Mi móvil es arrojado a la otra punta de la habitación. Y esta vez sí que se rompe en pedazos.
—¡Hola!
En cuanto me doy la vuelta, algo me agarra el cuello con fuerza, como una cadena que me rodea con fuerza y me impidió respirar. Siento mi espalda chocar contra la pared y un dolor que me recorre toda la columna. Ahogo un gemido doloroso y aprieto con fuerza la manga del brazo que me aprieta.
Los ojos inyectados en sangre del cementerio. La sonrisa cortada, la cara pálida como la nieve. El cabello negro, quemado y sin brillo.
La hoja de su cuchillo me apunta directamente entre los ojos. Lo sostiene firmemente y sin ningún tipo de vacilación.
Oh, Dios mío... voy a morir.
—Me ha costado encontrarte, niña— su rostro se acerca más al mío —. Eres un trozo de carne muy escurridizo...
Me cuesta tragar saliva. Estoy temblando de miedo, pero no puedo dejar de mirar sus ojos azules, extremadamente abiertos y enrojecidos.
—Me gusta la cara que pones cuando estás asustada...— me dice. Siento cómo desliza la hoja del cuchillo por mi rostro, haciendo que mi cuerpo se estremecía y tiemble con más violencia —. No sé cómo Liu no ha podido matarte, con lo fácil que puede ser...— observo aterrorizar que alza su cuchillo, dispuesto a clavarlo directamente en mi corazón con una puñalada mortal.
—¡N-n-no...!— chillo inútilmente, desgarrando mi propia garganta en un intento desesperado por que alguien me escuche.
No logro ver qué es lo que sucede exactamente, pero algo derriba al asesino y hace que suelte mi cuello. Ni si quiera le veo caer. Rápidamente corro tambaleándome hacia la puerta. Corro por el pasillo y me tropieza justo cuando llego a las escaleras. Las bajo rodando.
Cuando llego al final, siento que no puedo moverme. Mis brazos y piernas están inmóviles en el suelo, doloridos. No soy capaz de mover ni un solo dedo, ni siquiera mi cuello. Me siento como una muñeca rota, tirada en el suelo de cualquier manera. Me imagino a mí mismo con los brazos y las piernas doblados en ángulos imposibles de alcanzar para el ser humano.
Suelto un alarido entrecortado de dolor, llorando. No puedo ni arrastrarme para salvar mi vida.
Mis ojos observan, en la parte de arriba de las escaleras, al chico de la boca cortada peleando contra uno vestido de negro, que tiene un abrigo de cuero largo y resquebrajado. Como su bufanda. El de la sudadera blanca cae al suelo boca abajo y el de negro aprovecha para asestarle un golpe con el mango de su cuchillo, pero él lo esquiva y tira a su contrincante al suelo. Los dos están igualados en fuerza.
Cuando el de negro se levanta, el de la sudadera blanca arremete contra él y ambos comienzan a pelar con sus puños y sus cuchillos. Bloqueando y recibiendo ataques. En varias ocasiones, la hojas de sus cuchillos llegan a chocar, haciendo que salten pequeñas chispas y suelten un ruido metálico chirriante. Como si el hierro estuviese en muy malas condiciones.
—¿¡Por qué estás haciendo esto!?— le grita el de la sudadera a su contrincante —¡Pensé que habías cambiado! ¡Que habías dejado de ser débil!
—Esto no tiene nada que ver con mi debilidad, Jeff— dijo el otro, con voz grave y pesada. Ambos tenían las respiraciones agitadas.
En ese instante, unas luces rojas y azules les paralizaron.
—¡Joder!— gruñe el de cabello negro y sudadera blanca —¡Esa zorra ha llamado a la policía!
—Entonces deberías irte.
El de cabello negro se volvió a meter en mi habitación y desapareció. El otro se iba a escabullir también, pero se giró en mi dirección, y bajo las escaleras hasta donde yo estaba.
No, no te acerques.
Por favor.
Me tambaleo como un animal que intenta escapar de las fauces de un cocodrilo que ya ha atrapado su cuello. Pero me dejo de mover cuando el dolor me golpea una y otra vez.
Respiro hiperventilando, pero una mano enguantada me cerró la boca.
—Necesito que te calles y estés en silencio.
No puedo decir o hacer nada mientras siento que uno de sus brazos pasa lo debajo de mi espalda y otro por detrás de mis rodillas. Me ha cogido en brazos y lo único que puedo hacer es ver que el techo se mueve y escuchar los pasos acelerados del chico de negro. Cuando entramos a mi habitación, escucho que golpean la puerta de la habitación, y la voz de mis padres.
—¡Mamá! ¡Papá!— grito para que me oigan, con la voz desgarrada. Pero, en ese momento, el chico de negro salta por la ventana y me arrastra con él.
Ahogo un grito cuando siento el viento azotarme la cara. Pero no me hago daño al caer. Mi cuerpo choca contra el del chico de negro y comenzamos a rodar por el suelo hasta el asfalto caliente por el calor del verano. Mi cabeza acaba en su pecho, y todo mi cuerpo sobre el de él. Escucho los latidos de su corazón calmados y tranquilos.
¿Cómo es posible?
Escucho las sirenas de la policía, pero lejos. He cerrado los ojos y estoy aferrada al abrigo de cuero del muchacho.
¿Qué más me puede pasar?
—Mierda...— el chico me hace a un lado con sorprendente delicadeza y, cuando se levanta, me carga sobre su hombro, como si fuese un saco de patatas. Entonces, empieza a correr, y el viento vuelve a golpearme la cara y a removerme el cabello. Mis brazos s mueven de un lado a otro debido al movimiento, pero mis ojos permanecen cerrados.
¿Cuánto tiempo va a durar esto?
—Me duele...— susurro.
—Ya casi llegamos, aguanta un poco.
Abro los ojos de golpe.
No esperaba respuesta. No esperaba nada en absoluto.
—¡Suéltame! ¡Bájame!— grito, con la voz rota —¡Ayuda!
—No puedo hacerlo— me dice. Intento moverme, hacer algo de fuerza. Pero estoy tan dolorida que ni siquiera puedo rozarle con los dedos. Ni darle patadas. Nada.
Vuelvo a cerrar los ojos, soltando un suspiro entrecortado de desesperación.
No tengo frío. El aire de la noche me golpea, pero es una ráfaga de aire caliente lo que agita los árboles, mi cabello y la camiseta de manga corta que llevo, holgada. Estoy descalza y agradezco tener unos pantalones cortos de deporte que me cubran.
Las lágrimas resbalaban por mis mejillas, mientras pienso que, tal vez, lo mejor hubiera Sido dejarme matar aquella noche, junto con mis amigas.
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Blood And Tears |Liu Woods|© Book 1
Novela JuvenilRepentinamente, Evolet despierta en un hospital sin saber lo sucedido. No entiende lo que ha pasado y sus recuerdos están borrosos. Dos policías la informan de que hubo un asesinato, y que ella logró sobrevivir. Pero, ¿quién intentó matarla? ¡Cualqu...