Capítulo Veinte

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La puerta de la habitación se abre y yo me incorporo rápidamente en la cama, secándome las lágrimas con los dedos y con el dorso de mis manos. No quiero que Liu me vea llorar, no quiero perder la poca dignidad que me queda frente a él.

Su presencia me incomoda y me asusta. Está parado en el humbral de la puerta, en silencio, mirándome. Quiero preguntarle qué es lo que está haciendo ahí, quiero gritarle que me deje sola, que no quiero verle, pero me quedo en silencio. Entonces, escucho que sus pasos se acercan y siento su peso sobre la cama. Se ha sentado justo a mi lado.

-Lo siento- murmura, con tranquilidad.

Sus palabras hacen que suba la cabeza y le mire. El corazón me da un vuelco de ira, de adrenalina. Me siento osada, enfadada. Una fuerza desconocida asciende desde mi pecho hasta mi boca e incendia mi garganta y mi corazón:

-¿Por qué?- pregunto. Él me clava con su mirada, calmada e impasible. No habla, así que continúo: -¿Por matar a mis amigas? ¿Por casi matarme a mí? ¿Por secuestrarme o por mantenerme encerrada aquí? ¿Por qué lo sientes?- a medida que he ido preguntando, mi voz ha ido aumentando el volumen. Cuando me callo, el miedo me envuelve y me arrepiendo de haberle echado todo eso en cara. Pero él no dice nada, y nos quedamos, por lo menos, dos minutos en un terrible silencio, minutos en los que yo estoy esperando a que haga algo contra mí.

-Nos vamos.

-¿Eh...?- suelto. Es lo único que me sale de la boca ante el cambio de tema radical que ha hecho.

-Jeff puede volver, así que nos vamos de aquí.

-¿Qué...? Pero...- susurro, con la voz rota. Se me congela la sangre solo de pensar que Jeff puede volver, volver a por mí. El solo imaginarlo trepando por las paredes de la casa, abriendo la ventana de esta habitación y...

Asiento una vez.

-Esta noche.

-¿Por qué esta noche?

-Esta noche- insiste.

-Pero...

-No puedo arriesgarme a que nos vean- me responde, antes de que yo le pida explicaciones.

Claro, desprende un aura peligrosa y oscura que a cualquiera alerta e intimida. Si nos encontramos con quien no le conviene... aunque yo lo preferiría. Lo miro de reojo y él me devuelve la mirada. Al instante aparto mis ojos de él y sorbo mi nariz.

Escucho que suelta un gruñido.

-Tienes que comer algo, o morirás de hambre.

-Entonces déjame volver a casa- susurro.

-No- me ha oído.

-¿Crees que puedo llevarme algo a la boca sabiendo que estoy retenida en una casa con un asesino que podría matarme en cualquier momento?- me doy la vuelva para mirarle y echarle en cara otra vez lo que siento. Él frunce su ceño -¿Qué más te da si me muero de hambre?

Su mano agarra mi muñeca con fuerza y yo ahogo un grito cuando se acerca a mí. Parpadeo y, de la nada, tengo su rostro a centímetros del mío. Sus cicatrices me provocan un escalofrío y un miedo atroz que vuelve rígido mi cuerpo, sobre todo la que tiene a modo de sonrisa en la boca.

-Podría haberte dejado morir cuando Jeff estuvo a punto de matarte a golpes.

Abro la boca para decir algo, pero me quedo en silencio cuando escucho su voz dentro de mi cabeza, gritando mi nombre, pidiéndome que no cerrará los ojos...

¡Evolet!

Mis labios se abren ligeramente, pero no logro decir nada durante unos segundos.

Le miro, sorprendida y extrañada a la vez. Me tiembla el labio inferior.

-¿Por qué?- me zafo de su agarre con un movimiento brusco. Él deja caer la mano a un lado de su cuerpo y vuelve a incorporarse para alejarse de mí -¿Por qué ya no quieres matarme?

Se queda en silencio. No me responde.

-¿¡Por qué tienes que hacerme esto!?

Liu cierra los ojos con fuerza, como si quisiera dejar de escucharme para perderse en sus pensamientos.

-Duerme ahora. Saldremos de madrugada- no responde a mi pregunta, solo se da media vuelta y camina hacia la puerta de la habitación para marcharse.

-¡Espera!- le exijo, aunque no estoy en posición de hacerlo. Él me ignora y cierra la puerta. Yo me quedo en silencio durante varios segundos mirando la puerta. Cuando me resigno a seguir en la misma posición me tumbó boca arriba en la cama con cuidado y me levanto la camiseta.

Tengo el estómago y el vientre llenos de golpes y moratones, algunos sobre la cicatriz de la herida con la que desperté en el hospital; se me notan las costillas más de lo que se me notaban antes y el estómago se me hunde debido a que no he comido nada. Cuando ejerzo una ligera presión sobre mis heridas, es como si algo afilado se me clavara por dentro de la piel. Aprieto los dientes y me bajo la camiseta y vuelvo a mirar el techo, sintiendo ganas de llorar de nuevo.

La puerta de la habitación se abre y veo a Liu usando su gabardina de cuero negro, a pesar de que sea verano y haga mucho calor. Su imagen a contra luz me recuerda a aquella noche en la que mis amigas murieron en sus manos y, entonces, empiezo a ver que las manos se le empiezan a manchar de sangre y a gotear. Cuando parpadeo, veo que bajo sus pies comienza a formarse un enorme charco de sangre y el corazón empieza a latirme de forma desbocada. El terror recorre mis venas como un veneno atroz, mi respiración se vuelve entrecortada...

Liu dice algo y, al instante, siento que me arranca de ese cruel recuerdo y me devuelve a la realidad.

Muevo la cabeza de un lado a otro frenéticamente y la alzo para mirarle a los ojos, verdes y apagados.

-¿Có-cómo...?- murmuro. Me doy cuenta de que estoy temblando y de que mis uñas se han aferrado a las sábanas.

-Que nos vamos- repite, con el mismo tono de voz. Ahora está de brazos cruzados sobre su pecho y no deja de mirarme, parece que ni siquiera parpadea.

Siento que me observa detenidamente para no perderse ningún detalle de mí, que me estudia. No puedo evitar sentirme incómoda, así que aparto la mirada y me llevo un mechón de pelo detrás de la oreja. Su mirada viaja por mis dedos y todo mi brazo.

Rápidamente oculto mi antebrazo con mi otro brazo sin mirarle. No quiero que vea mis cicatrices, mis heridas; mis debilidades.

-¿Adónde...?- me atrevo a preguntar, únicamente por romper el silencio que hay.

-Vamos, no tenemos mucho tiempo- trago saliva cuando su voz, fuerte e inmutable, me interrumpe. Ipso facto, se da la vuelta y comienza a bajar las escaleras. Yo me levanto de la cama de un salto y corro detrás de él para no quedarme en esta casa sola. Él abre la puerta usando una única llave y salimos al exterior, bajo la atenta mirada de la luna llena, la única que ilumina este barrio.

Blood And Tears |Liu Woods|© Book 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora