Capítulo 26: Apoyo

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●★● Sariah Mansour ●★●

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●★● Sariah Mansour ●★●

Ataque al corazón

Corro hacia la habitación de mis padres, supe recientemente que mi padre sufrió un infarto, producto de sus arterias tapadas, por más que el doctor le hable, no hay manera de que deje el cigarrillo, no valen las palabras, ni consejos.

— ¿Cómo está?— entro a la habitación, mi padre se encuentra recostado de la cama, este sonríe al verme, mi madre está sentada a su lado con una bandeja repleta de comida.

— Tu padre está como un roble.— extiende sus manos para que lo abrace.

— No vuelvas a asustarme, por favor.— me escabullo entre sus brazos, besa mi frente con ternura, para él siempre seré una bebé.

— No fue nada, sabes que cuando uno entra en edad eso trae consigo sus complicaciones, pero gracias a Dios estoy bien.— me recuesto a su lado.— ¿Por qué no estás trabajando? No me digas que saliste de tu trabajo solo porque estoy en reposo.

— Así es papá, primero tú, luego tú y después mi trabajo.— miento, lo que menos deseo es preocuparlo.

— Tu padre se encuentra bien Sariah, desde ayer te dije que no era nada del otro mundo.

— Y lo sé mamá, pero de igual manera quería venir y pasarme unos días con ustedes.

Mi madre se levanta con la bandeja, mi padre toco poca comida, no tiene mucha hambre.

— Yo te ayudo.— le quito la bandeja y salgo con ella de la habitación.

— Vi las noticias, el día de hoy solo se habla de ti e Iván.— baja las escaleras junta conmigo.

— Eso imaginé, no quiero que papá se entere de esto, no por ahora, su corazón está débil y debe recuperarse.— entramos a la cocina, dejo la bandeja sobre la isla.

— Tu padre sabe todo, hija, no comentó el tema porque no quiere afligirte más con la situación, el general nos llamó y comentó sobre tu suspensión.— limpia sus manos con una toalla.

Cuento hasta tres y suelto un suspiro, debí imaginar que el general le contaría a mis padres, todavía cree que soy una niña.

— Le pedí discreción sobre el tema, pero para él todavía sigo siendo una niña.— tomo los platos sucios y los meto al lavabo.

— Da igual, como sea agradecemos que no haya contado, de ser por ti no hubiéramos sabido nada.— noto cierta molestia en sus palabras.

— ¿Te molesta el hecho de que me pienso divorciar?— me volteo a enfrentarla.

— Me molesta que le seas infiel a tu esposo en pleno lugar de trabajo, eso no fue lo que te enseñé, hija, no va con tus valores, ni principios.

— Los principios y valores me los paso por el culo, el único que no los ha tenido ha sido Iván, te pido que antes de hacer un juicio te encargues de escuchar a ambos acusados.— vuelvo a voltearme y prosigo lavando los platos.

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