Entro a mi apartamento, lanzo las llaves del coche a una mesita pequeña que está junto a la puerta y me dirijo al mueble gigante. Veo algo la televisión, CSI Miami, CSI NY y cuando voy por la mitad de la segunda serie, mis ojos empiezan a rendirse al sueño. Ayer llegamos a las cuatro de la mañana y buscando algo cómodo para mi amiga se hicieron las cinco. El pijama que le presté solo me tomo unos minutos buscarlo pero ayer me di cuenta de que habla mucho cuando está borracha.
Dicen que los sueños son producto de cosas o personas que te atormentan y perturban tu mente, pues esta tarde soñé con él, con Ian. Con su forma de ser, a veces amable y a veces distante como si me odiase, soñé con ojos verdes profundos que cuando los miraba fijamente me llevaban a un túnel en el cual no encontraba salida.
Despierto por un ruido escandaloso, me levanto espantada y comienzo a buscar el origen. Me mareo un poco por el modo en el que desperté, es mi móvil.
—Diga —contesto. Imagino que es mi padre.
—Vaya forma de contestar —me calmo un poco al saber que es Daniela.
—Dani, hola —Paso las manos por mi cabello para acomodarlo—. Lo siento, estaba durmiendo.
—Bueno sí, está bien. ¿Qué haces?
—Pues aquí, en mi apartamento, durmiendo, ¿Y tú? —me vuelvo a recostar al mueble.
—¡Tengo noticias! —responde entusiasmada.
—¿Noticias?
—Sí querida, noticias —frunzo el ceño.Tarda unos segundos en responder.
—¡Por dios, dímelo de una maldita vez!
—Está bien, está bien —un bufido sale de su boca y continua—. Bueno, mañana hay una fiesta en la casa de Jordán y será genial, tenemos que ir. Son las mejores fiestas.
—¿Quien es Jordán?
—Un chico muy popular en la Universidad y debo resaltar que está buenísimo —responde. Suspira.Recuerdo que tengo regresar a casa.
—Lo siento Daniela. Mañana debo regresar al pueblo, mi madre me necesita allí.
—¿Qué? No me jodas Alana. ¡Dijiste que saldríamos mañana! —dice y se le nota cabreada.
—Lo sé, me llamó esta mañana —miento—. Lo siento.
—No puede ser, ¿me dejarás abandonada? —río.
—No seas dramática. Mira, salgamos hoy a cenar para saldar la deuda de mañana ¿te parece? —respondo. Hago un puchero como si ella me pudiese ver.
—No tengo otra opción. ¿A qué hora? —dice aún molesta.
—¿A las ocho, mi pequeña amiga? —digo tratando de que no se enfade tanto conmigo.
—¡Bien! Oh, por cierto, ¡no soy pequeña! ¡Mido un metro setenta y seis! —suelto una carcajada y cuelga.
Veo el reloj y marca las cinco y treinta y ocho. ¡Oh, dios! Corro a la ducha.Cuando estoy lista salgo corriendo, literalmente, siempre estoy corriendo.
Subo al ascensor, presiono el botón piso bajo y espero recostada en una esquina del mismo ya que es un poco lento. Se abre en la tercera planta y entran tres señoras mayores, me dan una sonrisa y yo asiento con la cabeza en forma de saludo y una sonrisa se dibuja en mis labios, pero se borra al instante. Me tenso de inmediato al verlo entrar después de ellas, va con otro chico que no conozco, me mira por unos segundos y luego quita la vista para hablar con su amigo. Es Ian.
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Destino 《EDITANDO》
Romance-Tendremos el destino que nos hayamos merecido. » Albert Einstein. -Existe el destino, la fatalidad y el azar. » Séneca. ¡PROHIBIDA SU COPIA O PLAGIO, ADVERTIDOS! Obra registrada en Safe Creative bajo el Código: 1506234437210