Capítulo Treinta

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Sus dedos acarician mi cuello y ascienden lentamente hasta mi mentón, alzando mi rostro. Su tacto me produce pavor, asco, pero me aguanto los sollozos y mi garganta se traga las ganas de gritar cuando algo afilado y frío se posa directamente en el centro de mi cuello. 

—Tienes un cuello precioso— me susurra, muy cerca de mi oído —, me va a encantar abrirlo en canal...

—¡N...!— su mano cubre mi boca y se alza para que yo pueda ver sus ojos azules inyectados en sangre y rodeados de negro. Suelta una pequeña risa y me clava más el cuchillo. 

—Si no te callas tendré que cargarme a tu hermanito. 

¡Josh! 

Entro en pánico, siento que las sienes me palpitan y las lágrimas ruedan por mis mejillas hasta mojar sus dedos mientras niego frenéticamente con la cabeza, dispuesta a guardar silencio. 

—Buena chica, ¿así es como Liu ha conseguido que hagas todo lo que él quiere?— pregunta. Se está burlando de mí.

Su mano se desliza por mi rostro, pasando su dedo índice por mi labio inferior para destaparme la boca. Entonces, un golpe seco en mi mejilla me tira al suelo boca abajo y noto el sabor metálico de la sangre en mi boca. 

—No sé cómo has sido tan difícil de matar, niña— me agarra del pelo y me levanta del suelo, yo pataleo y forcejeo arañando sus manos para que me suelte —. Oh, no hagas eso— me dice —, no creo que le estés mostrando un buen ejemplo a tu hermano pequeño, Evolet. 

Se me escapa un sollozo. 

—¿Cuántos años tiene? ¿Ocho?

Tiene ocho años. Es muy pequeño, es muy pequeño...

Me llevo la mano a la boca y me la tapo para callar mi llanto, pero grito cuando siento un golpe, esta vez caigo de costado al suelo, aguantando las ganas de vomitar. 

—¿En qué piensas?¿Crees que Liu vendrá a salvarte?— se me acerca, se agacha y me alza el rostro agarrando mi barbilla con fuerza —Él es igual yo, el problema es que cree que puede escondértelo y protegerte, pero tiene tantas ganas de matarte como yo. 

Un hilo de sangre gotea de la comisura de mi labio. Una voz en mi interior me ha estado diciendo desde el día en el que él me secuestró lo mismo que Jeff.

—No toques a mi hermano.

Jeff suelta una risotada ronca, echando la cabeza hacia atrás sin soltarme. 

—No lo mataré siempre y cuando seas buena y hagas lo que te diga...— su vista viaja por mis brazos hasta mi antebrazo. Suelta mi cara y me agarra la muñeca con fuerza para observar mejor las cicatrices. Una risa satisfactoria se le escapa de sus labios cortados —Parece que va a ser más fácil de lo que pensaba. 

Trago saliva y me libero de su agarre, bajando la cabeza.

Por el rabillo del ojo veo un movimiento rápido y, repentinamente, un ardor atroz me recorre todo el antebrazo. Cuando bajo la mirada a mi brazo, me fijo en que tengo un corte enorme en vertical que ha empezado a sangrar a borbotones. Siento que se me adormece el cuerpo mientras el corazón me golpea con fuerza y rapidez, dejándome llevar por el pánico.

Jeff se vuelve a reír a carcajadas, encantado con el miedo que estoy sintiendo.

—¿Cuánto tiempo tardarás en desangrarte? Veamos si puedo divertirme contigo antes de que te mueras...

Me arrastro por el suelo para alejarme de él, pero el brazo derecho no me responde debido al corte. Me levanto con dificultad y las piernas temblorosas con una mano presionando sobre la herida para evitar desangrarme. Jadeo con fuerza mientras retrocedo hasta que mi espalda choca contra el tronco de un árbol.

—Liu ha estado perdiendo el tiempo...— su brazo se apoya detrás de mi cabeza y me señala con la punta de su cuchillo.

—Liu no es como tú...

¿Cómo que no? ¿No ha matado gente él de igual forma? ¿Por qué le estoy defendiendo?

Gimo cuando su mano choca contra mi mejilla con una fuerza impresionante y escupo la sangre que se me ha acumulado en la boca.

—Deja de actuar como una puta ciega, cariño— me sugiere, con despreocupación. Parece incluso aburrido —. No tienes ni idea de dónde te ha metido el idiota de mi hermano... y todo por que no consigue superar a su exnovia muerta..., hay que joderse.

Yo no digo nada, permanezco en silencio y todavía presionando el corte. Mi pecho sube y baja y mi respiración se escucha entrecortada.

Miro de un lado a otro hasta que mis ojos logran captar, entre la niebla, una luz amarillenta pasar a una gran velocidad. Mis ojos se abren como platos.

La autopista. Estoy cerca.

Alzo la cabeza y me encuentro con la mirada de Jeff y su sonrisa cortada todavía más amplia.

—Vamos, pequeña, yo lo haré bien, no como Liu...

Una patada directamente en su estómago hace que suelte el cuchillo y que se le caiga al suelo. Yo lo tomo con una mano y lo tiro lo más lejos que puedo de él con las fuerzas que me quedan. Jeff se cae de costado al suelo y se retuerce de dolor.

—Maldita... zorra...

No lo pienso dos veces y salgo corriendo en la dirección en la que había visto las luces, esquivando los árboles que me encuentro por el camino y escuchando la voz de Jeff maldecirme, insultándome. Yo me muerdo el labio inferior y sigo corriendo, intentando hacer oídos sordos, hasta que, finalmente, veo la autopista y la atravieso a base de zancadas. Siento que el corazón me va a explotar dentro del pecho, que me voy a desmoronar. La sangre gotea de mi muñeca, me ha empapado todo el antebrazo y cada vez tengo menos fuerzas para seguir corriendo.

Tengo una sensación horrible, estoy exhausta y tengo ganas de dormir. Me duele todo el cuerpo y no puedo seguir. Sin embargo, cuando diviso la casa a lo lejos, veo una silueta masculina.

Liu.

—Liu...— quiero gritarle, gritar su nombre con todas mis fuerzas, pero no puedo.

A mitad de camino, tropiezo con mi propio pie y caigo al suelo boca abajo.

Las piedras se me incrustan en los brazos y la mejilla, pero casi he perdido la sensibilidad de todo mi cuerpo.

—¡Eh!

Escucho unos pasos acelerados correr hacia mí.

No son los de Liu, son tacones. Jane se agacha y me mira a los ojos. Después, se fija en el corte que tengo en el antebrazo y me lo examina por unos breves segundos.

—No me jodas...— murmura —¡Liu! ¡Está aquí!

Otros pasos acelerados vienen hacia mí. Esta vez, es Liu el que cae de rodillas frente a mí y Jane le enseña el corte, que no deja de sangrar. Ella tiene la mano manchada de sangre y yo los brazos.

—¡Joder, Evolet!

Gimoteo, intentando decir algo, pero Liu me coge en brazos y me lleva corriendo dentro de la casa.

Blood And Tears |Liu Woods|© Book 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora