Los días en la casa Barton pasaron rápido. Demasiado rápido para Elizabeth si lo preguntan. Levantarse tarde, jugar con sus primos, cocinar con su familia. Cosas tan simples y al mismo tiempo tan importantes para ella. Era irónico considerando de dónde venía, aunque si uno lo pensaba bien, quizás no lo era tanto.
Aquello que no tenía en Nueva York lo tenía en dos casas cercanas en Iowa, casi en medio de la nada. Así que cuando le tocó despedirse de nuevo de su familia, fue bastante triste, incluso algo doloroso. Al despedirse de su tía Laura y de sus primos, les prometió volver para navidad, y a los pequeños les prometió un regalo especial si se portaban bien.
Al llegar al complejo pensó en buscar a Peter en seguida, pero teniendo en cuenta que había optado por ropa con cuellos altos y bufandas para tapar su cuello, quizás no era lo mejor aún. Natasha sabía que algo había pasado con su hija, pero había decidido no preguntar. Elizabeth era una adulta a final de cuentas, y se supone que era alguien responsable, así que preguntarle con quién había estado parecería invadido.
Aun así, Elizabeth prefería evitar cualquier sospecha que pudiera relacionar a Peter con los chupetones que llevaba en el cuello. No sabía a dónde iba aquello, así que prefirió mantener la relación privada antes de decirle a o todo el mundo. Quería estar segura de que iba a funcionar.
La chica llegó a su habitación y le pidió ayuda a Natasha para deshacer sus maletas. Su madre la ayudó con gusto.
—Me alegra que te hayas divertido en el viaje, Lirio. Te hacía falta un descanso. Últimamente te había visto un poco apagada. —acarició la mejilla de su hija con suavidad. —Veo que ya no es el caso. ¿Qué pasó?
Elizabeth sonrió, tomando la mano de su madre y apretándola con suavidad. —Digamos que algo me hizo tener un cambio de consciencia. ¿Necesitas ayuda con tus maletas?
—No, creo que Steve es ayuda suficiente.
Natasha se despidió de su hija, y Elizabeth comenzó a desempacar su pequeña maleta. Los viajes express siempre la habían cansado demasiado, pero aquel se sintió un poco menos terrible. Quizás por lo que recordó estando en Iowa.
Había olvidado tantas cosas. Tener que levantarse a preparar el desayuno, inventar historias para dormir, tejer frente a la chimenea de su hogar. Aquello se sintió demasiado acogedor, y añoró ese sentimiento de tener un hogar propio.
Su habitación en el complejo seguía estando medio vacía, y aún tenía ropa en Iowa. Casi se cumplían seis meses en Nueva York, y el siguiente semestre al fin podría buscar otro lugar donde vivir. Se había acostumbrado a esa habitación, pero quería algo propio. La libertad de pintar las paredes, compras los muebles, colgar cuadros y pegar postales de lugares a los que su madre había ido en misiones. No se había percatado de aquel sentimiento hasta que tuvo que volver a cerrar con llave su antigua casa. Ya vería como plantearle a su madre el hecho de que buscaría pronto un lugar propio para vivir.
El resto del día fue bastante tranquilo. Recibió a Pietro, Wanda y Visión cuando regresaron de su viaje express, limpió su habitación, lavó ropa sucia. Cosas bastante normales realmente. No hubo casi nada emocionante durante todo el día.
Lo más interesante fue el hecho de que Steve y su madre estaban bastante más cercanos que de costumbre, cosa que no le molestaba. Al contrario, le alegraba. Había logrado querer a Steve lo suficiente como para disfrutar de su compañía y poder charlar con él. Todo el tiempo que estuvo con ellas en Iowa no se sintió extraño, todo lo contrario. Se sintió algo normal. Quizás era el hecho de que fuera amigo cercano de su madre y tío, o quizás él genuinamente se preocupaba por ella. Difícil de saber cuándo casi siempre hablaba con él en compañía de su madre.
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Red Widow [Peter Parker]
Fanfiction"-No me gusta mentir, odio hacerlo, pero odiaría más que algo les pasara por mi culpa. -torció la boca. -Es parte de la vida del héroe, mentir es algo que sale natural. -No tienes que darme explicaciones de eso, Araña. -respondió Elizabeth -Lo sé -s...