15 marzo 2025
Me encontraba en el aeropuerto, de un tiempo para acá los visitaba muchísimo, debido a mi piloto favorito. Ya sea tomando un vuelo para ir a verlo o recogiéndolo/despidiéndome cuando venía a visitarme.
Revisaba unos correros en mi celular, cuando sentí alguien frente a mí, levanté la mirada y ahí estaba él tan guapo como siempre, pero sin su uniforme, venía de civil, vistiendo jeans, una camisa color blanco y una chaqueta, porque a comparación de Cartagena en Ciudad de México sí hacía frío. Cuando las temperaturas bajaban extrañaba esa ciudad que me dio mucho. En realidad, la extrañaba todo el tiempo; era porque en ella se encontraba él y mi familia por elección.
—Viene usted muy seguido por aquí—sonrió de manera coqueta.
—A decir verdad, sí. Vengo más de lo que me gustaría admitir—sonreí.
— ¿Y está esperando a alguien? Digo, si no es incómoda la pregunta.
—Sí, estoy esperando a un chico alto, un poco agraciado y engreído, ¿lo habrás visto? Porque por tu acento, supongo, que vienes de Colombia. Y él también viene de ese país.
Rió y negó con la cabeza
—Doctora bacterias, es una pésima descripción de su amado. Debió decir, alto, guapísimo y el amor de mi vida. Porque engreído, jamás
Solté una carcajada.
—Te faltó modesto, ¿no lo crees?
—Venga—me extendió su mano y yo la tomé. Me levanté, me abrazó con fuerza, pasó un mechón de mi cabello detrás de la oreja, tomó mi mejilla y la acarició—No tiene idea de cuando la he extrañado—me besó. Sentir sus tibios labios sobre los míos, hizo que me olvidará por completo del mundo. Estar con él, en ese instante, se sintió mágico. Estaba acostumbrada a nuestra relación a distancia, pero siempre lo echaba de menos y momentos tan íntimos como ese hacía que la melancolía invadiera mis pensamientos.
—Yo también te he echado de menos. Quisiera que todo esto terminara.
—Yo sé una manera para que esto termine. Casemos, vayamos de inmediato con un Juez a que nos case.
Reí.
—Crees que esto es Las vegas. Necesitas hacer mucho papeleo para poder casarte.
—En ese caso, tomemos un avión en este momento para ir a Las vegas.
— ¿Qué te dieron de comer en ese vuelo? Vienes muy chistosito.
—De verdad no tiene ganas de hacer una locura así.
—Tengo ganas de hacer mil locuras contigo, pero no con una boda.
Él me miró serio.
—Tiene razón, se merece una boda formal. Como las que toda chica sueña.
—En realidad, nunca he soñado con una boda, a decir verdad, pensé que estaría sola el resto de mi vida, hasta que pareciste.
Tomó mi mejilla.
—Mi doctora bacterias, siendo la doctora bacterias.
Sonreí.
—Creo que es tiempo de irnos—propuse—seguramente tendrás hambre.
—Lo sabe, siempre tengo hambre. Y más en las mañanas, el desayuno es el alimento más importante del día.
Desayunamos en su lugar favorito, un pequeño restaurante a unas cuantas cuadras de mi edificio. Al llegar a mi departamento él se metió a dar una ducha, pero olvidó meter sus bóxers al baño y me pidió que le pasara unos. Abrí su maleta y los saqué pero en él venía enredada una pequeña caja, la tomé entre mis manos, al principio pensé que eran unos aretes, como regalo de aniversario de nuestro noviazgo, nunca pensé que sería otra cosa. Cuando la abrí, mi quijada casi llega al suelo al ver que era un anillo, de aro dorado y un pequeño diamante en medio. Al no ver respuesta de mi parte con los calzoncillos él salió del baño enredado en una toalla y me encontró con la caja en las manos.
—Se supone que era una sorpresa. Hay mi doctora bacterias, usted se hace spoilers hasta en la vida real. Tenía todo planeado, para pedirle matrimonio. Lo que dije en el aeropuerto es real. Quiero casarme con usted. Es el amor de mi vida, y quiero pasar el resto de mi vida con usted. Quiero ser lo primero que vea al despertar y lo último que vea al dormir. Quiero que me cuente sobre sus proyectos aunque casi no entienda de cosas científicas—reí—y yo quiero contarle sobre mis constantes actualizaciones de mi trabajo, mandarle fotos en mis entrenamientos sobre aviones, de mis vuelos, y los lugares a los que voy, teniendo en mente que los visitaré con usted después.
—Liam, yo...—no me dejó terminar.
—Le amo doctora bacterias, yo creo que estoy enamorado de usted desde aquel diciembre en el que nos vimos por primera vez en el aeropuerto. No dejé de pensar en usted. Luego nos vimos en Cartagena y al enterarme que éramos vecinos fue la vida dándome una cachetada para que hiciera algo al respecto. Por eso acepté sin pensarlo cuando me pidió ayuda e inventé eso de los tres favores para que no sospechara—soltó una respiración sostenida y tomó la caja de mis manos—Así que no me queda más que preguntarle, Valentina, mi doctora bacterias—se arrodilló, sí, desnudo, solo con una toalla enredada en sus caderas— ¿quiere casarse conmigo?
— ¿Crees que te voy a decir que no después de todo lo que me dijiste? Mi respuesta está implícita en tu confesión. Somos el uno para el otro y yo también te amo, Liam, más de lo que pensé que amaría a una persona—tomé su mejilla—Mi piloto engreído, siempre supe que por algún motivo aceptaste mi propuesta demasiado rápido, pero nunca pensé que sería por esa razón.
Sonrió y colocó el anillo en mi dedo anular.
—Creo que mi abuelo no se equivocó al ponerla como mi vecina de al lado.
—Tu abuelo y mi madre tienen un sexto sentido.
—Por eso se llevan tan bien—rió.
—Dios, mi madre, tengo que contarle.
—Ya lo sabe.
—Basta Liam, deja de decir que mi madre es una bruja, porque cuando alguien más te escuche creerán que es cierto.
—No, ya lo sabe, porque yo hablé con ella. Le pedí tu mano en mi último viaje a Nueva York, también hablé con mi abuelo. Hice todo de manera correcta, a la antigua, como sé que lo merece.
Lo tomé de ambas mejillas y lo besé. Pequeñas lágrimas de felicidad comenzaron a rodar por mi mejilla. Me emocionaba pensar en mi futuro cercano con Liam, en la promesa de una vida juntos.
Nota de la autora:
Lo prometido es deuda. Aquí está el extra por las 10 mil lecturas. Algo que veía completamente lejano. Una vez más gracias por leer esta historia que se ha convertido de mis favoritas. Amo escribir cosas sobre la Doctora bacterias y el piloto engreído.
Nos leemos en el próximo extra que será cuando la historia llegue a sus 20 mil lecturas.
Los TQM hasta el infinito y más allá.
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Nuestras mañanas de marzo
RomansaUn nuevo comienzo. Una nueva ciudad. Un día de lluvia y... ¡un maldito se robó mi taxi! Recién llegada a Cartagena, una serie de eventos llevan a Valentina a pedirle un favor a su enigmático vecino, quién no tarda en aceptar, pero con algunas condi...