Capítulo 02: Regreso de una misión

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●★● Sariah Mansour ●★●

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●★● Sariah Mansour ●★●

Regreso de una misión

— Coronel, no la hacía por estos lados.— el teniente coronel Smirnova hace el saludo y entra a mi oficina, la cual dejé con la puerta un poco abierta.

— Desde que llegué decidí organizar todo, como también la lista de los soldados de nuevo ingreso.— dejo unos papeles en uno de los cajones de mi escritorio.

— Me parece bien, así te vas a descansar sin preocupaciones.— se acerca a la ventana y abre un poco las cortinas para observar hacia afuera.

— Lo mismo pienso, sé que desde que llegue a mi casa no pensaré en trabajo hasta el día que toque incorporarme de nuevo.

— ¿Cuántos días permanecerás fuera?— sigue mirando por la ventana.

— Cinco días, como máximo, ya que no podemos estar los tres coroneles fuera por tanto tiempo de descanso.— resoplo pensando en el maldito reglamento, no es justo que después de durar dos meses de arduo trabajo solo tengamos cinco días de descanso.

— Es poco, demasiado.— se acerca a mi escritorio.— Cuando regreses del descanso conocerás al nuevo general de brigada y compañero de tu esposo.— saca una paleta de sus bolsillos y la abre.

— Supongo que debe ser bueno en su trabajo.— le resto importancia, no me gusta juzgar a las personas sin antes conocerla.

— Supones bien, el punto no es que sea bueno o malo.— mete la paleta a su boca y vuelve a sacarla.— El punto es que el tipo es un ogro en todo el sentido de la palabra, cuando lo conozcas te darás cuenta.

— Esperaré a conocerlo y yo misma sacaré mis conclusiones.— recojo todo y me levanto.

— ¿Ya te vas?

— Así es, pediré un taxi.— tomo mi mochila y entro unos papeles que llevaré a casa para terminarlos allá.

— Nada de taxis, yo te llevaré, vamos en la misma dirección.— asiento y salimos de mi oficina.


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— Nos veremos el viernes teniente Smirnova.— me despido antes de entrar a mi casa.

— Hasta el viernes, mi coronel.— se despide con una sonrisa.

Desde la puerta veo al auto perderse, suelto un suspiro antes de entrar a mi enorme y vacía casa. Iván no se encuentra, no dudo que haya salido con sus amigos a tomar o se haya quedado en la base adelantando trabajo, en fin, dejo mi mochila a un lado y subo hacia mi habitación.

Me despojo de toda la ropa frente al espejo del lavabo, dejo la ropa en la canasta de la ropa sucia. Observo la cicatriz que tengo a un costado de mi abdomen, producto de una guerra hace dos años, suceso que no me deja dormir y que me ha robado la tranquilidad.

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