Capitulo I

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—Y no te preocupes por nada todo está listo. El apartamento está totalmente equipado con muebles, está en una zona segura, hay vigilancia privada y tienes dos puestos de estacionamiento para ti. Toma —tiende su mano y me da dos tarjetas —. La de crédito solo úsala para emergencias y en la de débito, tu padre y yo hemos depositado dinero para lo que necesites. En tu monedero tienes efectivo, lo metí mientras te duchabas — termina mi madre con su discurso—. ¿Entendiste?

—Claro madre, te he escuchado —respondo.

Llegamos al apartamento que mi padre adquirió cuando le dije que estudiaría en la ciudad. Tiene tres habitaciones, dos cuartos de baño, sala, cocina y lavadero. Muy grande para mí gusto y además está decorado totalmente en blanco y negro.

Paso las manos por mi cabello frustrada.

— ¿No creéis que habéis exagerado? Es muy grande, quedamos que compraríais algo pequeño.

—Tonterías, Alana. Es perfecto —habla mi madre—. Y bueno, mañana te llega el coche, uno pequeño como encargaste. ¿Cuál pediste cielo? —pregunta a papá— Ah, sí. Un Ford Fiesta Power.

—Como digas madre —respondo rodando los ojos al cielo.

Mis padres son más que protectores conmigo, según ellos es porque soy su única hija mujer. Me permitieron venir a estudiar a la ciudad con la condición de tener mi propio apartamento y un coche con el cual moverme. Según mi padre, es más seguro que vivir en una habitación con una compañera totalmente desconocida. Era eso o nada.

—Bueno ya que estas aquí instalada, vamos a almorzar —dice mi madre. Salimos del apartamento y pregunta si había cogido mis llaves.

—¡Claro madre! ¡No soy tonta para dejarlas encerradas! —A veces pienso que cree que soy retrasada o algo así.

Mi padre enciende su coche y se dirige a su restaurante favorito. Mi hermano menor Jeremías va a mi lado. Solo tiene quince años y aún cursa la secundaria pero en sus planes esta también venirse a estudiar a la ciudad. Pasados veinte minutos llegamos al restaurante italiano y una chica nos dirige a una mesa donde cada uno pide lo que desea.

Unos cinco minutos después traen los pedidos y empezamos a comer.

—Creo que no debo recordarte que no debes hablar con extraños, ¿no es así? —susurra mi padre.

Lo miro un segundo y respondo:

—Claro padre, lo tengo muy claro.

—Me alegro mucho —agrega.

Mi padre es conocido y muy respetado en mi pueblo ya que es propietario de casi una docenas de empresas y negocios. Todos me conocen por ser la hija del gran empresario "Aarón Ferreyra", y una de mis razones para salir del pueblo era ir a un lugar donde nadie me conociera y poder hacer amigos nuevos, amigos reales, y no esos que se acercan a mí por el poder de mi padre.

Terminamos de comer y salimos del restaurante para dirigirnos de nuevo a mi apartamento. Al llegar subimos y mi madre comienza a despedirse.

—Mi niña, —tiene lagrimas en los ojos— sabes que a veces puedo ser muy sobre protectora pero debes entender que eres mi única hija y temo por tu seguridad.

—Estaré bien, madre. Solo debes entender que ya tengo dieciocho años y puedo cuidarme sola —respondo con voz tranquila.

—Lo sé, es eso lo que no quiero aceptar —responde y me da un abrazo.

— Escríbenos un mensaje mañana tan pronto vayas a tu primer día de clases. Coge un taxi hasta que te traigan tu coche —habla mi padre. Me da un abrazo aún más fuerte y besa mi frente—. Te amo y lo sabes.

—También te amo papá. Lo hare, te mandaré un mensaje —le doy una sonrisa tranquilizadora.

Mi hermano menor se acerca a mí, me abraza y luego de unos segundos se aparta y me mira.

—Todo será muy aburrido en el pueblo sin ti allí —sonrió—. Cuando no puedas ir al pueblo vendré a visitarte, también lo hare en vacaciones.

—Está bien, enano. Yo estaré encantada de tenerte conmigo —respondo y lo abrazo de nuevo. Mi hermano pequeño es la persona con la que mejor me llevo.

—Bueno, hora de irnos —dice mi padre—. Llámanos, no nos vayas a abandonar.

—Papá, por favor, no me iré del país. Estoy a tres horas de casa e iré el fin de semana próximo —todos reímos y luego los acompaño a la puerta de salida donde terminan de despedirse y se marchan.

Espero aproximadamente una hora para salir. Necesito ir al centro comercial ya que mi madre me ha obligado a traer la mejor ropa que tengo, y si quiero pasar desapercibida necesito ropa sencilla.

Le pregunto a la señora que vive a mi lado cómo llego al centro comercial más cercano y qué bus necesito coger. Ella me explica con parsimonia y luego tomo mi pequeño bolso y saco las tarjetas que me dio mi madre. No puedo usarlas ya que se daría cuenta además, tengo mis ahorros así que comprare con mi dinero.

El bus me deja frente al cetro comercial. Entro a varias tiendas y compro unos pantalones algo flojos, largos y sencillos; blusas sencillas, unos pares de Vans y unos abrigos. Salgo de allí y me dirijo al supermercado que está a una cuadra. Compro huevos, tocino, zumo, leche y otras cosas que necesitaré para alimentarme. Decido coger un taxi ya que las bolsas pesan un poco y ya casi oscurece. Al bajarme frente a mi edificio, mi mirada viaja a un grupo de chicos parados al otro lado de la acera lo cuales no parecen vivir por aquí. Están totalmente tatuados y su mirada no es amigable. Me observan fijamente y yo me apresuro a entrar.

Ya en mi apartamento me dispongo a acomodar toda mi ropa, la que traje y la que compré. Al terminar, me dirijo a la cocina y abro la nevera para darme cuenta que está llena. Tiene de todo, desde leche hasta frutas. Niego con la cabeza y guardo lo poco que he comprado yo.

Me meto en el baño y me doy una ducha reparadora. Salgo, me coloco mi pijama, me recuesto en la cama y mi celular suena. Es mi madre.

—Hola —respondo algo tímida temiendo que se hayan enterado de mi salida.

—Hija, hola... ¿Ya tienes todo listo para mañana? —pregunta.

—Sí, madre, ya preparé todo para mi primer día —respondo entusiasmada.

—Muy bien mi pequeña. Solo te llamaba para saber cómo estabas. Tu padre y tus hermanos te envían saludos.

—Está bien, madre. Saludos para ellos también, los amo a todos.

—También te amamos hija, duerme bien.

Cuelgo y voy a la cocina a prepararme algo para cenar, un sándwich está bien. Cuando termino, me siento a comer en el comedor familiar que allí se encuentra y por un momento me siento sola pero la voz en mi cabeza me recuerda: "Necesitas esto, necesitas estar sola". Y tiene razón, necesito mi privacidad.

Lavo los platos que he usado, me voy a mi habitación y veo un rato algo de TV pero cuando el sueño me quiere vencer, la apago y minutos después caigo dormida.

...

Booktrailers en multimedia, no sean duros, lo hice yo y fue el primero. No soy experta. Ojala y les guste la novela <3

Destino 《EDITANDO》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora