Capítulo XXIX

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Narra Ian:

Mi relación con Alana es perfecta, así la defino. Esa chica es increíble, es perfecta.

Llevamos un mes saliendo oficialmente como novio. Creí que el hecho de que Daniela se mudara con ella sería un obstáculo para ambos, para estar juntos, pero no ha sido así. Ella siempre busca la manera de que pasemos tiempo juntos, saca espacio de cualquier cosa que esté haciendo para venir hacia mí. Cada día me sorprende más con su inteligencia, con su sencillez, con su manera casi inequívoca de pensar, con su absoluta parsimonia hacia mí. Ahora mismo no me imagino estar sin ella.

Mi hermano me insistió que me encargara de las empresas pequeña de nuestro padre, desde que mi madre murió el ha estado algo decaído y deprimido, no sale de casa y casi tomo como salida el alcohol pero mi hermano lo detuvo antes de que fuese demasiado tarde; este último mes ha estado asistiendo a terapias y citas con psicólogos, lo hemos visto mejorar gracias a esto. Me está yendo muy bien con todo esto del manejo de las empresas pero gracias a esto también, apenas y veo a Alana.

—Joven Ian, un hombre está preguntando por usted, dice que necesita hablarle — Dice mi secretaria sacándome de mi ensimismamiento. Ahora mismo no tengo tiempo para nadie que quiera hablar de negocios —Dice que se llama Lucas Ferreyra. — Mierda, ¿Qué hace el hermano de Alana aquí?

—Dígale que pase — Digo a mi secretaria. Ella asiente con la cabeza y sale.

La puerta se abre nuevamente y Lucas Ferreyra entra, vestido como siempre, traje negro y con su mirada que a cualquiera intimidaría, pero no a mí, he visto peores que esas y me he enfrentado a ellas.

—Lucas… — Saludo extendiéndole mi mano y el la toma en un apretón.

—Supongo que sabes porque estoy aquí. — Dice, señalo la silla que está al otro lado de mi escritorio para que tome asiento y él lo hace.

—Tú dime —Digo.

—Supe que tu y mi hermana tienen más de un mes saliendo. —Me toma totalmente desapercibido, creí que venía hablar sobre las acciones de su padre. El apoya el codo en el descanso de manos de la silla y apoya su barbilla en sus nudillos.

—Estas en lo correcto.

—¿Por qué tuve que enterarme por terceras personas? ¿Acaso estás jugando con ella? —Dice, Por favor, ¿Me lo dice el que nunca ha tenido una relación seria?

— Porque creímos que tú y tu padre no iban a permitir que estuviésemos juntos. Decidimos esperar un tiempo más para decírselos.

—¿Cuánto tiempo? —Dice. Yo me encojo de hombros.

—Ella lo decidiría, cuando ella estuviese lista, yo también lo estaría. —Su mirada esta fija en mi, se queda callado por unos segundos.

—Solo voy a decirte una sola cosa, tómalo mas como una amenaza que como un consejo. —Mi ceño se frunce —No quiero ver a Ali llorando, sufriendo, ni quiero escuchar que la has engañado. Mientras ella este feliz contaras con mi apoyo para con su relación, confió en ti, espero que no falles.

—No le hare daño a Alana, no está en mis planes con ella. Yo supe que tu y Daniela tienen algo —Digo y su rostro se descompone con la mención de Daniela —Su madre me pidió que la cuidara, es una buena chica, también quiero decirte que si le haces daño no respondo, veo a Daniela llorando y te buscare, tómalo como mas como una amenaza que como un consejo. Como te dije antes, por Alana no te preocupes, yo daría mi vida por tu hermana.

—Muy bien —Dice, se levanta aclarándose la garganta y acomoda su traje — Es todo lo que tenía que decir. Por cierto, te vez diferente con esmoquin. —No puedo evitar que un atisbo de sonrisa se forme en mis labios, El se encamina hacia la puerta pero se detiene antes de salir —Por cierto… Yo estoy a punto de darle mi vida a esa chica, a Daniela, así que no te preocupes, de su seguridad y bienestar me encargo yo. —Agrega y sale.

Destino 《EDITANDO》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora