| Capítulo 43 |

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Desperté a la mañana siguiente porque escuché ruido, como si quisieran abrir la puerta principal del departamento. Me levanté de la cama. Afortunadamente, tenía el pasador y por eso no la abrieron, me fijé por el ojillo y vi que era mi mamá, quien estaba acompañada de Don Joaquín.

¿Qué hacía en Cartagena?

Entonces recordé a quién tenía en mi cama. Corrí hasta la recámara. Y desperté a Liam sacudiéndolo.

—Nunca pensé, que cuando pasáramos nuestra primera noche juntos, me despertaría de esa manera, Valentina. No son maneras, por lo menos un beso de buenos días.

Al ver mi semblante serio, supo que algo no andaba del todo bien.

— ¿Qué es lo que pasa? — se sentó de golpe asustado.

—Mi madre está afuera.

— ¿En la sala? —abrió los ojos como platos. Su reacción fue bastante cómica.

—En el pasillo de la entrada, está hablando con tu abuelo. Quiso entrar, pero en la madrugada que me levanté y le puse el pasador a la puerta.

—Mierda—se levantó de un salto de la cama—Sé que somos novios, pero no quiero que me vea desnudo. Comenzó a recoger sus cosas y se colocó como pudo su ropa.

—Lo sé, tampoco quiero que se entere así de sopetón que tenemos algo.

Me miró incrédulo.

—Por dios, esa mujer ya lo debe de saber. Desde que estuvimos en Nueva york.

—Lo sé, pero no quiero que te vea aquí. No quiero decirle que tuvimos sexo.

— ¿Por qué? Es algo de lo más normal, más para ella que es de mente tan abierta.

Solté una respiración sostenida. Entonces lo captó.

— ¿Fue tu primera vez, Valentina?

—Define primera vez

— ¿De verdad, Doctora Bacterias? Porque por lo de anoche no creo que eso sea verdad.

—Bueno, siempre he pensado que el sexo es algo instintivo, así que eso se comprobó—sonreí recordando lo de anoche—Pero será mejor que te vayas por el balcón—lo empuje hacia la ventana.

—Me siento como el amante, cuando la esposa lo corre porque llegó el marido—rió—Me baño y vengo para saludar a mi suegra.

Escuché como tocaron a mi puerta.

— ¿Hablamos después?

Asintió. Me besó tiernamente en los labios y lo vi cruzar, con cuidado, hacia su balcón.

Corrí hacia la puerta, la abrí.

— ¿Mamá? —fingí confusión—¿Qué es lo que haces aquí?

—Te quise dar una sorpresa y ahora que te vas, también quise conocer a Don Joaquín, porque no sé si vendré después, ahora que regresas a México—me abrazó.

—Pasen—les dejé el camino libre y ambos entraron — ¿Por qué no me dijiste que vendrías? Pude haber ido a recogerte—Nos sentamos en la sala de estar. Mi madre y Don Joaquín se sentaron juntos en el sillón y yo me senté en el sofá frente a ellos.

Negó con la cabeza.

—Sólo le pedí la ubicación a Don Joaquín, pedí un uber y él muy amable me recibió en el Lobby del edificio—Sonrió—Es muy bonito el edificio, Don Joaquín—se dirigió a él.

—Gracias, Mónica.

— ¿Y Liam? —preguntó.

—Supongo que en su departamento. Somos vecinos, no roomies

—O pareja—agregó Don Joaquín.

Me atraganté con mi saliva. Ella y él se rieron con el mismo morbo.

— ¿Te quedarás aquí conmigo ó tienes reservación en algún hotel?

Negó con la cabeza.

—Don Joaquín me ha ofrecido un departamento, pero me he negado. Quiero quedarme contigo, si es que me lo permites.

—Sí, está bien. Puedes dormir en la otra habitación, no la uso.

—Ve, Don Joaquín. Le dije que Valentina me daría hospicio.

Reí.

— ¡VECINA! —escuché como Liam gritaba por el balcón, muy en su papel de nada pasó.

— ¡Tengo visitas! —respondí de la misma manera. Entonces vi como, él pasó por el ventanal del balcón.

—Mónica, mi artista favorita. ¿Cómo se encuentra?

—Ya te dije que tú puedes decirme suegra.

Negué con la cabeza, si ella supiera.

— ¿Por qué pasas de esa manera entre balcones? Te puede pasar algo—Don Joaquín lo reprimió.

—No pasa nada, abuelo. Soy un hombre que le encanta las emociones fuertes relacionadas con la altura. Recuerde en que trabajo—se sentó a un lado de mí, en el brazo del sofá— ¿Qué es lo que la trae a Cartagena, Mónica?

—Valentina me dijo que se aproximaba el cumpleaños de Don Joaquín y ella casi se va de regreso a México. Así que tomé la decisión de venir y conocerlo. No sé si haya otra oportunidad para ello, ahora que ella se va.

—Pero Valentina puede volver, ¿No? —comentó Liam arqueando una ceja.

—Cariño, no sabes cómo es ella con el trabajo —intervino mi madre—Es muy difícil que ella se tome un poco de tiempo libre.

Me miró.

—Lo sé—sonrió—es muy centrada en lo que hace.

— ¿Por cuánto tiempo se quedará?

—Descuiden mi vuelo está programado para el día lunes. No los interrumpiré por mucho tiempo.

—No eres una interrupción, mamá—me levanté y me senté a un lado de ella—Me alegra que estés aquí.

— ¿Ya desayunaron? —preguntó Liam—Todos negamos con la cabeza— Bien. Porque los invito a todos a desayunar.

Mi madre y Don Joaquín iban a unos diez pasos por delante de nosotros. Liam y yo platicábamos, acerca de la fiesta y como no esperábamos a mi madre.

— ¿De verdad no sabías que vendría?

—La verdad es que no. Y no le he dicho sobre la fiesta, porque tengo miedo que le diga, es demasiado comunicativa—rosó mi mano con cierto cuidado. Lo tomé del meñique con el mío y lo solté rápido antes de que nos vieran.

— ¿Le dirás? —preguntó

—Le pediré que lo distraiga, sin necesidad de decirle sobre la fiesta, sólo le diré que si lo puede llevar a comer en lo que ficticiamente vamos por su pastel. No será ficticio porque tú irás por él, mientras que yo intento decorar el lugar.

—Me parece una buena idea—me guiñó un ojo.

—Ustedes—nos habló mi madre—Los tortolos, apúrense, no he comido nada desde ayer en mi cena y muero de hambre

Ambos reímos y negamos con la cabeza.

Ambos reímos y negamos con la cabeza

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Nuestras mañanas de marzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora