Capítulo Veintiocho

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Para cuando abro los ojos, Liu sigue dormido en la cama. El sol está empezando a salir entre los árboles del bosque, así que me he levantado cerca de las seis de la mañana.

No he dormido nada, pero no tengo cansancio.

Me incorporo en la cama y me levanto ligeramente, evitando moverme de más para no despertar a Liu. Salgo de la habitación y voy hacia la mía para ponerme unos pantalones cortos que Liu me dio y bajo las escaleras hasta la cocina, donde empiezo a abrir armarios hasta que encuentro varios ingredientes y una sartén para hacer tortitas. Después de descubrir cómo funciona la vitrocerámica y comprobar que tenemos electricidad, cojo un plato y coloco la sartén encima del fuego.

Mientras despego la tortita de la placa de la sartén, algo se posa en mi hombro y la espátula se me cae al suelo tras pegar un grito. Cuando me doy la vuelta, me encuentro con la máscara de ojos negros de Jane.

—Dios mío, ¿es que a ti te asusta todo?

—Todo lo que me sorprenda de esa forma— respondo, agachándome para recoger la espátula y acercándome al fregadero para limpiarla. Ella deja de mirarme para fijarse en la sartén y el cuenco con la masa de las tortitas.

—¿Qué estás haciendo?

—Pues... el desayuno.

—¿En serio?— inquiere, sorprendida y sarcástica.

Asiento lentamente mientras vuelvo a mi puesto para retirar la tortita y hacer otra. Jane no me quita los ojos de encima.

—¿Como está Liu?

Me quedo en silencio un buen rato, recordando la experiencia de esa madrugada, en la que me dejé llevar en un beso.

Un beso que me había hecho sentir como si hubiese sido el primero, que me había dejado con ganas de más...

¿Por qué quería más de él?

—Está... está mucho mejor— alego, con la voz temblorosa.

—Bien, luego subiré a verle— ambas nos quedamos en silencio hasta que escucho el sonido de unas tripas rugir que no son las mías. Cuando termino de hacer el desayuno y lo limpio todo. Tras guardar las cosas en su sitio, me giro hacia la mujer del vestido negro con el plato de tortitas en la mano.

—¿Te apetece desayunar?

Ella no dice nada, pero me ayuda a poner la mesa y ambas nos sentamos la una frente a la otra en la cocina. Ella se queda parada un buen rato frente a su plato hasta que se lleva las manos a la cabeza y se retira el cabello hasta que queda expuesta su piel.

Es una peluca, no tiene cabello.

Después, se retira la máscara y advierto su rostro de muñeca de porcelana. Tiene los ojos castaños y la cara delgada, los labios finos y ligeramente rosados aunque tenga la piel de un color marfil. Es hermosa. A pesar de lo que le han hecho es realmente hermosa.

Sus ojos se clavan en los míos.

—¿Qué estás mirando?

Me aferro al mango de mis cubiertos y bajo la mirada a la tortita de bordes quemados que hay en mi plato.

—Lo siento.

—Da igual— farfulla, volviendo a ponerse la peluca en un movimiento rápido y hábil. Ella se lleva un trozo de tortita a la boca y yo hago lo mismo, aunque incómoda.

Tras estar varios minutos comiendo en silencio, sus ojos vuelven a clavarse en mí y yo no puedo aguantar más la curiosidad:

—¿Qué te pasó?— inquiero, nerviosa. Jane no responde y deja de comer —Lo siento, no tienes que responder, no debería haber preguntado...

—¿Sabes por qué quiero vengarme de Jeff?

La observo unos instantes y niego con la cabeza.

—Porque el día que perdió la cabeza, después de asesinas a sus padres y casi matar a Liu, vino a mi casa.

Me quedo helada en el asiento, con el tenedor en una mano y el cuchillo en otra, preguntándome si estoy preparada para oír esa historia, porque he visto que no acabó bien para ella.

—Mató a mis padres y me ató a una silla— prosiguió. Tenía una calma preocupante —. Me dijo que me haría tan hermosa como él y que me dejaría viva para que se lo agradeciera— oh, Dios mío... —; me empapó en gasolina y lejía y me prendió fuego, pero llamó a la ambulancia y me trasladaron al hospital antes de que muriera quemada.

Me llevo una mano a la boca. Me pican los ojos y tengo ganas de llorar, ¿por qué ha tenido que sufrir un destino tan horrible?

—Mi pelo se quemó y mi piel se quedó blanca como la de él. Después, me envió esta máscara y esta peluca al hospital junto a un cuchillo. Desde ese día decidí que me vengaría de él para evitar que siga matando.

Solo puedo quedarme en silencio y con la mirada fija en sus ojos marrones. Entiendo perfectamente que desee vengarse, ¿cómo no querría? Le arruinó la vida y se lo arrebató todo excepto su existencia, que es lo único que le queda a parte del cuchillo con el que se defiende.

—Lo siento...— balbuceo, sorbiendo mi nariz.

—No importa— dijo.

Me limpio las lágrimas que amenazan con salir de mis ojos con el dorso de la mano y reprimo la necesidad de levantarme y abrazar a Jane, estoy segura de que podría pegarme un puñetazo so lo intentara. No obstante, ella se me queda mirando.

—¿Por qué lloras?

Niego, respondiendo que no es nada.

Estoy segura de que no quiere que me compadezca de ella.

—Creo que eres muy fuerte— susurro, evitando mirarla —. Como Liu.

Jane se remueve en su asiento.

—Todos tenemos una historia que nos ha hecho cambiar— menciona ella —¿Cuál es la tuya?— inquiere. Me doy cuenta de que está señalando con la barbilla los cortes de mis brazos.

Apoyo las manos en mi regazo para esconder los cortes debajo de la mesa. Desvío la mirada a la nevera de la cocina y me muerdo el labio inferior.

—Nunca tuve amigos, nunca tuve a nadie a mi lado— susurré —. Siempre estaba sola, desde primaria siempre fue así. Me sentaba sola, jugaba sola... y en algunas ocasiones aprovechaban para meterse conmigo o gastarme bromas pesadas— me rio, pero no me hace gracia —. A la gente le gusta ir en grupo a molestar a una única persona, y yo no sabía defenderme. Un día exploté y me hice un corte. Me dio tanto miedo que juré no volverlo a hacer... pero al día siguiente ya tenía la cuchilla del sacapuntas entre los dedos.

Jane me está prestando tanta atención que siento que tiemblo. Me estoy desmoronando.

—Se volvió una adicción para mí, me odiaba a mí misma, no quería vivir. Incluso cuando conocí a mis amigas... seguía cortándome. No quería parar y no podía dejar de hacerlo, entonces...

Jane me detiene colocando su mano blanca cerca de mí. No me había dado cuenta de que he empezado a llorar.

En ese momento, Liu entra en la habitación tambaleándose, con el torso lleno de vendas y solo con unos pantalones puestos, con una mano situada donde está su herida.

Blood And Tears |Liu Woods|© Book 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora