| Capítulo 46 |

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Eran cerca de las 3 de la mañana cuando mi celular comenzó a sonar, pensé en lo peor, porque cuando suena el teléfono de madruga, uno siempre piensa lo peor. Vi que la llamada era de Alya. Ella estaba en las últimas semanas de su embarazo, así que cualquier día, sería su gran día. Respondí de inmediato.

— ¿Estás bien? ¿Qué pasa? —me levanté y comencé a vestirme, puse el teléfono en altavoz.

—Valentina, soy Pablo. Liam nos dijo que tú tienes su coche.

Escuché de fondo gritar a Alya.

— ¿Quieren que los lleve al hospital? —pregunté poniéndome los tenis.

—Por favor, no encuentro ningún uber. Estamos en la entrada del edificio, ni siquiera pasa un taxi.

—Bajo en unos cinco minutos o menos, que es lo que hace el elevador de mi piso al loby

—Gracias—colgué.

Tomé las llaves del coche de Liam y las del departamento, mi monedero, celular y me fui.

Saqué el coche del estacionamiento subterráneo y lo estacioné frente a la entrada. Bajé y le ayudé a Pablo con ALya. Ella caminaba despacio, lo primero que notabas era su cara de dolor, algo pálida.

—Gracias por hacer esto, Valentina—dijo ella.

—Descuida, llegaremos rápido al hospital. ¿Me dicen donde es o te llevas el coche Pablo?

—No sabe conducir—respondió ella.

—Entonces lo llevo yo.

Encendí el coche y le pisé al acelerador. Pablo me iba diciendo por donde irme para llegar al hospital. Para nuestra fortuna estaba cerca, llegamos en 20 minutos, porque los semáforos nos tocaron en verde. Miraba por el espejo retrovisor a Alya, que daba pequeños saltos atrás e intentaba no pujar. Apretaba con fuerza la mano de Pablo.

—Respira, ya casi llegamos—le dijo él.

—Ojala pudieras sentir como me parto por dos desde dentro—le gritó.

Me estacioné en la entrada del hospital, él bajó a ella y la llevó adentro. Yo busqué donde estacionar el auto de Liam y entré buscándolos, pero no los encontré. Tomé asiento en la sala de espera de urgencias esperando a recibir noticias, por parte de Pablo o de algún trabajador.

A los minutos recibí un mensaje de Liam.

"¿Está en el hospital doctora bacterias?"

"Sí. Traje a Alya y a Pablo al hospital".

"Me marcaron a mi teléfono, pero es dije que no estaba en la ciudad, que le marcaran a usted, que usted tenía mi coche y que les podía ayudar".

"Pues aquí estoy".

Le mandé una foto de la sala de urgencias.

"¿Cuándo regresas?"

"El vuelo está por salir. Si todo sale bien en unas cuantas horas estoy en Cartagena. ¿Ya me extraña, doctora bacterias?"

"Sí "

Y era algo a lo que tenía que acostumbrarme, porque esa era mi realidad. Extrañarlo todo el tiempo por su trabajo y por la distancia que pronto nos separaría.

"Descuide doctora bacterias, pronto regresaré a casa".

No pude evitar sonreír con ese mensaje.

Estuve esperando varias horas en la sala de espera, pero Pablo no salía. Sabía que el parto era un proceso largo y arduo, así que creí que lo más conveniente era irme al departamento y en un par de horas más tarde regresar. Tenía el celular en la mano, para escribirle un mensaje a él para que supiera que no estaba afuera, que los había esperado, pero me fui, pero cuando me levanté alguien se paró frente a mí. Levanté mi vista y vi quien era. Sonreí.

Nuestras mañanas de marzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora