Capítulo Veintinueve

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Jane y yo nos quedamos en silencio y yo palidezco de inmediato. Le he contado lo que me pasó a Jane y temo que Liu lo haya escuchado. Ni siquiera sé por qué, pero no deseaba que él me conociera, no quería que conociera la parte más vulnerable de mí, aunque era lo único que había estado mostrando desde que me secuestró debido al miedo.

Va hacia la encimera y toma una taza de cerámica de color blanco en la que se echa café caliente. Jane y yo nos lo quedamos mirando hasta que se da la vuelta y sus ojos verdes se clavan en mí. Pero yo soy incapaz de mirarle a la cara debido a lo que pasó por la noche, así que me levanto y le señalo las tortitas que quedan. Después, me giro hacia Jane y le dedico una tímida sonrisa.

—Os dejaré a solas...

Abandono la habitación y subo las escaleras hacia la mía, abriendo el armario que Liu me había llenado con ropa para cuando la necesitara. Tras coger una camiseta y unos pantalones cortos, abro un cajón para coger la ropa interior, dándome cuenta de que todos son conjuntos de lencería.

Mis mejillas se sonrojan mientras busco algo más normal, pero no hay nada.

¿Por qué solo me ha dado lencería?

Me muerdo la uña del dedo índice, avergonzada y nerviosa, cogiendo un conjunto de color blanco que es más discreto y me encierro en el baño para darme una ducha.

  
  
Al salir del cuarto de baño secándome el pelo con una toalla, me alarmo al escuchar gritos procedentes de la planta baja.

—¡Esto no era lo que habíamos acordado! ¡Me lo prometiste!

—Yo nunca te prometí nada, Jane.

—¿Qué has dicho?

Es Jane. Está muy alterada y enfadada. Voy en dirección a las escaleras para bajar e intentar tranquilizarla, pero me detengo antes de ver el suelo de mármol de abajo.

—¡Estoy harta de esta mierda!— grita, encolerizada —¿¡Cuándo le vas a contar lo de Susan!?

Trago saliva. Sintiendo un vuelco repentino en el corazón, un malestar que me obliga a apoyarme en la barandilla de las escaleras. Me llevo la mano al pecho e intento controlar mi acelerada respiración.

—¿¡Le has contado siquiera quién fue!?

Liu se queda en silencio, un silencio inquietante.

—¡Liu!

Yo también espero que responda. Su silencio me está estrujando el corazón con fuerza, se me corta la respiración.

—No— admite, con frialdad y dureza.

—Pues ya va siendo hora de que le digas por qué la trajiste aquí.

—Basta, Jane.

—No, para tú— escucho un empujón —. Deja de utilizar a las personas en tu beneficio— le reprende, con rabia —. Yo no soy vuestro guardaespaldas y ella no es Susan— noto cómo va aumentando el volumen de su voz —, ¡Susan está muerta!— escucho un golpe seco y siento que Liu le ha dado un puñetazo a la pared. Jane se queda en silencio por varios segundos —. Deberías decírselo antes de que sea tarde para ella. Y para ti.

Escucho los tacones de Jane alejarse y, después, la puerta de la calle cerrándose con fuerza.

Se ha ido.

La sensación de inquietud en mi pecho se hace más grande y evoluciona al miedo.

¿No va a volver? ¿Qué va a pasar ahora?

Con las piernas temblorosas y con cuidado de no desmoronarme para no caer rodando por las escaleras, bajo lentamente hasta encontrarme a Liu parado en medio del pasillo de la entrada, con los puños cerrados con fuerza y la cabeza agachada. Los nudillos de su mano derecha estaban ensangrentados y enrojecidos.

—¿Qué ha pasado...?— me atrevo a preguntar, en voz muy baja para no alterarlo.

Él me mira directamente a los ojos. El verde de su iris y su ceño fruncido hace que me encoja un poco, aun agarrada a la barandilla. Sigue con ese vacío negro y apagado en los ojos, no veo brillo alguno.

Suelta un gruñido, deja de mirarme y sale de casa a base de zancadas. Yo me quedo quieta, no me atrevo a detenerlo. He contemplado el odio, la rabia y el miedo en sus ojos. Por primera vez, me ha parecido ver algo en ese vacío sin fondo. 

Algo aterrador y algo aterrado.

Cuando me quiero dar cuenta, es por la tarde, la casa está más fría de lo que suele estar y Liu todavía no ha vuelto. Son cerca de las seis de la tarde, por lo que indica el reloj analógico colgado en la pared del salón. Me abrazo a mí misma y camino de un lado a otro en la sala, preguntándome adónde ha podido ir Jane. Adónde ha ido Liu.

Me muerdo una uña.

Ya han pasado varias horas y la aguja del segundero no deja de moverse. 

Miro una y otra vez la puerta de la calle, que permanece cerrada. 

Me dijo que no lo hiciera, vi por qué me lo pidió, pero salgo de la casa cerrando la puerta detrás de mí, corriendo a una velocidad moderada. Cuando me encuentro con la autopista, mantengo una distancia bastante alejada del bosque y sigo corriendo, buscando a Liu, rezando por encontrarlo antes del anochecer. 

Acelero el paso hasta que tropiezo con una grieta en un lateral de la carretera y, cuando caigo, la hierba me acaricia el antebrazo y siento que caigo encima de un suelo mucho más blando y húmedo. Extrañada, alzo la mirada y me encuentro con el camino cerrado por altos pinos. La niebla me impide ver más allá de un par de metros y la atmósfera se ha vuelto mucho más fría, como si fuese invierno. 

Ahogo un grito y me levanto de un salto, retrocediendo y dándome la vuelta, encontrándome con más árboles. Ni rastro de la carretera. 

¿En qué momento he entrado yo al bosque? 

—No puede ser verdad...— susurro, asustada. 

Giro sobre mí misma y corro en busca de una salida, pero lo único que siento es que estoy corriendo en círculos dentro de un laberinto sin fin. La desesperación se va abriendo paso hasta llegar a mi pecho y caigo de rodillas al suelo, cansada, hiperventilando y a punto de tener un ataque de pánico. 

—Liu...— murmuro. 

Tendría que haberme quedado en casa, tendría que haber esperado a que volviera, pero no he podido hacerlo, tenía miedo de que me dejara allí sola.

¿Qué me aseguraba que volvería él o Jane? ¿Qué me aseguraba que yo estaba a salvo mientras ellos no estuvieran?

—Te equivocas, pequeña— me susurra una voz a mi espalda. 

Suelto un chillido e intento levantarme para salir corriendo, pero una mano gélida y áspera me agarra del cuello y me empuja hacia atrás, haciendo que choque con algo duro. Los ojos se me llenan de lágrimas y empiezo a temblar con más violencia que antes. 

—Liu no está aquí. 

Blood And Tears |Liu Woods|© Book 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora