Capítulo 35: Un momento.

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Era un día soleado en Iowa, aunque habían algunas nubes en el cielo. Unos cuantos árboles decoraban la vista y daban cierto refresque al lugar. Aquel campo verde estaba lleno de vida, y el cielo azul era digno de una fotografía. Había bastantes insectos, pero ninguno realmente peligroso.

Aquel era el lugar favorito de Natasha. Un lugar que le daba paz, y ella había tardado bastante en familiarizarse con aquel sentimiento. Así que, al ser un lugar que quería tanto y que le causaba tanta tranquilidad rápidamente se volvió un lugar que visitaba cada que podía.

El cumpleaños número once de Elizabeth lo celebraron de forma tranquila. Natasha le preparó un picnic a su hija con las cosas que había descubierto que le gustaban. Había hecho sándwiches de jamón y queso y también había preparado fresas con chocolate. Incluso había hecho té de canela porque sabía que era el favorito de su hija en ese momento. Todo aquello lo colocaron encima de una manta blanca, incluida una pequeña cesta que Natasha había comprado un par de semanas atrás. Fue algo íntimo y pequeño, solo ella y su hija.

¿Cómo podía ella haberse ganado aquella felicidad? La sangre que goteaba de sus manos podía darle la vuelta al mundo. Así que, desde el momento en que se había llevado a su pequeña en brazos esa pregunta prevaleció en su mente. ¿Realmente merecía aquella felicidad?

—Mamá, ¿Algunas vez tuviste una familia?

Natasha volteó hacia abajo. Miró a Elizabeth, quien tenía su cabeza recostada en sus piernas. Le acarició el cabello con ternura y le sonrió.

—Ya tengo una familia, mi amor.

Elizabeth frunció el ceño y se cruzó de brazos. —Hablo sobre tu familia. Así como yo te tengo a tí, tú también tienes mamá, ¿Verdad?

Natasha suspiró. —Hace muchos años tuve una familia. Una mamá, un papá, incluso una hermana.

—¿Eso fue antes de que llegaran a la academia?

Natasha sonrió, recordando ese pasado tan lejano y tan reciente a la vez. —No, mi lirio. Fue durante.

—¿En serio?

—Sí, aunque no me lo creas. —Natasha se agacho un poco para quitarle a su hija el cabello del rostro. —Hubo una misión encubierta, y dos agentes tuvieron que tomar a dos niñas de la academia para hacerse pasar por una familia americana.

—¿Entonces no era una familia real?

—Bueno, eso depende de cómo lo veas. —Dijo Natasha. —Yo quiero pensar que era una familia real, pero aún con todo lo que hicieron eso no quita que al acabar la misión regresamos al mismo lugar.

Elizabeth se levanto del regazó de su madre para sentarse frente a ella. — ¿Puedes recordarlos?

Natasha sonrió. —Por supuesto que puedo recordarlos.

—¿Cómo eran ellos?

—Déjame pensar... —Natasha se mordió el labio inferior unos segundos mientras recordaba esos dos años tan lejanos. —El hombre era terco, pero muy inteligente. Le gustaba tomar café todas las mañanas y por las noches una cerveza nunca podía faltar. Sus chaquetas gruesas tampoco, y en más de una ocasión me llevé alguna a la escuela donde asistía por lo calientitas que eran. Cada noche nos arropaba para dormir y a mi me enseñó a andar en bicicleta. —Natasha tomó a Elizabeth para que se sentara en su regazo, y así la pequeña puso su cabeza sobre su hombro. —La mujer era muy dulce, quizás demasiado. Jamás faltó a un recital de ballet, y siempre nos mandaba un almuerzo diferente todos los días a la escuela. Todos los viernes nos llevaba a rentar alguna película para verla durante el fin de semana.

Red Widow [Peter Parker]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora