitud lo que hacía, siempre lo sabía. Poco a poco su mano izquierda comenzó a subir por mi espalda, pasando por debajo de mi blusa. Llegó hasta la altura de mi sostén, delineando con su dedo índice la costura del mismo. Se me escapó un pequeño suspiró y ahogué en sus labios un gemido.

Rió

— ¡Doctora bacterias! Y no es todo lo que me gustaría hacerle.

— ¿Y qué es lo que te detiene?

No respondió, tal vez, no debí de haber expresado eso. ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué paró?

De fondo se escuchaba Make you feel my love de la poderosísima Adele. De la nada, me tomó de las manos, me dio un giro y comenzamos a bailar en la cocina. Al compás de la canción. Fuimos uno solo durante ese momento. Era una canción que me gustaba mucho, una que jamás pensé en dedicarle a alguien en mi vida, pero después de conocer a Liam, quizás él era esa persona.

Me detuve.

— ¿Qué es lo que pasa? —preguntó—¿Por qué se detuvo?

Algo hizo click en su cerebro y comprendió lo que estaba pasando.

—Quiero hacer muchas cosas con usted, pero no sé si está lista para hacerlo. No quiero arruinar nada.

Sabía por qué lo decía. Estaba a unos pocos días para irme. Y ninguno de los dos quería que eso de sintiera como una despedida.

—Liam, estoy segura contigo—lo tomé de la mejilla—Créeme, no hay nada que desee más que estar contigo.

Se acercó más. La poca diferencia de nuestra estatura en ese momento se hizo notoria. Me besó con pasión, con una que no demostró antes. Me cargó y yo enredé mis piernas en su cintura. Caminó hasta la habitación y me depositó tiernamente sobre la cama. Me quité la blusa y él hizo lo mismo con su camisa. Me levanté para quitarme los jeans, desabroché el botón, pero él negó con la cabeza.

Nuestras mañanas de marzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora