Capitulo VIII

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Despierto y lo primero que veo es el cuerpo de Daniela al otro lado de mi cama, ayer decidí que se quedara conmigo ya que estaba muy borracha. Cuando llegamos no dejó de preguntarme cómo hacía para pagar este lujoso apartamento, simplemente le di la respuesta que les doy a todos: ¡No es mío! Pero luego de meditar un buen rato acostada en mi cama mirando hacia el techo, me di cuenta de que debo contarle la verdad a Daniela, ya la conozco bien y sé que puedo confiar en ella, se la diré pero no ahora.

Desayunamos y luego de charlar un rato y contarle todas las locuras que decía ayer mientras estaba borracha, la lleve a su casa. Se despide de mí pidiéndome que la visite mañana sábado para que veamos a dónde vamos a ir, ruedo los ojos al cielo pero asiento, es una chica muy loca pero también una de las mejores personas que conozco.

De regreso a casa tardo un poco más en llegar porque hay tráfico y me encuentro a mí misma pensando en la conversación que tuve ayer con Ian. Me siguió a mi coche lo que quiere decir que me observaba, que se había dado cuenta de mi presencia en la fiesta y decidió acercarse a mi cuando me alejé de mis amigos —sonrío por ese pensamiento—. "Pero si sabe quién eres realmente te odiará por mentirosa", me recuerda la voz en mi cabeza. Sé que es así pero nosotros somos solo conocidos y no tenemos el trato suficiente para que él se entere de quien soy realmente, solo debo mantenerlo alejado.

Llego a mi edifico y dejo el coche en el garaje. Cuando bajo y cierro la puerta observo que Ian y unos de sus amigos se acercan a mí, también la rubia. Sin nada más que hacer me detengo porque ya sé a qué vienen.

—Mirad, la monjita tiene coche —dice su amigo el tatuado, Adán se llama si mal no recuerdo—. ¿A quién se lo has robado? —pregunta con una sonrisa burlona en sus labios.

—Podría decir que no tengo necesidad de robar —respondo tajante con un atisbo de sonrisa en mis labios.

—No me digas —habla la rubia—. Así que tú eres la famosa Alana —frunzo el ceño, ¿famosa?

-Sí, Natasha, ella es Alana —habla Adán—. Dime, ¿te gustó la conversación que tuviste ayer con mi Don Juan? —Sonríe— Digo con Ian —mi corazón se detiene por un segundo, ¿se lo contó todo a sus amigos? O Adán le pidió que lo hiciera solo para burlarse de mí. La rabia se filtra en mi cuerpo pero me mantuve tranquila para poder responder también con sarcasmo.

—Debo decir que esperaba algo mejor, más inteligente —digo en un tono tranquilo y lo miro a él. Está quieto con ambas manos en los bolsillos de sus vaqueros y la mirada fija en el suelo y al escucharme hablar pasa una de sus manos por su cabello, ni siquiera es capaz de mirarme. Es un cobarde—. Si me disculpas, me tengo que ir que tengo cosas más importantes que hacer —me abro paso entre ellos y casi corro al ascensor.

"¡Se burló de ti, te lo dije! Personas como él no andan con niñas mimadas como tú".

Entro a mi apartamento, me tiro en la cama y caigo dormida. No sé cuánto tiempo pasa pero me despierta un toque repetitivo en la puerta, me levanto perezosa y grito molesta:

—¿Quién es?

—Soy Lucas —responden con voz ronca. Oh, no, mi hermano mayor. Reviso rápidamente el apartamento en busca de algo indecente o que le pueda molestar, no hay nada. Lavo mi cara y grito:

—¡Voy!

Mi hermano es como un clon de mi padre en versión joven, el mismo carácter, la misma forma de pensar; pero a veces siento que son diferentes en algo, no sé en qué, pero lo siento. Abro la puerta y lo saludo con una gran sonrisa en mis labios.

—Hola —susurro.

—Hola, Alana —dice y entra antes de que lo invite. Lleva un traje negro y como siempre tiene el celular en la mano y lo ojea de vez en cuando—. ¡Vaya!, es grande el apartamento —camina inspeccionando todo—, papá dijo que era sencillo.

Destino 《EDITANDO》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora