●★● Sariah Mansour ●★●
Supermercado
Me decido si tomar salsa de barbacoa o de especias, estoy comprando algunas cosas que faltan en la despensa de comer, un hombre apuesto se acerca a tomar una sal de ajo, me mira después de leer todo lo que contiene el sazonador.
— ¿Lo ha usado antes?— hace énfasis en el frasco que yace en sus manos.
— Siendo sincera, siempre hago los sazones para la carne con vegetales, nunca he usado ese tipo de sales.— muestro una sonrisa.
— Soy nuevo en esto de ir de compras, siempre suele hacerlo mi hermana.— le resta importancia.
— Lo entiendo, no todos somos buenos haciendo compras.— tomo más productos que utilizaré.
— Gracias por la ayuda, de todas formas me interesa probarla.
— Suerte entonces.
— Oye, creo que te conozco.— empuño mi arma con discreción.
Siempre salgo con un arma por seguridad propia, tengo enemigos por el trabajo que practico, no puedo fiarme de nada, ni de nadie.
— ¿De dónde o qué?— miro el tatuaje que yace en su cuello, son las siglas del Army, pertenece o tiene que ver con esa organización.
— Lo lamento, la estaba confundiendo con una amiga, aunque su belleza no tiene comparación.— Deja la sal en el canasto que reposa en su brazo.
— No se preocupe, no pasa nada, es normal equivocarse.— continúo caminado.
Entro al pasillo donde se encuentran las galletas y todo lo que concierne con los postres, una niña y una mujer se acercan.
— Cielo olvidé tomar unos vegetales.— le extiende la canasta a la niña.— Iré por ellos, mientras elige las galletas que quieras.— se retira dejando a la niña.
— Las de fresa son muy buenas.— señalo el empaque con las galletas.
— Gracias, son mis preferidas.— las toma y me sonríe.
— ¿Cuál es tu nombre?— por lo que deduzco debe tener algunos nueve años, es una niña muy linda.
— Mi nombre es Luna, mi madre es amante a las estrellas, los planetas y todo lo que tenga que ver.— deja las galletas en la canasta.
— Tienes el mismo nombre que una de mis hijas.
— ¿Cuántos hijos tiene?— pregunta con curiosidad.
— Tengo tres, dos niñas y un...— fuertes gritos se escuchan logrando interrumpirme.
Hago silencio, las personas corren por los pasillos, suelto la canasta al ver como una bala impacta en la cabeza de una mujer. Me volteo dándole la espalda a esa horrorosa escena y le tapo los ojos a la niña, es algo horroroso para una niña, hasta un adulto puede traumarse.
— ¿Qué sucede?— me mira angustiada.
— No lo sé, pero no debes preocuparte por nada, prometo cuidarte.— camino con ella agarrada de la mano.
Me mantengo escondida en un pasillo de comidas para perros, los disparos continúan, donde me encuentro es uno de los almacenes donde se encuentra la comida para animales, coloco a la niña en una esquina donde no pueda verse, solo yo.
— ¿Salvatore eres tú?— pregunto al escuchar la línea telefónica abrirse.
— Sí, mi amor ¿Pasa algo? Te escucho nerviosa.
— En el supermercado en el que me encuentro hay dos hombres disparando, están matando a las personas.— susurro, no puedo arriesgarme, no estamos seguras en este lugar.
— Puedo ver la ubicación que me has enviado, sé donde te encuentras, debes salir de ahí en cuanto antes.— miro hacia la puerta.
— No puedo salir, una niña se encuentra conmigo.
— ¿Cómo que una niña se encuentra contigo? Debes olvidarte de todos y salir de ese lugar.
— Se llama Luna, como nuestra hija, no me pidas que haga algo como eso.— miro a la niña que se encuentra asustada.
— ¿Llevas un arma contigo?
—Sí, traigo un arma conmigo, no te preocupes por eso.
—¿Tienes balas suficientes?— saco el anglicismo donde se encuentran las balas.
— Creo que las que tengo me ayudarán hasta que ustedes vengan.
—Voy en camino, solo cuídate, no importa al que tengas que matar, hazlo.— cierro la llamada.
Vuelvo a dejar el anglicismo de balas en la parte trasera de mis bolsillos, verifico que la pistola que tengo tenga balas suficientes, la dejo donde estaba antes, me acerco a la niña.
— Quiero ir con mi mamá.— intenta salir del escondite donde la he dejado.
— Sé que quieres ir con tu madre, pero ahora mismo no se puede, necesito que me escuches.— me arrodillo quedando a su altura.— Allá afuera hay hombres malos, pueden hacerte daño, necesito que te quedes aquí, por nada del mundo hagas ningún tipo de ruido, yo iré a buscar a tu madre.— le suplico, no quiero que nada malo le suceda.
— Prometo no hacer ruido.— asiento escondiéndola, coloco unas cuantas bolsas de comida para perro delante de ella, las cuales logren taparla y no pueda verse.
— Volveré pronto, por nada del mundo salgas de aquí, solo cuando escuches y veas que soy yo.— la veo asentir desde la oscuridad.— Toma esta pequeña navaja, si sientes que estás en peligro úsala.— la toma no muy convencida.
— Gracias.— le muestro una leve sonrisa.
Me volteo y camino sigilosamente hacia la salida, desde el pequeño cristal de la puerta observo hacia afuera, veo a las personas correr de un lado a otro, los disparos no cesan, cada vez son más frecuentes, saco mi arma y vuelvo a ver el número de balas que tienen, son suficientes para poder salir por la madre de Luna.
Espero a que todo se mantenga despejado y salgo corriendo, corro por todos los pasillos los cuales se encuentran repletos de cadáveres, me detengo en el pasillo donde se encuentran los refrigerios, en el inicio del pasillo se encuentra el cuerpo sin vida de la madre de Luna, tiene un notorio disparo en la cabeza, llevo mis manos a la boca, puedo escuchar los pasos de alguien acercarse.
Busco un lugar donde esconderme, no me queda de otra que entrar a uno de los refrigeradores, me acuesto y cierro la puerta dejando solo una pequeña brecha para que resulte más fácil lograr salir, puedo ver como el hombre que estuvo hablando conmigo sobre los sazonadores, este sostiene un arma, patea el cuerpo sin vida de la madre de Luna, lo hace para asegurarse de que esté muerta.
— ¿Encontraste a la mujer?— lo escucho preguntarle a otro hombre más.
— No hay ningún rastro de ella, es como si se la hubiera tragado la tierra.— el otro hombre se acerca, al igual que él también sostiene un arma.
— Debemos continuar buscándola, debe estar cerca, es inteligente, es una coronel, no será fácil atraparla.— golpea uno de los estantes con ira.
— Pero tampoco imposible, si tenemos que peinar todo este supermercado lo vamos a hacer, pero debemos entregársela a Alphonse, esa fue su petición, de no hacerlo nos va a matar.— veo de reojo como toma una cerveza.
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Pasiones y misiones
RomanceSer coronel de una de las organizaciones militares más importantes del país no es fácil, pero sobre todo si eres mujer, mucho más difícil la tarea. Sariah Mansour una coronel honorable, reconocida por su trabajo arduo y exitoso es el punto blanco pa...