| Capítulo 30 |

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Llegó el día jueves, ese día salí temprano, dejé la lista de actividades que cada uno tenía que cumplir, además que me tenía que mandar cada uno un reporte de lo que hicieron en el día. Compré mi vuelo para casi media noche. Llegaría en plena madrugada, pero no me importaba.

Llegué a mi departamento, me di una ducha rápida, tomé mi maleta y salí del departamento. Me sorprendió ver a Don Joaquín salir del suyo, eran cerca de las 9:30 pm, pensé que ya estaría dormido, pero no.

— ¿Ya te vas a ver a tu mamá? —preguntó.

— ¿Cómo sabe que voy a ver a mi mamá? —Pero era obvia la respuesta.

—Liam me contó que te irías este fin de semana, así que cuando escuché la puerta, quise salir a despedirme.

—Pero si solo me voy dos días. Estaré de regreso el domingo por la tarde, tengo que trabajar el día lunes. No es gran cosa.

—De todas maneras, quise ser un buen vecino y salir.

—Es muy amable de su parte. Siempre ha sido un buen vecino conmigo. Y es algo de lo que estoy agradecida.

Sonrió.

—Saluda a Mónica.

—Con gusto.

Caminé hacia los elevadores y él entró de nuevo a su departamento.

Iba con bastante tiempo de anticipación, quería tener ese margen, porque cualquier cosa podría pasar. En ciencia siempre existe un mínimo porcentaje de margen de error, y en la vida también lo existe, pero en este caso no quería que eso pasara, así que tomé mis precauciones.

Busqué mi asiento en el avión, tuve suerte de encontrar ventana, con tan poco tiempo de anticipación. Me senté y abroché mi cinturón. Veía como la sobrecargo daba las instrucciones. Pero no le presté atención. Había volado tantas veces que ya me las sabía de memoria. Me puse mis audífonos y reproduje una de las canciones que escuché en el coche con Liam. Una en italiano, en su honor. Después de escucharlo hablar en ese idioma y de descubrir mi palabra favorita, descargué unas cuantas canciones en ese idioma, las que más me llamaron la atención, por su ritmo o letra, ya que investigué la letra en español en youtube.

Ya estando en el avión le mandé un mensaje a mi madre:

"Estamos a punto de despegar".

Puse el celular en modo avión, para poder usarlo como reproductor de música, porque me esperaban varias horas de vuelo y quería un distractor.

Pasada cerca de una hora, una de las sobrecargo me movió ligeramente del hombro. Tenía los ojos cerrados, estaba a punto de quedarme dormida. Me quité uno los audífonos.

—Lo siento—dijo algo apenada—Pero le mandan esto—me entregó un papel doblado a la mitad.

— ¿Quién lo manda?

—El piloto—creí haber escuchado mal, por estar adormilada y traer puesto el otro audífono.

Asentí y ella se fue. Abrí el papel.

"Espero que esté disfrutando de su vuelo. Trataré de no estrellar el avión"

Reí por lo bajo al leerlo. Era de Liam. Él piloteaba el avión. La mujer que venía a un lado de mí, solo me miró e hizo mala cara, porque estaba por quedarse dormida, al igual que yo. Volví a ponerme el audífono. Cerré los ojos por un instante y caí en un profundo sueño.

Desperté cuando la señora de al lado comenzó a moverse. Se estaba poniendo el cinturón.

—Ya vamos a aterrizar—dijo.

Nuestras mañanas de marzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora