Capítulo 70: Una estrategia

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●★● Sariah Mansour ●★●

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●★● Sariah Mansour ●★●

Una estrategia

— ¿Sigues pensando en los niños?— Salvatore desabrocha su cinturón al estacionarnos en la central.

— Me preocupa un poco que tu madre no pueda con los tres.— me desabrocho de mi cinturón y bajo de la camioneta.

— Mi mamá pudo conmigo y con mis hermanos, los niños no serán difícil para ella.— ríe mientras camina a mi lado.

—Son tonterías mías, es que me resulta difícil separarme de los niños ahora.— hago un puchero.

— Te entiendo, al principio cuando mi licencia paterna terminó, también pensaba en ti y en los niños.-- abre la puerta para que pueda entrar.— No te creía capaz de poder con los tres.— golpeo su hombro.

— Puedo contigo, así que los niños son una tarea fácil.

— Muy graciosa.— saluda a los soldados, hago lo mismo.

— Nos vemos luego.— me despido sin muestras de afecto, no son permitidas en la organización.

— Me cuentas todo, deseo saber la respuesta del soldado.

— Luego te cuento todo, lo prometo.— nos dividimos por diferentes pasillos, me detengo en la puerta del gimnasio donde se encuentran ejercitándose mis soldados.

Después de varios meses de licencia me toca ingresar a trabajar, al verme los soldados se colocan en sus posiciones, doy un paso al frente, muestro una pequeña sonrisa, me alegra estar con ellos de nuevo, después del accidente no pude volver a trabajar con ellos.

— ¡Buenos días, mi coronel!— todos hacen el saludo correspondiente.

— Buenos días a todos, me alegra verlos bien, pero sobre todo saber que durante mi ausencia hicieron un buen trabajo.— me paseo por el lado de cada uno.— La verdad es que este equipo es mejor de lo que esperaba.

— ¡Gracias mi coronel!— se muestran entusiasmados por mi felicitación.

— Ustedes prosigan con sus ejercicios, luego nos ponemos al día con todo lo demás.— me detengo al lado del soldado Jones.— Necesito hablar con usted.

— Como usted ordene mi coronel.— baja la mano de su frente y espera a que me vaya.

— Lo espero en mi oficina.— me despido de los demás y salgo del gimnasio.

Camino hacia mi oficina, saludo a algunos de mis colegas, se alegran al verme, entro a mi oficina, todo luce igual que como lo dejé, el mismo olor, las cosas en el mismo lugar, todo en orden, extrañaba el lugar, tomo asiento en mi escritorio, giro mi silla y me concentro en dar vueltas como una niña pequeña.

— Adelante.— pido que pase a penas escucho al soldado tocar la puerta.

— Aquí estamos a su disposición, dígame que desea.

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