| Capítulo 36 |

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Pasaron varias horas para que nos dejaran salir. Al poner un pie fuera de ese lugar me sentí más tranquila y más al ver que Liam estaba esperándome. En cuanto me vio corrió a abrazarme, lo hizo como si no me hubiera visto en semanas, pero solamente pasaron horas desde nuestro último encuentro.

—Está todo arruinado. Años de investigación y colaboración con este laboratorio tirados a la basura—comencé a llorar. Me había contenido bastante gran parte del día, pero el escudo que me protegía se derrumbó.

—Todo estará bien. Tranquila—besó mi frente y puse mi cabeza en su pecho.

—Perdón por llorar. No es algo a lo que esté muy acostumbrada, pero siento frustración por todo esto. Me da coraje que esto haya pasado, y más cuando estábamos a punto de comenzar con las pruebas. Fueron meses de trabajo en conjunto, hasta que me mandaron a finalizarlo, porque nuestra colega con la que estaba trabajando tuvo un percance y ya no pudo trabajar más aquí.

Entonces algo engranó en la pieza del rompecabezas.

— ¿Le dijeron el motivo?

Negué con la cabeza.

— ¿Cree que tenga algo que ver con Rafael?

—A estas alturas ya nada me sorprendería.

—Podríamos darle su nombre a la agencia para que ellos investiguen y si estamos en lo correcto, podemos convencerla para que lo denuncie y así tener algo concreto contra él. ¿Cree que él esté relacionado con lo que pasó en los laboratorios?

—Sí, me amenazó y presiento que esto está relacionado.

—Bien, deme el nombre para que comiencen las investigaciones.

—Mariela Castellanos.

—Le mandaré un mensaje a Tomás.

—Los laboratorios estarán cerrados por un tiempo, quiero acompañarte cuando te digan algo sobre ella.

—Descuide, así será—sonrió— ¿Qué es lo que pasará ahora con usted?

—Tengo que mandarle un mensaje a mi jefe en México explicando lo que pasó y hablaré con ellos, pero quienes deciden mi estancia aquí son ellos.

— ¿Y si le dicen que se tiene que ir?

—Tendría que regresarme. Siento que es algo que Rafael sabía, así que al hacer esto se libraría de mí y de la denuncia que puse en su contra con recursos humanos.

—Le prometo que llegaremos juntos al fondo de esto.

Cuando llegamos al departamento, en todo momento Liam estuvo junto a mí. Se ofreció a hacerme un té para que me calmara. Mientras, yo escribía un correo explicando todo lo sucedido.

Terminaba de escribir cuando me llevo la taza al comedor, que era donde estaba trabajando.

—Gracias.

Sonrió, él traía una taza, pero de café.

— ¿Terminó?

Asentí.

— ¿Y ahora qué pasará?

—Tengo que esperar a que respondan mi correo. Es muy probable que quieran hablar conmigo por una video llamada, para que les explique con mayor lujo de detalle la situación—bebí de mi té— ¿Mandaste el mensaje a Tom?

—Sí, me dijo que rastrearía el nombre, la conexión con Rafael y cuando tenga algo conciso me llamara—soltó una respiración sostenida—Tengo que salir mañana y no quiero dejarla, no así.

Nuestras mañanas de marzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora