Capítulo 36: ¡Dulce suegra!

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●★● Sariah Mansour ●★●

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●★● Sariah Mansour ●★●

¡Dulce suegra!

La carne ya se encuentra en el horno, mientras se cocina opto por picar los vegetales para luego ponerlos al vapor, justo en el momento que saco los vegetales y dejo sobre la isla, alguien toca la puerta de la casa, limpio mis manos y camino hacia la puerta. Me detengo en el ojo mágico de la puerta, observo por el pequeño hueco, del otro lado de la puerta es mi suegra quien se encuentra, ruedo los ojos y abro la puerta.

— Buenos días.— saludo cortante, sin mostrarle desdén.

— Hola querida.— entra a la casa como si fuera suya, me armo de paciencia y cierro la puerta detrás de mí.

— ¿Qué hace aquí?— me adentro a la cocina.

Camino hacia al horno, para bajar un poco más la temperatura y que la carne no se queme, la señora Petrova mira cada uno de mis movimientos, me coloco al otro extremo de la isla para picar los vegetales.

— ¿Te molesta mi presencia querida?— la miro de reojo, deja su bolso a un lado y se acomoda mejor.

— No me molesta en lo absoluto, siempre y cuando su visita sea con buenas intenciones.— tomo el cuchillo y una zanahoria.— ¿Desea algo de tomar?— me paseo por las gavetas donde se encuentran los vasos y las copas.

— He venido por algo breve, no quiero nada de tomar por el momento.— asiento y vuelvo a tomar el cuchillo para picar las cosas.

— Bien, entonces diga a que ha venido.— quito la cáscara de la zanahoria y sobre la tabla de picar la corto.

— Por el bien de todos, lo mejor es que mi hijo regrese a la casa, que piensen las cosas y traten de sobrellevar la situación.— rio, interiormente, es impresionante ver como intenta arreglar los desastres de su hijo.

— Los dos hemos pensado las cosas y ambos, como adultos que somos sin pedir opiniones, decidimos divorciarnos.— dejo las zanahorias picadas en un recipiente de cristal transparente.

— Esa decisión la tomaste tú, querida, no mi hijo.— la palabra "querida" ya empieza a resultarme irritante.

— Le preguntaré algo.— asiente.— ¿Si su esposo le fuera infiel, usted lo perdonaría?

— Depende, si llevamos mucho tiempo de casados y lo amo, pues pensaría que el amor todo lo puede.

— A veces el amor no todo lo puede, mucho menos cuando tu esposo te lleva viendo la cara de idiota durante seis años.— tomo tomates y los comienzo a picar.

— Ambos son jóvenes, esto pueden tomarlo como una prueba, en especial tú.— toma su bolso y busca.— Sabes como son los hombres, siempre buscan más, pero al final vuelven con nosotras.— coloca un cigarro en sus dedos y en su otra mano un encendedor.

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