Capítulo XXX

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Estaba frustrado, desesperado, mis manos sudan y estoy a punto de volverme loco, si no la veía entrar por la puerta de su apartamento, iba a salir a buscarla por toda la puta ciudad y mataría a los hijos de puta que la tienen.

—Debes calmarte, no solucionaras nada halando tu cabello de esa forma. —Dice Lucas a mi lado.

— ¡No me pidas algo que sabes jodidamente en la vida que no voy a poder hacer, no si ella no aparece! —Digo con la mandíbula apretada, no quería armar un escándalo y quedar como un niño malcriado.

Alana lleva veinticuatro horas desaparecida, su padre ha hecho que toda la policía y cuerpos de seguridad de la ciudad la busquen, pero no ha dado resultado. En su auto apenas y encontraron unas huellas, nada más, todo lo demás le pertenecía a ella.

Estamos todos en su apartamento, su madre no para de llorar y Daniela esta sentada a su lado en el mismo estado, su padre no deja de hacer llamadas y caminar de un lado a otro, Lucas esta a mi lado, con la mirada dura como siempre, pero se que el miedo lo carcome por dentro. Las demás personas que aquí se encuentran son; algunas personas del cuerpo anti extorsión y secuestro, y algunos policías. Todos esperamos una llamada de ella, o de sus secuestradores pidiendo algo a cambio de ella. Estamos dispuesto a darle lo que quieran, estoy dispuesto a dar lo que quieran por ella, por que regrese sana y a salvo, estoy dispuesto a tomar su lugar, pero Joder; que no le hagan daño, que no le toquen siquiera una hebra de su cabello.

Paso las manos por mi rostro, tratando de apartar las lágrimas que amenazan con salir, mis manos tiemblan y mi corazón parece querer salirse de su lugar de solo pensar que no la voy a volver a ver sonreír. Niego con la mano cuando una señora que se presento como la nana de la familia Ferreyra me ofrece café, desde que Alana desaparecido no he ingerido nada, mi estomago esta completamente cerrado, volveré a estar bien cuando ella aparezca.

— ¿Podrías comer algo? Vas a desmayarte si no lo haces —Dice Daniela sentándose a mi lado, la miro y frunzo el ceño.

—No tengo hambre y no voy a desmayarme.

— ¿Los padres de Alana no han preguntado que haces tu aquí? —Susurra yo asiento, porque unas horas antes, cuando todos se enteraron de la noticia y nos reunimos aquí, el señor Aarón pregunto que hacia aquí.

—Lo hicieron, pero yo les dije que estaba conmigo —Responde Lucas, que sigue a mi lado. Daniela pone los ojos en blanco luego de salir de su asombro asiente con la cabeza, se levanta y se va de nuevo junto a la señora Ferreyra —Nadie puede creer todavía que tú me caigas bien. —Termina Lucas.

—Si, nadie cree aun que la amabilidad exista en ti. —Digo, se que no es momento para bromear, pero debía decírselo.

Todos quedamos en silencio, el apartamento queda sumido en un silencio absoluto y el frió no ayuda en nada para aplacar la sensación de que algo falta, de que algo me falta y el pánico se arraiga en mi pecho al pensar que Alana no podría volver con... con vida.

—Tenemos el resultado de las huellas halladas en el auto de la señorita Alana —Dice el jefe del grupo anti extorsión y secuestro. Todos nos levantamos como impulsados por un resorte, el nos mira a todos y luego a Aarón.

— ¿De quien se trata? —Pregunta el Padre de Alana con rabia en su voz.

—Jordán Freyed —Dice, Daniela lleva las manos a su boca tratando de ahogar un grito, pero le salió muy mal. Entonces todo cae sobre mi como balde de agua fría, fueron ellos, son ellos; los hijos de puta que se hacen llamar mis amigos, quería romper algo, golpear a alguien, quería matarlo a golpes a el. Ellos tenían planeado esto desde hace tiempo, maldita sea, ella esta pasando por todo esto por mi culpa, por permitirme entrar a su vida.

Destino 《EDITANDO》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora