Capítulo Cuarenta

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Al borde del llanto, en pleno ataque de pánico y con la respiración irregular, me quito la chaqueta y se la coloco justo encima de la herida para hacer presión y evitar que se desangre. Presiono haciendo uso de todo el peso de mi tronco, con tanta fuerza que Liu gime y se remueve.

-Lo siento, lo siento- balbuceo, con las lágrimas cayendo por mis mejillas.

-Tranquila...- murmura él -. Todo está bien- la mano de Liu me acaricia la mejilla, pero su mano cae al suelo repentinamente y deja de moverse.

Le miro un buen rato, petrificada.

-¿Liu?

No hay respuesta.

Josh está a mi lado y Jane permanece detrás de mí, mirándome y vigilando a Jeff, cuidando de que no se levante del suelo.

-Liu, despierta- le pido, mi voz temblorosa, pero no se mueve, no hace nada, ni siquiera cuando vuelvo a zarandearlo -Liu, por favor.

Las sirenas de policía comienzan a oírse a lo lejos, y se acercan cada vez más. Jane se empieza a poner nerviosa, pero Jeff sigue en el suelo, así que nuestro plan ha salido bien. Josh permanece a mi lado, sujetando la manga de mi camiseta, con los ojos llorosos y temblando como si estuviera nevando y él no llevara nada de abrigo.

-Liu, ¡Liu! ¡Ya basta! ¡Despierta, por favor!- le vuelvo a zarandear y aprieto más la herida, pero no deja de salir sangre. En cuanto bajo la mirada unos escasos segundos, mi chaqueta y mis manos están manchadas de su sangre, y no deja de salir más -¡No, no, no! ¡Liu!- las lágrimas me impiden ver con claridad. Estoy frustrada, asustada, me duele el pecho, me duele los brazos de tanto apretar.

¿Y si no se despierta? ¿Y si ya está muerto?

Suelto la chaqueta rápidamente y le cojo la cara con las manos, manchando sus mejillas de sangre.

-Liu, escúchame- le supliqué -Te quiero, ¿vale? Te quiero, te quiero, ¡te quiero! Por favor, no me dejes sola, ¡por favor!

Las sirenas de policía están cada vez más cerca, y Jane me ha cogido de las manos con delicadeza para que lo suelte.

-Tengo que llevármelo, o lo arrestaran también y morirá- me susurró ella al oído, muy despacio.

-No, espera... Jane, espera...- le imploré. Agarré su brazo y la miré directamente a los ojos -Dime que no está muerto, por favor. Dime que no está muerto.

Jane me mira con lástima, se acerca a Liu y le pone dos dedos en el lateral del cuello, cerca de la mandíbula.

-Su pulso es lento, pero sigue vivo.

-Por favor, sálvale- ella asiente, apretando ligeramente mi mano. Después, lo carga con dificultad y se lo lleva dentro del bosque. Josh me abraza por detrás mientras yo observó cómo se alejan hasta desaparecer. En ese momento, los colores azul y rojo me iluminan el rostro.

-Hemos recibido una llamada, ¿qué ha pasado aquí?- preguntó una voz masculina. Yo me di la vuelta, aferrada a la chaqueta ensangrentada que ahora se estaba manchando de arena.

-E-ese hombre ha intentado matarnos- susurré, señalando el cuerpo de Jeff en el suelo -. Nos secuestró a mi hermano y a mí.

El hombre se acerca a examinar el cuerpo tumbado en el suelo y, cuando aparta todo el cabello que cubre el rostro, retrocede horrorizado y grita, espantado. Se pone de rodillas en el suelo, lejos de Jeff, y se aferra al collar con el crucifijo que cuelga de su cuello.

-¿Qué ocurre?- le pregunta otro agente. El primero señala el cuerpo, ya con la cara descubierta, inconsciente, pero sin los ojos cerrados porque no tiene párpados. El otro agente también se asusta, pero mantiene la compostura -De acuerdo- atina a decir. Después, se gira hacia Josh y a mí -¿Llamásteis vosotros?

-Fui yo- respondo. Él asiente.

Mientras los paramédicos de la ambulancia nos examinan en busca de alguna herida, Josh me aprieta la mano con fuerza. Yo no dejo de mirar el bosque, donde advierto a cuatro figuras, una entre ellas particularmente alta, que se alejan de la escena tranquilamente, como si ya no hubiera nada más interesante que ver.

Después, mi mirada viaja hasta los paramédicos que cargan el cuerpo de Jeff con cierto rechazo y miedo. Lo dejan caer sobre la camilla y ni siquiera se aseguran de que su postura es la más adecuada.

-Este tío sigue vivo- le escuché decir a una chica.

-Qué importa, este desgraciado mató a mi hermana- dijo otro -Por mí como si se muere en lo que llegamos al hospital.

Un policía se acerca y con mucho cuidado, como si se fuera a despertar en cualquier momento, le coloca unas esposas distintas, más anchas, que cubren completamente sus manos. Y hace lo mismo con los pies. Por último, le coloca un bozal en la cara, que cubre su rostro hasta la nariz y una especie de antifaz que cubre sus ojos.

Me pregunto si están dispuestos a dejar que muera de verdad. Ahora que Josh está a mi lado, y está bien, no tengo la necesidad de ver morir a nadie, ni siquiera a alguien que lo mereciera tanto.

Josh me abraza cuando el paramédico le coloca la última tirita y solloza. A mí terminan de colocarme una gasa en la mejilla y nos dejan solos.

-He pasado mucho miedo, Evolet- balbucea mi hermano, temblando debajo de mi brazo. Yo tengo ganas de llorar. Después de todo lo que ha pasado, todo lo que he hecho, lo que he vivido y lo que ha visto él, solo quiero gritar y llorar para desahogarme y expulsar esa oscuridad que tengo en mi interior, esos sentimientos negativos que me arañan desde dentro.

-Estoy aquí, estamos bien- le susurro, acariciando su pelo y su espalda -. Tranquilo, ya pasó.

Y es Josh el que rompe en llanto y chilla como si volviera a ser un bebé, como si alguien le hubiera hecho mucho daño.

Le estrecho entre mis brazos y le sigo acariciando para que sepa que estoy con él, y sigo así un buen rato hasta que empieza a tranquilizarse y, finalmente, deja de llorar.

Tras aquello, el hombre que anteriormente le puso todas las esposas a Jeff se acerca a nosotros y nos sonríe con amabilidad.

-Os llevaremos a casa.

Blood And Tears |Liu Woods|© Book 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora