Capítulo XXXI

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Narra Alana.

—No, no, no. Por favor. Mi padre les dará el dinero. —Digo desesperada. Natasha me toma por el cabello y tira de él, haciendo que la mire.

—No se trata del dinero, zorra. ¡Se trata de ti, metiéndote en mi camino! — Grita, y me lanza de nuevo al suelo.

Sabía que esta gente estaba loca, pero con drogas encima son aun peor, mucho peor.

El olor a madera me hace saber que estamos fuera de la ciudad. En el bosque supongo. Natasha y de Adán son los principales autores de esto. Ellos y sus amigos incluyendo a Jordán me tienen atada de manos y pies, sin contar los constantes golpes que he recibido por parte de la chica.

He perdido la noción del tiempo, no sé si llevo más de veinticuatro o cuarenta y ocho horas secuestradas. Apenas y puedo ver ya que mis ojos están hinchados por los golpes recibidos. En el sótano que me tienen presa apenas y puedo escuchar una música estruendosa y gente gritar, no sé si se trata de una fiesta o simplemente es mi imaginación. Escucho pisadas encima de mí, también a los lados, estos últimos los veo, al menos veo las piernas de estas personas ya que hay una ventanilla a un lado de mi. Trate de abrirla, pero está cerrada y tiene un candado.

Esta pesadilla comenzó el martes, cuando iba camino a una reunión con las chicas del equipo de voleibol, ganamos un par de juegos y clasificamos a semis finales, entonces decidimos reunirnos para así, planificar estrategias y decidir que día entrenaríamos y a qué hora. Me faltaban unos minutos para llegar a mi destino cuando recibí una llamada de Jordán diciéndome que debía decirme algo importante, y que debía ser ahora mismo; acepte porque creí que se trataba de Daniela, porque jamás lo creí capaz de hacer algo como esto. Me cito en un estacionamiento un poco al sur de la ciudad y al momento de bajarme del auto se coloco frente a mí y puso un paño en mi cara, tapando mi boca y mi nariz. No recuerdo nada más, cuando desperté ya me encontraba aquí y recibí el primer golpe de Natasha.

El ruido de algo quebrándose me saca de mi ensimismamiento, me muevo como puedo para ver qué ha pasado y veo la ventanilla quebrada, el ruido fuera me hace entender que fueron unos chicos borrachos lo que han quebrado la ventanilla. No puedo creer que toda esa gente esté allí afuera en una fiesta sin darse cuenta que estoy aquí abajo secuestrada y golpeada.

Trato de mantener la calma, pero esta es mi oportunidad de escapar; solo tengo que buscar algo en que apoyarme y saldré de aquí, ellos están borrachos y drogados así que tardaran en darse cuenta de mi escape. Pero; ¿Y si no es así? ¿Y si me encuentran? Van a golpearme, hasta pueden matarme.

No lo sigo pensando, tomo un banco que está a un lado de mí y como puedo subo, tengo las manos y los pies amarrados pero aun así, logro salir por la ventanilla. Camino, o mejor dicho brinco para alejarme de aquí.

—¡Oye tu! —Escucho detrás de mí y mi cuerpo se congela, como puedo, me vuelvo hacia el chico — ¿Qué te ha pasado? —Pregunta, es un chico rubio, con cabello largo pero lo lleva recogido en un moño. Mis labios tiemblan de pensar que él puede estar implicado y me devuelvan de nuevo a ese sótano.

—M-Me han hecho una broma muy pesada —Digo tratando de mentir —¿Puedes ayudarme a quitar las cuerdas? —El me observa entre extrañado y preocupado, mi cuerpo tiembla y no sé si me ha creído pero el chico avanza hacia mí y me desata.

—Puedo llevarte a un hospital si lo necesitas —Dice cuando me ha desatado, tiene una mano sobre mí para evitar que caiga.

—No, no, no. Está bien, traigo auto. Me iré, puedo conducir.

—Está bien, entonces. —Dice y me suelta con cuidado.

Camino lo más rápido que puedo hacia el bosque y vuelvo a escuchar la voz del chico rubio

Destino 《EDITANDO》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora