| Capítulo 19 |

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Llegamos al edificio, dejó en el estacionamiento su coche, y subimos por el elevador. En el área de recepción subieron Alya y Ava, la hija de Rita y Bruna.

—Hola—me saludó Alya—Siento que tengo mucho sin verte.

—Siento lo mismo. He pasado mis días en el trabajo.

— ¿Desde cuándo son amigos? —preguntó Ava, refiriéndose a mí y a Liam.

— ¡Ava! —la reprendió Alya.

—Es curiosidad, además no eres ninguna de mis madres para reprenderme.

—Pero si soy la persona a cargo de ti en estos momentos, y por eso en este instante tengo ese derecho.

—No somos amigos—respondí mirando a Liam—Nos estamos ayudando con ciertas cosas.

—Nos estamos haciendo favores mutuamente. No sé si me explico.

Alya rió, porque pensó otra cosa, ya que eso sonó en doble sentido. Aunque pensándolo bien, supuse que él eso era lo que querían que pensaran los demás.

—No es lo que estás pensando Alya. Yo le estoy ayudando con Don Joaquín.

Ella asintió.

—Tengo 10 años, pero no me creo su historia—nos miró Ava juzgándonos con la mirada.

Llegamos a su piso y las puertas se abrieron.

—Nos vemos luego—intervino Alya.

Ava miró a Liam y luego a mí, asintió, sonrió y se fue.

—Vamos Ava, que tus madres nos esperan.

Salieron y las puertas se cerraron.

—Ava nos vigilará, de eso estoy seguro. Tendremos que irnos con cuidado.

—No estamos haciendo nada malo.

—Pero tú lo has dicho no somos amigos, así que si comienzan a vernos juntos, levantaran sospecha entre los vecinos.

—No tiene nada de malo.

—Entonces estás de acuerdo que ellos crean que somos amigos.

—Me da lo mismo. Además creo que el que te vean conmigo te da cierta empatía con ellos, porque créeme, no les caes bien.

—Para lo que me importa.

Las puertas del elevador se abrieron nuevamente en nuestro piso. Salimos y entramos al departamento de Don Joaquín. La puerta estaba sin seguro.

Nonno—le gritó Liam.

—Salgo en un minuto—gritó desde el pasillo.

Sonrió al verme cuando salió.

—No esperaba verte—dijo— ¿Qué hace Valentina contigo?

—Le he pedido de favor que nos acompañe al médico.

— ¿Por qué? No es necesario.

—Porque me preocupa tu salud, quiero entrar contigo y no querrás, así que traje apoyo.

—De todos modos, no entrarás conmigo.

—Si me permite, Don Joaquín, creo que Liam está en todo su derecho en preocuparse por usted. Lo que le pasó fue algo serio y está preocupado. En realidad todos en el edificio lo estamos y considero que como él es su único familiar cercano aquí con usted, lo más apropiado es que él entre con usted a esa consulta.

Liam me miró y asintió.

—Está bien—dijo no muy contento—pero no quiero que empieces con tus cosas, como la última vez.

Nuestras mañanas de marzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora