Capítulo 24: Realización

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Elizabeth no había visto a Natasha en meses, y todo ese tiempo estuvo esperando que regresara. Su madre había tenido que irse, pero le aseguró que volvería, así que la pequeña la esperaba todos los días sentada sobre su cama deseosa de que su madre llegara a verla. Aquel día fue difícil para ella, ya que se había dado a conocer que enviarían a las niñas mayores de 12 años a diferentes academias, pero algo pasó que evitó que aquello sucediera.

La habitación roja era un horrible desorden. Las personas corrían, los disparos sonaban uno tras otro. Había llantos de dolor llenando aquel recinto, espantando a las pocas niñas que quedaban ahí dentro. Elizabeth se había escondido dentro de un congelador de la cocina ya desmantelada de la academia, y con sus manos se tapaba las orejas para intentar ignorar el sonido de los gritos que provenían de afuera.

Pasaron largos minutos hasta que todo por fin comenzó a calmarse. Elizabeth comenzó a respirar con más tranquilidad e intentó acercarse a la puerta para salir, pero unas pisadas le hicieron retroceder de último momento.

Elizabeth corrió a esconderse detrás de una estantería y aguantó la respiración para evitar llamar la atención de la persona que había entrado. La pequeña comenzó a rodear la estantería, evitando que aquella persona notara su presencia, pero al momento de darse la vuelta, una mano le tapó la boca con fuerza.

Elizabeth intentó defenderse, pero no pudo, e intentó zafarse sin éxito. Otro brazo la rodeó inmovilizándola, y de repente, una voz conocida sonó en su oído.

Veta, soy yo, soy Lish. —la voz femenina sonaba amable. —Necesito que te calmes. No quiero que nos escuchen, podemos salir de esta si me haces caso, ¿Entiendes? —la niña asintió para comenzar a relajarse. —Voy a soltarte, pero por favor, no grites.

Kalisha aflojó su agarré, dejado así que la pequeña pelirroja se separará de ella y volteara a verla. Elizabeth la miró unos segundos y sin pensarlo la abrazó por el cuello. Kalisha se sorprendió un poco, pero soltó un suspiro y le regresó el abrazo con unas palmadas incómodas en la espalda.

Entre ellas, había crecido una especie de relación simbiótica. Kalisha protegía a Elizabeth de las niñas mayores, mientras que Elizabeth le daba compañía y beneficios a Kalisha, empezando por el beneficio de que le otorgaran una habitación en la zona donde tenían a Elizabeth. Lo que había empezado como una pelea de comedor se convirtió en una especie de hermanadas necesaria para sobrevivir. Incluso Kalisha dejaba que Elizabeth le ayudara a trenzarse el cabello. No era mucho, pero disfrutaba las de las historias que la pequeña inventaba por las noches. Eran algo refrescante y cálido dentro de la academia.

Kalisha se agachó para soltar a Elizabeth y ponerse a su altura. —¿Estás bien, Veta?

—No lo sé... —la voz de Elizabeth salía en un susurro. —Tengo miedo, no sé qué está pasando. Acababan de ponerme una inyección y de repente las luces se fueron. Cerré mis ojos y los abrí, y todo estaba rojo. Fue horrible.

—¿Dónde fue que te pusieron una inyección? —Elizabeth señaló su antebrazo derecho. —Mierda... —Kalisha se tocó la frente, intentando descifrar lo que la niña le estaba contando. —¿No te hicieron nada más? ¿No alcanzaron a tomarte muestras? ¿Ninguno salió de la sala? —Elizabeth negó con la cabeza y Kalisha suspiró aliviada. —Bueno, es algo. Estarás bien.

—¿Qué hacemos ahora? —preguntó Elizabeth, temblando.

Kalisha suspiró con pesadez. —Esperar.

Así pasaron un algunas horas más, horas que parecían ser eternas en las mentes de las niñas. Intentaron entretenerse con charlas, y juegos sencillos, pero la tranquilidad no llegaba. Hubo un punto en el que Elizabeth se quedó dormida entre los brazos de su compañera por el cansancio y Kalisha le siguió unos pocos minutos después.

Red Widow [Peter Parker]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora