Capítulo 4

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- Son mis mejores explosivos. - continúa diciendo, con esa sonrisa altanera tan desagradable. - Y tienes que admitir que te lo estoy dejando a un muy buen precio. 

Se encuentra sentado en la punta de la mesa, y yo estoy en la otra. Sus hombres custodean la puerta de la habitación vidriada, dónde desde afuera se pueden ver más hombres yendo y viniendo. Ross y Dexter están parados a mis espaldas. 

- ¿Buen precio? - inquiero alzando una ceja. - Están el doble que la última vez. 

- Son el doble de efectivos. - responde y le da una calada a su cigarrillo. - Los traje desde afuera. 

- No me importa si te lo dio en mano el mismísimo Osama bin Laden. - sentencio. - Ese no fue el precio que acordamos. Y no me gusta la gente que no cumple con su palabra. Me genera desconfianza. 

Su expresión se torna seria. - Si vamos al caso, yo hacía negocios con tú hermano, no contigo, niño. - habla tajante. - Y aun así no me puse quejilloso. 

- Si, pero no porque hayas pensando en darme una oportunidad. Sino porque siempre te va a convenir a hacer negocios con los Marshall, a que no. 

Me mira con desprecio. - Es verdad lo que dicen. - dice. - Los Marshall son unos malditos arrogantes. Ojalá su talento fuera tan cierto como eso. Se creen invencibles, pero no son más que unos bastardos con un buen cuento detrás. 

Sonrío con orgullo. - Oh, no nos creemos invencibles. Lo somos. 

Y es un segundo el que tardo en sacar mi arma, ver su mirada de sorpresa y apuntarle, para que luego la bala impacte en el centro de su frente. Su cuerpo sin vida cae en seco, contra el piso. 

Los disparos no tardan en empezar en escucharse en ambos lados. Tengo a Ross a un lado, y Dexter al otro, formando un círculo y cubriendo el perímetro completo. Cada vez empiezan a entrar más hombres desde afuera. 

- Carajo. - se queja Dexter con sus brazos extendidos y su arma entre sus manos. - Al menos podrías tener la decencia de avisarnos de antemano. 

- Soy espontaneo. - digo mientras disparo. - Actúo según mis impulsos. 

- ¿Cómo los animales? - inquiere Ross con fastidio, sin dejar de dispararle a todo aquel que se mueva. 

Me encojo de hombros. - Si buscabas ofenderme, no lo has logrado. - disparo, como siempre apuntando al centro de la frente. Y acertando. 

- Desgraciado. - habla entre dientes. 

*****

El camino de vuelta a la casa es silencioso. Y con ver la expresión de Ross, quien va conduciendo, puedo fácilmente notar que está más cabreado que lo habitual. 

- Anda, dilo. - rompo el silencio, sentado en el medio de la parte trasera, cruzado de brazos. - Acá hay lugar para uno solo que lleve esa cara. Y ese soy yo.

Queda callado por unos segundos. - Si le sigues disparando a cada posible vendedor, no nos quedaran personas con las que hacer negocio. - se queja, sin apartar la vista del frente. 

- En esta oportunidad coincido con Rosstopher. - lo secunda Dexter, a su lado. - Si continuas con tú fama de gatillo fácil, nadie querrá seguir trabajando con nosotros. 

- Mejor. Soy alérgico a las personas. - digo con fastidio. - Y más a las que no me sirven. 

- Fue excitante, eso te lo reconozco. - sigue el rubio, divertido. Gira su cabeza para observarme. - Eres un maldito psicópata desquiciado. - agrega con una sonrisa maliciosa. 

Estoy Pensando en Ti (Mafia Marshall VI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora