Aquella no había sido la primera vez que ella se había ganado un castigo en la academia. Tampoco era la primera vez que se lo ganaba por defender a Elizabeth de alguna de las niñas mayores que querían molestarla. Pero sí era la primera vez que la castigaban por algo tan tonto como un beso. Era sabido que estaba prohibido de forma implícita que las viudas mantuvieran una relación diferente a la compañeras en el recinto, pero no creía que aquello fuera algo tan mano.
Sus padres solían hacerlo. También solían dormir abrazados o cantar canciones con la música del estéreo viejo de aquella vieja sala que aún podía recordar.
Estuvo en aislamiento poco menos de dos días, donde se alimentó con comida horrible y el sol no le tocó la piel ni por accidente. Cuando al fin la dejaron salir, la cambiaron de habitación, y luego enviaron a la otra chica a otro lugar, asegurándose de que nunca pudiera volverla a ver. Eso era lo que hacían, intentaban quitarles toda esperanza y toda posibilidad de sentir.
El amor estaba prohibido en todas sus facetas, y las alianzas se trataban con demasiado cuidado. El hecho de que su amistad con Elizabeth fuera permitida tenía que ver más por Natasha que por otra razón. Cuando le tocó ir a su nueva habitación, se miró en el espejo viejo y roto que había colgado de una pared. No sabía cuánto tiempo llevaba adentro, pero ya no era niña. Su cuerpo había cambiado y sus emociones también. Quería sentir algo más parecido al amor que al cariño, y se abrazó frente al espejo en busca de aquella sensación que nunca llegó.
¿Cómo podría saber lo que era el amor si no lo recordaba? ¿Cómo podría reconocer la felicidad? ¿La tranquilidad? Aquellas eran cosas que no había sentido en años, las cuales lentamente se habían convertido más en una idea que en una emoción.
Las palabras de su madre le volvieron a la mente por unos segundos. Palabras que le había dicho algunas horas antes de fallecer sin saber que serían las últimas palabras que su pequeña escucharía. "Cuando amas algo, lo proteges, hija."
La extrañaba. Dios, la extrañaba tanto. Extrañaba un recuerdo al que nunca podría regresar, y aquel recuerdo había sido a lo que se había aferrado por tantos años. Mas de una vez algún pensamiento oscuro y terrible se adentraba a su cabeza, pero había aprendido con los años a ignorarles. Era increíble como había logrado aferrarse a alguien más como para defenderla.
Llegó hasta su nueva habitación y sacó una vieja caja con las pocas cosas que había logrado guardar de su antigua vida, una siendo su más grande tesoro. Adentro no había mucho, tan solo un par de peluches viejos, un brazalete de plástico y su mayor obsequio; un guardapelo dorado que su madre le había regalado.
Había estado bañado en pintura dorada, pero con el tiempo se había desgastado y se veía oxidado en algunas partes. Lo tomó entre sus manos y lo abrió, notando el vacío de este. Aún no tenía algo para llenarlo, pero guardaba la esperanza de hacerlo algún día.
Se quedó unos minutos sentada en su cama, esperando a que en cualquier minuto la llamaran para empezar los entrenamientos del día. En vez de eso, una pequeña pelirroja entró por la puerta seguida con una joven viuda muy parecida a ella por detrás. La viuda más grande se agachó un poco y besó la cabeza de pequeña. Kalisha enfocó la mirada y notó que Elizabeth era la que estaba corriendo en su dirección. Elizabeth corrió a abrazarla para luego sonreír. Kalisha levantó la mirada hacia la viuda que su compañera consideraba su propia hada madrina. La viuda suspiró frunció los labios.
—Tienen cinco minutos, luego tenemos entrenamiento. —se cruzó de brazos. —No quiero que Elizaveta vuelva llegar tarde. Esperare afuera.
Kalisha asintió y esperó a que la mujer saliera para poder abrazar a Elizabeth. No era una persona muy cariñosa y prefería demostrar afecto en privado. Aquello hacía que todo fuera más sencillo para ella, así no la veían como alguien más débil. Después de la pelea con Elizabeth hacía tantos años, ella tuve que pelear para construir una reputación otra vez. Tenía que demostrar que seguía siendo la más fuerte, y que no importaba que una niña la hubiera golpeado en una pelea.
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Red Widow [Peter Parker]
Fanfiction"-No me gusta mentir, odio hacerlo, pero odiaría más que algo les pasara por mi culpa. -torció la boca. -Es parte de la vida del héroe, mentir es algo que sale natural. -No tienes que darme explicaciones de eso, Araña. -respondió Elizabeth -Lo sé -s...