Capítulo Dieciocho

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Los restos del marco que tengo entre las manos se me caen al suelo ante la aterradora mirada de Jeff. Comienzo a temblar violentamente y mis rodillas se estremecen, chocando la una con la otra. Sollozo, arrepentida de haber atraído su atención de una manera tan idiota.

¿Por qué no se ha desmayado? Un golpe así habría tumbado a cualquiera.

En un movimiento tan rápido que ni siquiera alcanzo a ver, Jeff me agarra del cuello con fuerza, me atrae a él y luego me empuja, haciéndome tropezar y caer al suelo de espaldas. Mi espalda se golpea con tanta fuerza que siento que me quedo sin respiración por unos segundos. Abro la boca todo lo que puedo, intentando que el aire llegue a mis pulmones, pero un golpe en mi estómago me lo impide.

El dolor es indescriptible. Se me escapan lágrimas de los ojos y siento que mi cabeza va a estallar, porque no puedo respirar. Toso con fuerza y unas gotas de sangre manchan el suelo. Mis ojos observan varios cortes en las palmas de mis manos por los cristales del marco roto.

La risa enfermiza de Jeff me paraliza totalmente, junto al dolor, haciendo que me sea imposible defenderme. Comienzo a verlo todo borroso y mis ojos se van cerrando lentamente.

—¡Todavía no puedes irte a dormir, preciosa!— grita él, sin parar de reír —¡Quiero divertirme contigo!

Deja de darme patadas y me levanta del suelo agarrando el cuello de mi camiseta. Yo alcanzo a soltar pequeños gemidos entrecortados, mientras me fuerzo a mí misma a respirar. Me duele todo el cuerpo por las patadas. Siento que mis órganos han sido aplastados por mis costillas. Escucho los latidos de mi corazón ir cada vez más lentos.

—Cuando acabe contigo, tendrás una hermosa sonrisa permanente, y serás mucho más bonita que ahora...— sus ásperas manos acarician mis mejillas, deslizando sus dedos lentamente, como si mi piel fuese tan delicada que pudiera romperse en cualquier momento.

—No la toques.

Jeff se da la vuelta y me suelta. Yo caigo boca abajo al suelo y luego escucho un golpe seco. Después, el cuerpo de Jeff cae a unos centímetros de mí.

—Evolet...

Liu se agacha frente a mí y me levanta con delicadeza del suelo, me retira el pelo de la cara y me la sostiene con una mano.

—¡Evolet!

Su rostro se difunina cada vez más hasta que cierro los ojos.

—Mamá...— murmuro, dolorida.

Con las pocas fuerzas que me quedan, mis dedos rozan los suyos.

—No quiero...— gimoteo —n-no quiero morir...

—Evolet, no cierres los ojos— la voz de Liu se altera y me comienza a zarandear con cuidado —¡Evolet! ¡Mírame!

Un recuerdo me aborda de repente.

Estoy en mi habitación, llorando por algo que no logro recordar. Tengo las mangas de la sudadera subidas y en mi antebrazo derecho cuento tres cortes. Estoy muy nerviosa y asustada. No dejan de sangrar por más que me presione con un montón de papel.

Voy corriendo al baño y meto el brazo debajo del agua helada. Me escuece... me arde. He olvidado por completo la razón de por qué estaba llorando, ahora estoy concentrada en el dolor físico que me han provocado los cortes. Estoy temblando mientras se me escapan gemidos de dolor entre los dientes.

La primera vez que me corté.

Cierro los ojos aliviada cuando, por fin, dejan de sangrar.

Ojalá nunca me hubiese hecho esos primeros cortes. Ojalá nunca hubiese empezado con aquel círculo vicioso del que es tan difícil escapar...

Abro los ojos de golpe y me encuentro en la oscuridad completa. No puedo ver nada, pero siento mi cuerpo entumecido y dolorido. No puedo moverme casi. Comienzo a hiperventilar con algo de dificultad, pero mejor que antes.

Cierro los ojos y me pregunto si estoy soñando o no. Si estoy dentro de una alucinación o no.

Súbitamente, unos gritos desgarradores me hacen pegar un salto en la cama. Vienen de la habitación de al lado. Es la voz de Liu.

—¡¡No!! ¡¡Susan!!

Otra vez ese nombre. Es como si su presencia le estuviera persiguiendo, como si su espíritu lo atormentara.

Intento levantarme para ir a despertarle. Me incorporo lentamente, apoyándome en mis codos y tirando de las sábanas. Pero un dolor punzante en el estómago me detiene al doblarme demasiado y caigo de nuevo tumbada a la cama, soltando un aullido de dolor que trato de silenciar mordiéndome el labio inferior.

Me doy cuenta de que los gritos de Liu han cesado.

La puerta de la habitación se abre y una luz me ciega por unos instantes. Unos pasos se acercan y, cuando mis ojos se acostumbran a la luz, me encuentro a Liu frente a mí.

—¿Qué estabas haciendo?— no es una pregunta cualquiera. Estoy obligada a responder, no es opcional.

—Yo, solo estaba...— hablo, nerviosa. Sus ojos vacíos me observan atentamente. Esperando mi respuesta.

Trago saliva e intento desviar la mirada de su rostro, pero no puedo. Se ha quitado la bufanda, dejando expuesto su rostro. Está lleno de cicatrices. Una en concreto le cruza desde un pómulo a otro, atravesando el puente de su nariz. Lo más horrible de todo es que las comisuras de sus labios se estiran en una sonrisa cosida, nada profesional. Es grotesco, pero no puedo apartar la mirada.

Liu se da cuenta y es él que gira levemente su rostro para que no pueda verle bien. Yo bajo la mirada a la colcha de color crema de la cama en cuanto siento que le he incomodado.

—Intenta volver a dormir— me vuelve a imperar —, tienes todo el cuerpo magullado por las patadas de Jeff, así que te viene bien reposar un poco.

Un escalofrío me recorre toda la espalda y una rigidez repentina se apodera de mí en cuanto la risa enfermiza de Jeff me taladra los oídos mientras me pegaba patadas al estómago. Me pongo a temblar como si la temperatura hubiese descendido en picado. Entonces, me doy cuenta de que Liu está avanzando hacia la puerta de la habitación.

—Espera— le pido. Él se queda parado en el umbral de la puerta —¿Qué... qué ha pasado con...?

Tarda unos largos segundos en responder.

—Puede volver— eso no responde a mi pregunta, solo consigue que el miedo vuelva a paralizarme —. Duérmete— dicho esto, sale de la habitación y cierra la puerta. Cuando pasan unos segundos, empiezo a llorar en silencio en medio de la oscuridad de este horrible lugar en el que estoy encerrada, y del que no puedo escapar. 

Blood And Tears |Liu Woods|© Book 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora