Capítulo 23: La ventana

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Aquella noche, Elizabeth no tuvo pesadillas. Fue una noche tranquila. Terminó su tarea, hizo de cenar para Steve, Natasha y ella misma, y hasta se fue a dormir temprano. Ella apenas comenzaba a sentirse mejor, al fin podía estar tranquila en el complejo. Cuando veía a Peter en clases, ya no se sentía ansiosa, lo cual era un gran avance para ella. Era más fácil ignorarlo cuando él también ponía de su parte y evitaba cruzar miradas con ella.

Se sentía mejor, sonreía más, y, sobre todo, estaba siguiendo adelante. O al menos lo intentaba.

Elizabeth detestaba aquel sentimiento. No quería que su estabilidad dependiera de la permanencia de un chico en su vida. Sabía que no era dependiente de Peter. Tenía una vida fuera de él, tenía a la universidad, a sus amigos y también pasatiempos. Era feliz, y sabía en el fondo que no necesitaba más.

Esa noche, cundo ella se dirigió a la cocina para buscar algo caliente de beber fue porque sintió un fuerte antojo de té de canela y no por una pesadilla. Después de tantas semanas, al fin podía hacer algo porque le apetecía y no porque lo necesitara.

Lo que no sabía era que un chico enmascarado viajó desde su apartamento hasta el complejo.

Peter había hecho un repaso en su cabeza de todas las veces en las que había actuado como un idiota. Había practicado los últimos días frente al espejo todo lo que quería decirle a Elizabeth. Casa palabra, cada reacción, cada ademán. Todo estaba fríamente ensayado. Casi tenía un discurso memorizado en su cabeza, el cuál siguió repitiendo durante todo el camino. No quería arruinar su última oportunidad. Quizás podría soñar patético, pero a Peter no le importaba. No estaba dispuesto a arruinar todo.

Cuando llegó al complejo, su primer instinto fue intentar tocar la ventana de Elizabeth. Regularmente tocaba para llamar la atención de la chica y que le abriera la ventana para que pasara, pero esa madrugada, fue diferente. Al primera golpecito, la ventana se abrió hacia adentro, dejando entrar el aire frío a la habitación.

Peter entró con rapidez y agradeció que su traje fuera térmico, abrazándose ante el cambio de temperatura. Entró a la habitación, confundido por el hecho de que la habitación tuviera la ventana abierta. Intentó buscar a Elizabeth con la mirada, pero no parecía estar ahí. Peter suspiró, y se dio la vuelta para salir de nuevo, pensando que Elizabeth probablemente estaba con Natasha. Ya lo intentaría otro día, quizás después de acción de gracias.

—Peter... —escuchó una voz tenue, casi en un susurro. —¿Qué haces aquí?

El enmascarado se dio la vuelta con rapidez, sorprendido ante el tono de aquella voz. Aquel tono era de genuina sorpresa, e incluso se podía percibir un poco de resentimiento en ella.

Peter levantó una mano para quitarse la máscara y dejó una pequeña mochila en el suelo. —Se que no debería estar aquí.

—Es la una de la mañana, y dijiste que no querías verme a menos que fuera necesario. —caminó hacia la puerta de su habitación. —Esa fue una de las reglas que dijiste la noche del incendio.

Elizabeth colocó el seguro en su puerta, para después dirigirse hacia la pequeña pantalla que estaba al lado del closet. Comenzó a desactivar el control de sueño, el cual había programado un par de semanas atrás, sabiendo que si se alteraba lo suficiente mandaría una alerta a su madre. A pesar de que Natasha no estaba en el complejo, la pelirroja prefería evitar cualquier problema. Hizo una nota mental para desactivar aquella alerta la mañana siguiente de forma permanente.

Peter tartamudeó, nervioso. —Se lo que dije, Elizabeth.

Elizabeth activó un par de comandos más para después acercarse un poco al chico, pero aun quedando lejos de Peter. —¿De qué hablas exactamente? ¿De cuándo dijiste que solo era una distracción en tus vigilancias? ¿O de que no necesitabas mi ayuda? —suspiró mientras fruncía el ceño. Elizabeth estaba frustrada. —¿Qué quieres, Peter? Tengo que regresar a la cama, mañana tengo cosas que hacer.

Red Widow [Peter Parker]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora