| Capítulo 41 |

362 29 8
                                    


Lo primero que hice al llegar al departamento, fue mandar un correo a mi vieja casera, para preguntarle si tenía departamentos disponibles en el mismo edificio. Me respondió más rápido de lo que pensé, pero me dijo que no. Lo que debí de haber hecho fue seguir pagando la renta de ese, ya que solamente eran 6 meses de estadía, dichos meses que podrían haberse extendido por 1 año y si esto no hubiera sucedido de manera permanente.

Después de la respuesta negativa, busqué algunos otros sitios por las zonas cercanas, ya que la renta en ese sitio no era muy alta. Tenía que ser un lugar cercano a mi trabajo, porque el tráfico en la ciudad era horrible.

Los días pasaban y no tenía lugar para vivir en mi ciudad natal. Mi último recurso fue contactarme con una agencia de bienes y raíces. Mi madre tenía una vieja conocida que se dedicaba a eso, así que me contacté con ella para que me ayudara a encontrar un departamento en renta cerca del laboratorio, dentro de mi rango de presupuesto, si no tenía éxito, mi última opción era rentar un departamento muy bonito que encontré en Xochimilco. No lo rentaba de inmediato porque me quedaba demasiado lejos de mi lugar de trabajo, ya que el laboratorio se encontraba en otra zona de la ciudad.

Liam no estaba en la ciudad, estaba trabajando. Como se aproximaba el cumpleaños de Don Joaquín, me comisionó reunirme con los vecinos para prepararle una fiesta sorpresa. Me reuní con ellos y quedamos en que cada quien llevaría algo.

Me encontraba en mi habitación. Liam me había marcado por videollamada, estaba en su habitación de hotel acostado en la cama, se escuchaba de fondo la televisión, pero muy despacio.

—En lugar de estar paseando por las calles de la ciudad, estás ahí en la cama acostado.

—Cuando tenga una oriunda de la ciudad que me la muestre con gusto la recorro—estaba en la Ciudad de México. Estaba descansando, ya que tendría el día de mañana otro vuelo para otra ciudad, eran de esos viajes largos, en que no lo veía por varios días. Por eso me comisionó lo de su abuelo— ¿Y en que quedaron con lo de la fiesta?

—Ya está todo organizado, cada quien llevará algún platillo, yo decoraré el lugar y tú tienes que comprar el pastel favorito de Don Joaquín, como es tu abuelo, por eso te dejaron el pastel.

Negó con la cabeza.

—Bien, mañana temprano antes de salir de viaje, le mandaré mensaje a la pastelera, ya que a él no le gustan los pasteles de las tiendas, le gustan los caseros, así que todos los años, los mando a hacer a la misma persona.

—Por eso mismo los vecinos te dejaron el pastel.

Sonrió

—Ya la extraño, Doctora bacterias. No soporto estar lejos de usted.

—Es parte de esto. Tendremos que acostumbrarnos, porque será nuestra realidad.

Y lo sería, cuando me fuera de regreso a México, nos veríamos menos, y todo sería como en ese momento, de manera remota y digital.

—Será un suplicio no poder besarla—suspiró.

—Lo sé.

—Cambiemos de tema, mejor cuénteme ¿le dijo algo Ava?

— ¿Qué tendría que decirme?

—Por favor, usted y yo sabemos que esa niña se la pasa haciendo teorías sobre nosotros, igual que los vecinos. Ya ve lo que puso en el newsletter hace unos días.

Y lo recordaba. En él hablaba sobre nosotros, en el que decía que pasábamos mucho tiempo juntos últimamente y que según ella éramos novios en secreto. Y bueno, la niña de 10 años tenía razón.

Nuestras mañanas de marzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora