Capítulo Cuarenta y Seis

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-¡Au!

-¡Por Dios! ¿Cómo han podido dejarte sola con ese maníaco? ¿Dónde demonios estaban esos idiotas de seguridad?- se queja mamá una y otra vez, mientras me limpia la herida que Jeff me ha hecho en la frente, después de llegar a casa.

Su indignación provoca que los toques que da con el algodón manchado de Betadine sean más fuertes de lo que ella pretende.

Josh se asoma junto a papá por el marco de la puerta y espera pacientemente a que mamá termine de limpiarme la herida, manteniendo una distancia prudencial.

-Mañana no vendrás con nosotros. Te quedarás aquí en casa y cuidarás de Josh.

-No, mamá- detengo su mano un momento para que deje de limpiarme la herida y me preste atención -. Tengo que ir, es importante.

-¿Por qué?- insiste ella -¿Acaso quieres que vuelva a agredirte?- mamá se pone todavía más nerviosa -¿No es suficiente el infierno por el que has pasado? ¿Todavía quieres seguir viendo su horrible rostro?- inquiere.

-No quiero volver a verle nunca más- respondo, alzando la voz -, pero necesito ver cómo le condenan. Necesito saber con seguridad que va a pasarse el resto de su vida en la cárcel y que no volverá a hacerle daño a nadie más- Josh se acerca a mí y se aferra a mi brazo -, necesito cerrar un ciclo y saber que puedo seguir adelante sin miedo.

Mamá me mira con los ojos llorosos, y luego a Josh. Tira el algodón a la pequeña papelera que hay a su lado y me acaricia la mejilla.

-Siempre he sabido que eras una chica muy fuerte, Evolet.

Se levanta del pequeño taburete y se va.

Josh me mira a los ojos y veo la preocupación mezclándose con el miedo. Algo logra hacer que me derrumbe y lo abrace, echándome a llorar por el miedo que había pasado en el encuentro con Jeff y que había estado reprimiendo para no sentirme débil. Mi hermano se queda ahí, dejándose abrazar con sus diminutos brazos rodeándome la espalda. En este momento él es mi único consuelo.

-Todo va a estar bien, ¿vale?- le digo finalmente, cuando ya he dejado de llorar y he podido secarme las lágrimas. Josh asiente.

-Lo sé.

-No va a volver nunca más- le doy un beso en la frente y me levanto para colocarme una tirita en la cabeza frente al espejo de mi tocador, asegurándome de que la herida queda bien cubierta.

-Evolet- me llama.

-¿Sí?- respondo, dándome la vuelta para verle.

-¿Dónde está el chico de las cicatrices?

El hecho de que mencione a Liu hace que yo me ponga tensa.

-Sé que no quieres que lo mencione, pero ahora solo estamos tú y yo.- murmura, agachando la cabeza.

Yo me vuelvo a sentar, quedando a su altura y con los brazos abrazando mis rodillas.

-No lo sé- me sincero, bajando la mirada, sintiendo que mi corazón se retuerce dentro de mi pecho -, pero seguro que está bien.

-Él parecía ser de los buenos- alega Josh, con esa forma de hablar tan inocente e infantil. Como si Liu fuera un superhéroe que lo salvó de las afiladas garras de Jeff. Y yo no puedo evitar sonreír.

-Lo era.

Nos quedamos un rato en silencio, ambos tranquilos y sentados en el suelo, hasta que en un momento, Josh se vacía los bolsillos de su pequeña sudadera y deja caer sobre mi alfombra varios coches diminutos.

-¿Quieres jugar conmigo?- pregunta, tímido.

-Claro que sí.

Como si nunca hubiera pasado nada, como si todo siguiera siendo como antes, Josh y yo nos recorrimos toda la casa, desde el segundo piso hasta el patio, corriendo con los coches en la mano, persiguiéndonos el uno al otro, gritando y riendo en una carrera que yo le iba a dejar ganar. Nunca me había dado cuenta de lo mucho que me gustaba jugar con mi hermano y, en ese momento, me di cuenta de lo mucho que agradecía volver a estar junto a él, en casa, sin miedo, sin esa tristeza que siempre punzaba mi corazón y me impedía disfrutar de las pequeñas cosas como aquella.

Me había perdido tanto.

En cuanto nos quisimos dar cuenta, la cena ya estaba lista, así que corrimos de vuelta a casa para comer con mucho entusiasmo, aún sin soltar los coches.

-¡Quiero seguir jugando con Evolet!- exclama Josh, alzando su cochecito al mismo tiempo que la cuchara de plástico manchada de puré.

-Ya hasta mañana no, Josh- niega mamá, riéndose -. Tú tienes que irte a dormir pronto.

Mi hermano baja la cabeza, tristón, pero yo le lanzo el cochecito por la mesa, logrando esquivar un plato de judías y otro de carne hasta llegar a él.

-Mañana te pienso ganar en la próxima carrera que hagamos- le digo, desafiante.

-¡Jamás!- replica -¡Soy el mejor piloto del mundo!

Después de cenar, Josh se queda prácticamente dormido y mamá y papá deciden subirlo para acostarle e irse a dormir ellos también. Yo, por el contrario, me quedo en el salón, sentada sobre el sofá con la televisión encendida, sin poder conciliar el sueño.

-Hemos sabido por el fiscal que lleva el caso de Jeffrey Woods, el asesino que  lleva sembrando el caos desde jace años, que mañana mismo se decidirá la sentencia. Ha afirmado también que sabe que los ciudadanos no están dispuestos a dejar que ese asesino vuelva a rondar por las calles. El abogado, sin embargo, alega que el acusado siempre ha actuado en contra de su voluntad debido a la poca estabilidad mental que tiene.- observo que la reportera está claramente incómoda hablando del tema.

-Así es, Charlotte- coincide su compañero -. Pero, antes de continuar hablando del caso, ¿quién era Jeffrey Woods? O, como se le conoce ahora: Jeff the Killer.

Cambio de canal al instante, decidida a no escuchar nada más.

En ese momento, un ruido procedente de la cocina me arranca un aspaviento.

Me levanto lentamente del sofá y camino con los pies descalzos hasta el umbral de la puerta, precavida.

-¿Jane?- susurro su nombre para asegurarme de que solo me escucha la persona que esté en la cocina.

Nadie contesta.

-¿Jane?- vuelvo a llamarla. De nuevo, no responde nadie.

En cuanto escucho otro golpe, me aventuro a atravesar el umbral y enfrentarme a lo que hay en el cuarto.

Un cuerpo se mueve con dificultad hasta que cae doblado al suelo, hincando una única rodilla, jadeando y con aspecto de cansancio.

Mi corazón da un vuelco y lo primero que atino a hacer es a encender la luz.

Blood And Tears |Liu Woods|© Book 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora