Capítulo Treinta y Uno

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Abro los ojos lentamente y me encuentro en una cama con sabanas de color morado. Todo es de un tono pastel: lila. Las cortinas están echadas, pero dejan pasar la luz de la luna. Parpadeo y me muevo ligeramente, como si me acabara de despertar de un sueño muy profundo.

Suspiro ligeramente y observo toda la habitación, advirtiendo que mi brazo derecho está vendado y que Liu está sentado a mi lado, con la frente apoyada sobre sus dos brazos en un lateral de la cama. Su bufanda está a mi lado, a punto de caerse de la cama. Él no se mueve, parece que está dormido. ¿Cuánto tiempo lleva ahí?

Mi mano se mueve lentamente y acaricio su cabello con delicadeza, pero suelto un grito en cuanto se incorpora de golpe con los ojos muy abiertos y su mano agarra mi brazo. Afortunadamente, no ha apretado en la zona del corte.

-Perdón- me disculpo, rápidamente -, no quería despertarte.

Liu me observa en silencio, dándome un repaso hasta las vendas del brazo. 

-No estabas en casa cuando llegué- habla, de sopetón.

Los recuerdos de lo que sucedió cuando salí de casa me vuelven como una enorme ola en forma de dolor de cabeza. Me suelto del agarre de Liu y me llevo las manos a la frente, me masajeo las sienes y suelto un pequeño sollozo.

-No deberías mover tanto el brazo- me advierte -, tienes los puntos recientes y se te pueden saltar en cualquier momento.

Bajo el brazo lentamente y le devuelvo la mirada, apenada.

-¿Dónde estabas?- insiste.

Trago saliva y desvío la mirada. Supongo que no tengo más remedio que decirle la verdad:

-Te habías ido- respondí -, llevabas mucho tiempo fuera y no sabía que hacer... pensé que ibas a...- hice una larga pausa -fui a buscarte.

-Te dije que no salieras de casa.

-Entonces no te marches así como así- le espeto. Me muerdo el interior de la mejilla al darme cuenta de que he contestado de forma brusca, pero él no me dice nada, solo se me queda mirando. Después, se lleva una mano a la nuca y se la rasca inquieto, cerrando los ojos unos segundos. En ese corto periodo de tiempo, me permito observar las costuras de sus mejillas en forma de sonrisa y la cicatriz que le atraviesa de forma horizontal el puente de la nariz.

Liu es como yo. El problema es que él cree que puede escondértelo y protegerte.

Estaba convencida de que era así. Sin embargo, al verlo caer de rodillas frente a mí después de correr para encontrarme, desesperado, y descubrirlo a mi lado en la cama, no puedo evitar dudar de lo que Jeff me había dicho.

-Yo...- empieza a decir. Rápidamente pongo toda mi atención en él -yo tuve a alguien conmigo hace unos años...

No logra superar a su exnovia muerta.

¡Ella no es Susan! ¡Susan está muerta!

-¿Es la mujer de la que hablaba Jane?- cuestiono, tímidamente. Liu se gira a verme y yo agacho un poco la cabeza -. Os escuché gritar.

Se queda unos segundos en silencio, pero asiente. Entonces, se acerca a la mesita de noche y alarga el brazo para coger una foto vieja de uno de los cajones. La foto que yo rompí.

-Susan era una enfermera que me cuidó mientras yo estaba ingresado en el hospital, cuando sobreviví al ataque de Jeff- murmura -. Me enamoré de ella. Era tan buena, tan pura...- noto el temblor de su voz -. Esta era su casa, a la que me mudé cuando me dieron el alta. Y esta era su habitación.

Vuelvo a observar todo a mi alrededor antes de mirar de nuevo a Liu.

-Por ese entonces yo trabajaba de cocinero, vivíamos bien y yo nunca me había sentido tan feliz... pero, una noche, un ladrón la hirió. Pensé que la perdería... La llevé al hospital y se recuperó- dice, acariciando a la muchacha que sale en la fotografía -. Empecé a matar criminales porque no podía soportar la idea de que esos seres hicieran daño a la gente como ella...; a ella...

Mi pecho comienza a subir y bajar. Quiero tomar su mano, pero todavía tengo miedo. Tengo miedo de lo que me pueda llegar a decir a través de esto.

-¿Qué... qué sucedió?- pregunto, sintiendo un dolor en el pecho.

-Nos asaltó un hombre y ella volvió a resultar herida. Se recuperó, pero... antes de casarnos, de forma repentina, empeoró. En el hospital no pudieron hacer nada... y murió.

Los laterales de la fotografía se arrugan ligeramente cuando Liu los aprieta. Su mandíbula se tensa y su cuerpo se vuelve rígido. Me percato de que sus ojos se enrojecen y que le tiembla el labio inferior. Por primera vez desde que lo conozco, lo he visto vulnerable ante mí, temblando por la impotencia y por su corazón, que todavía está roto.

A mí también me entran ganas de llorar. La sensación de perder a alguien tan importante para ti..., la impotencia, el no saber por qué sucedió y por qué tan de repente, como si el destino simplemente te la hubiese quitado por puro capricho... me partía el corazón. El ver a Liu así me dolía como si una bala me hubiera perforado el pecho.

Dejo el miedo a un lado y me incorporo lentamente. Con cuidado de no abrir los puntos de mi herida, lo rodeo con mis brazos y lo atraigo lentamente a mi pecho. Las yemas de sus dedos se clavan en mi espalda y se aferran a mi ropa. Siento su cuerpo temblar y sus hombros tensos. Ahoga sollozos con la cabeza agachada y yo me esfuerzo por no llorar, sorbiendo mi nariz. Él sube la cabeza y me mira.

-L-lo siento- me disculpo, apartando la mirada. Liu me toma del mentón para que lo mire y, con la otra mano, me limpia las lágrimas que amenazan con salir de mis ojos.

-Tú no te pareces en nada a ella...- susurra. Yo le observo una vez se alza y se queda sentando frente a mí -. A cualquier parte a la que vaya, veo el rostro de Susan en su lecho de muerte, con ojeras, la piel pálida y los ojos muertos, preguntándome por qué no la salvé.

»No podía dormir, tenía pesadillas constantes en las que la veía morir una y otra vez mientras yo no podía moverme para impedirlo. Aquello me estaba volviendo loco, me enfurecía... Pero cada vez que te veo, no la veo a ella. No hay voces que me acusan de haberla abandonado. Solo tú, Evolet. Por eso te llevé conmigo, porque quería esa paz que no había podido tener... porque quería tenerte conmigo para volver a estar bien... Sé que no te lo mereces, que no fue justo para ti, pero no pude evitarlo.

Me encuentro sin palabras ante él. No sé qué decir. Mi boca está abierta, pero no salen palabras de ella.

-Jane se equivocaba. No veo a Susan en ti; veo mi salvación. Una salvación que no merezco y que tomé por la fuerza cuando no debía, arrebatándote tu libertad, tu vida, todo...

»Cuando te vi aquel día en el cementerio, supe que eras esa chica a la que intenté matar. Estabas junto a la tumba de Susan. Me enloqueció verte junto a lo único que me quedaba de ella. Pero cuando estuve a punto de acabar contigo... fue como si todo se apagara. Estaba confuso, porque algo dentro de mí no quería matarte.

Mi mano se alargó hasta tocar su mejilla. Mi pulgar rozó ligeramente las costuras de una de sus comisuras, pero Liu no apartó la mano.

-Nunca quise ponerte en peligro, y ahora ellos saben que estás conmigo, que una humana está conmigo. Y quieren eliminarte.

-Liu, para...- murmuro. No quiero que siga por ahí, no quiero que continúe hablando de esa forma; compadeciéndose de sí mismo.

Su largo cabello castaño me hace cosquillas en el dorso de la mano cuando hago amago de alejarme, pero él me la agarra y aprieta con fuerza mis dedos, sin hacerme daño. Su ceño se frunce ligeramente y aprieta sus labios.

-Estoy enamorado de ti, Evolet. Jamás pensé que volvería a hacerlo después de Susan, pero ha sucedido... me he enamorado de ti.

Blood And Tears |Liu Woods|© Book 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora